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Información práctica
Estructura y función del cuerpo humanopP@)
La estructura y la función del cuerpo humano más directamente relacionada con esta enfermedad es la del sistema nervioso.
- Sistema nervioso
La persona, hombre o mujer, de cualquier edad o condición, es un ser multidimensional integrado, único y singular, de necesidades características, y capaz de actuar deliberadamente para conseguir los objetivos que se propone, de asumir la responsabilidad de su propia vida y de su propio bienestar, y de relacionarse consigo mismo y con su ambiente en la dirección que ha escogido.
La idea de ser multidimensional integrado incluye las dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual, todas las cuales experimentan procesos de desarrollo, y se influencian mutuamente. Cada cuna de las dimensiones en que se describe la persona se encuentra en relación permanente y simultánea con las otras, formando un todo en el que ninguna de las cuatro se puede reducir o subordinar a otra, ni puede ser considerada de forma aislada. Por lo tanto, ante cualquier situación, la persona responde como un todo con una afectación variable de sus cuatro dimensiones. Cada dimensión comporta una serie de procesos, algunos de los cuales son automáticos o inconscientes y otros, por el contrario, son controlados o intencionados.
Teniendo siempre en mente este concepto de persona, y sólo con fines didácticos, se pueden estudiar aisladamente las modificaciones o alteraciones de algunos de los procesos de la dimensión biofisiológica (estructura y función del cuerpo humano) en diversas situaciones.
Cómo se manifiestapP@)
Los signos y síntomas que están asociados a la esquizofrenia tienen relación con alteraciones del pensamiento, la conducta, la sensopercepción (consciencia de uno mismo y del entorno según la información de los sentidos), la afectividad y las relaciones interpersonales. Son, pues, alteraciones que pueden modificar el pensamiento y provocar ideas que se escapan de la realidad y hacen cambiar la conducta habitual de la persona. Se pueden presentar alucinaciones así como una percepción del entorno distorsionada. La esquizofrenia también se puede manifestar con cambios en el estado de ánimo y en las relaciones de afecto habitual con las personas cercanas, así como en las relaciones que la persona mantenía previamente con otras personas.
El inicio del trastorno es progresivo y se pueden tardar meses a identificar los cambios que se dan en la persona. Es importante detectarlos tan pronto como sea posible.
Aunque hay que tener en cuenta que estos signos y síntomas no son totalmente específicos de la esquizofrenia (pueden aparecer también en otros trastornos psicóticos o constituir reacciones transitorias provocadas por el consumo de alcohol u otras drogas, o por hechos estresantes), su aparición, juntamente con otras manifestaciones, es un indicador clave para el diagnóstico de la enfermedad. Además, los síntomas y signos son diversos, y no todas las personas afectadas tienen los mismos ni con la misma intensidad e, incluso, pueden variar a través del tiempo en una misma persona.
Estos signos y síntomas, consecuencia de las alteraciones del pensamiento, de la sensopercepción, de la conducta, de la afectividad, del lenguaje y de la comunicación, que provoca la enfermedad, se dividen en dos categorías: positivos y negativos. Esta categorización de los signos y síntomas sirve para discriminar aquellas manifestaciones que la persona con esquizofrenia tiene o experimenta y que las personas que no tienen la enfermedad no suelen tener (signos y síntomas positivos) de aquellas otras manifestaciones que deja de tener o experimentar y que las personas que no tienen la enfermedad tienen cotidianamente (signos y síntomas negativos).
1. Signos y síntomas
1.1 Signos y síntomas positivos
Se denominan así porque denotan distorsión o exceso de las funciones normales (en la comunicación, el ocio, la alimentación...):
- Alteracióndel pensamiento. Hace referencia a ideas delirantes que son raras, extrañas y/o creencias bigarradas que no son coherentes con la realidad. La persona afectada está convencida de la autenticidad de estas ideas o creencias.
- Alteraciónde la sensopercepción. Hace referencia a experiencias sensoriales no existentes o falsas interpretaciones de la información que se recibe a través de los sentidos. Estas manifestaciones, llamadas alucinaciones, pueden ser auditivas (las más habituales en la esquizofrenia), visuales, olfativas, gustativas, táctiles (sensación de ser tocado) y cinestésicas (percepción de cambios en el interior del propio cuerpo).
- Alteración de la conducta. Puede haber una conducta desorganizada o extravagante y también se pueden dar cuadros de agitación psicomotriz o alteraciones motoras como movimientos repetitivos sin una finalidad (estereotipias) o imitación inconsciente de movimientos o gestos (ecopraxia o ecocinesia).
- Alteración de la afectividad. Las manifestaciones más habituales de esta alteración son: oscilaciones en el estado anímico, risas
inmotivadas y un afecto inapropiado a los estímulos, por ejemplo reír ante una situación que debería provocar tristeza o a revés. - Alteración del lenguaje y de la comunicación. Las alteraciones del lenguaje suelen estar relacionadas con las alteraciones en el curso y el contenido del pensamiento, lo que hace que el discurso pueda ser incoherente, desorganizado, con palabras o conceptos
inventados de los que sólo la persona conoce el significado (neologismos), con repetición automática de palabras o frases que oye (ecolalia) o con aceleración del lenguaje (verborrea), normalmente debida a una aceleración del pensamiento. También puede haber un enlentecimiento del lenguaje, como por ejemplo tardar en dar respuesta a preguntas sencillas de respuesta fácil. Entre estas alteraciones se puede dar el mutismo (inhibición del habla).
1.2. Signos y síntomas negativos
Se denominan así porque indican disminución o pérdida de las funciones normales o habituales.
- Alteración del pensamiento. La perturbación del pensamiento, dentro de la sintomatología negativa de la esquizofrenia, se relaciona con el debilitamiento cognitivo, que es una disminución en la capacidad de concentración y de atención, y con el pensamiento ralentizado (bradipsiquia), que puede llegar a estar bloqueado, incapacitado para tomar decisiones, así como con la poca o nula consciencia de estar sufriendo un trastorno.
- Alteración de la conducta. Los principales signos de la alteración de la conducta son la inhibición, que puede llegar a ser estupor o semiconsciencia en el caso de la esquizofrenia catatónica, la perplejidad, la disminución y/o el aparente desinterés por las relaciones sociales, así como déficits en el autocuidado.
- Alteración de la afectividad. Las manifestaciones afectivas más frecuentes, dentro de la sintomatología negativa de la
esquizofrenia, son la dificultad para expresar sentimientos y emociones (aplanamiento afectivo), la dificultad para disfrutar de las cosas placenteras (anhedonismo), la aparente indiferencia ante los estímulos, la sensación de vacío y la falta de voluntad o de deseo de hacer las tareas cotidianas o necesarias (abulia). - Alteración del lenguaje y de la comunicación. La principal alteración en este caso es la falta de un discurso fluido y extenso; sin embargo, se puede dar también un lenguaje redundante.
2. Curso de la enfermedad
Los trastornos psicóticos generalmente suelen iniciarse al final de la adolescencia o en los primeros años de la vida adulta. Por esta razón, los jóvenes son considerados un grupo de riesgo. Es necesario prestar especial atención a los grupos de adolescentes y de jóvenes para detectar precozmente el trastorno y, consecuentemente, poder intervenir terapéuticamente. Cuanto antes se detecte el trastorno, menos sufrirá el afectado y su familia y, posiblemente, el trastorno afectará menos al resto de esferas de su vida.
En una persona joven, la reducción, sin causa aparente, en la capacidad de adaptación a las situaciones cotidianas y la pérdida de relaciones con los amigos y su entorno social indican que se precisa una evaluación más completa por parte de un servicio de salud mental.
Pero existen una serie de elementos que dificultan esta rápida detección y la consecuente respuesta asistencial. Por un lado, la edad en que aparecen los síntomas, lo que conlleva que éstos a menudo sean mal interpretados y considerados conductas normales de la adolescencia. Por otro lado, se necesita tiempo para que los cambios en el comportamiento o en el funcionamiento se desarrollen hasta el punto de ser suficientemente llamativos y puedan ser detectados por la familia o los servicios educativos, sanitarios o sociales.
Si una persona presenta signos y síntomas que podrían formar parte de las fases iniciales de un trastorno psicótico puede considerarse que tiene un estado mental de alto riesgo (EMAR).
Cuando los síntomas de la esquizofrenia se presentan por primera vez en la vida de una persona y desaparecen por completo después de poco tiempo, se considera un episodio esquizofrénico o psicótico y, en general, después de estos episodios no quedan síntomas negativos.
Se puede hablar de una esquizofrenia propiamente dicha cuando ya en la primera ocasión en que se presenta la enfermedad las manifestaciones se mantienen durante un tiempo más o menos largo, cuando los síntomas vuelven a aparecer al cabo de un tiempo y cuando la enfermedad desemboca en sintomatología negativa. En el curso de la esquizofrenia se pueden distinguir cuatro fases (prodrómica, activa, de recuperación y residual). Si se pueden identificar de forma precoz, el pronóstico mejora. Es por este motivo que el papel de la familia es fundamental para hacer esta identificación de los signos que pueden estar apuntando hacia a una próxima agudización (empeoramiento) o recuperación de la crisis.
2.1 Faseprodrómica
Se denomina así la fase que precede a la aparición de una crisis. La sintomatología es poco clara y cualquier tipo de cambio respecto al estado basal, es decir, al estado previo, es un signo de alerta. Las principales manifestaciones son:
- Cambios en la conducta, con más aislamiento social del habitual, o abandono de la higiene personal.
- Cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o depresión.
- Cambios en el pensamiento, como confusión o suspicacia.
- Cambios físicos, como alteraciones del sueño, del apetito, disminución o incremento de la energía.
A pesar de que identificarlos de manera precoz facilita su diagnóstico y favorece la evolución de la enfermedad, a menudo estos signos de alerta se reconocen meses más tarde, cuando ya se ha diagnosticado la enfermedad.
2.2 Fase activa o de recaída
Es la fase en que se desencadena la enfermedad, es decir, los llamados brotes o crisis, con la aparición emergente de toda o parte de la sintomatología positiva. Es en este momento en que la familia se alarma y suele pedir ayuda médica. Estas crisis pueden aparecer súbitamente y desarrollar el cuadro completo en unos días, pero también pueden comenzar de manera lenta y difícil de detectar hasta que se han instaurado completamente. La duración de los brotes varía y puede ser desde unas semanas hasta un año, aunque una misma persona suele tener brotes de duración parecida. Lo mismo pasa con los intervalos entre brotes, según las características de la persona pueden oscilar entre algunos meses y varios años, y son generalmente de la misma duración en una misma persona. Las principales manifestaciones son:
- Ideas delirantes
- Alucinaciones
- Conducta desorganizada
- Agitación, agresividad y/o violencia
- Alteraciones motoras y del lenguaje
2.3 Fase de recuperación
A pesar de que los signos y síntomas negativos puedan perdurar, se puede decir que empieza a haber una recuperación de la fase más crítica (activa) de la enfermedad cuando comienza a desaparecer la sintomatología positiva. Esto se manifiesta con una estabilización de los síntomas delirantes y alucinatorios, y con la desaparición de la agitación, la agresividad o la violencia y de las alteraciones motoras y del lenguaje.
2.4 Fase residual
En esta fase de la enfermedad hay un predominio claro de los signos y síntomas negativos y suele ser el estado crónico del curso de la enfermedad. La esquizofrenia residual, pues, se caracteriza por un importante deterioro de las funciones de la persona, como la disminución en la capacidad de concentración y de atención, el pensamiento enlentecido, la incapacidad para tomar decisiones, la disminución y/o el aparente desinterés por las relaciones sociales, los déficits en el autocuidado, la dificultad para expresar sentimientos y emociones, y la falta de un discurso fluido y extenso.
Cómo se diagnosticapP@)
El diagnóstico de esquizofrenia se hace por medio de una evaluación biográfica de la persona afectada y de su sintomatología clínica. Para la elaboración del historial clínico se recopila información extensa referida a la persona, a su familia (antecedentes familiares) y al medio en el que vive (entorno social). La familia y otras personas cercanas pueden ayudar a completar la información y los datos sobre los signos y los síntomas del trastorno. Para poder hacer el diagnóstico de la enfermedad y diferenciarlo de otros trastornos mentales, es relevante recoger en el historial los aspectos relacionados con el estilo de vida y los hábitos de salud de la persona. Juntamente con la observación y la valoración clínica obtenida por los profesionales especialistas a lo largo de las entrevistas clínicas, se utilizan cuestionarios diagnósticos (tests) que facilitan información sobre el estado de salud mental de la persona.
Aunque en sentido estricto no se han identificado síntomas específicos y exclusivos de la esquizofrenia, ciertos fenómenos psicopatológicos, que suelen presentarse asociados entre sí, tienen una significación especial para su diagnóstico. Siguiendo los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV, que es la sigla del nombre en inglés: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, de la Asociación Americana de Psiquiatría), estos fenómenos son:
- Síntomas característicos: La coincidencia, como mínimo, de dos de los síntomas siguientes, cada uno de ellos con una duración significativa de un mínimo de un mes:
- Idees delirantes.
- Alucinacion.
- Lenguaje desorganiza.
- Comportamiento exageradamente desorganizado (inapropiado) o catatónico (conducta motora totalmente inhibida).
- Síntomas negativos, como aplanamiento afectivo (dificultad para expresar sentimientos y emociones), alogia (empobrecimiento del lenguaje) o abulia (falta de voluntad o de deseo de cumplir las tareas cotidianas o necesarias).
- Disfunción sociolaboral: Una o más áreas importantes de la actividad social, como el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado de uno mismo, están claramente por debajo del nivel previo al trastorno, durante la mayor parte del tiempo. Cuando el inicio es en la infancia o la adolescencia, la persona no consigue el nivel esperado de rendimiento interpersonal, académico o laboral.
- Duración: Persistencia de signos continuos de la alteración durante seis meses como mínimo.
- Haber descartado:
- El hecho de que el trastorno esté ocasionado por los efectos fisiológicos directos del consumo de determinadas sustancias, como por ejemplo alguna droga o algún medicamento.
- La presencia de una enfermedad orgánica (es decir, no mental) o de un trastorno generalizado del desarrollo, caso en que el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se confirmará si las ideas delirantes o las alucinaciones también se mantienen durante al menos un mes (o menos si se han tratado con éxito).
Normalmente se añade al estudio diagnóstico una valoración general del estado de salud, con la solicitud de pruebas analíticas de sangre y de orina, y de neuroimagen, como un electroencefalograma (EEG), una tomografía computadorizada (TC) craneal, o una resonancia magnética (RM) cerebral.
TratamientopP@)
Es importante favorecer el acceso al tratamiento, ya que instaurar precozmente el tratamiento adecuado favorece la recuperación de la persona afectada y aumenta las posibilidades que esta recuperación sea completa y más rápida.
El tratamiento de la esquizofrenia se ha de abordar de forma global, combinando diferentes tipos de tratamiento: el médico (farmacológico) y las terapias psicosociales. Para obtener una mejora en la calidad de vida de la persona afectada, es necesaria la combinación de las dos cosas, dado que por sí solo ningún tratamiento constituye una respuesta terapéutica suficiente.
La combinación de tratamientos y terapias consensuadas entre el equipo terapéutico y el enfermo y su familia es lo que se denomina Plan Terapéutico Individualizado (PTI).
El tratamiento farmacológico es eficaz para disminuir los síntomas en períodos de crisis, para la prevención de recaídas o para la mejora de los síntomas entre crisis y crisis.
El otro elemento clave del tratamiento de la esquizofrenia es la terapia psicosocial, que pretende reducir la vulnerabilidad de la persona afectada ante nuevas situaciones de estrés que puedan alterar la estabilización de la enfermedad, reforzar su adaptación y su funcionamiento social, y procurar conseguir la mejor calidad de vida posible.
Es importante recibir ayuda tan pronto como sea posible y que el equipo de salud especialista haga un plan de tratamiento en el que la persona afectada, la familia y las personas con las que se relaciona participen de forma activa. El tratamiento habitualmente se lleva a cabo desde el dispositivo especializado en salud mental de referencia. En función de la gravedad del cuadro clínico o la fase de la enfermedad, o bien de las necesidades específicas de la persona con esquizofrenia, se requerirá que el tratamiento se haga desde un dispositivo u otro.
1. Tratamientos farmacológicos
La medicación es una parte muy importante para el tratamiento de las personas afectadas de esquizofrenia. Se ha demostrado su eficacia para disminuir los síntomas en períodos de crisis (episodios agudos), para la prevención de recaídas o para la mejora de los síntomas entre las diferentes crisis. El tipo de fármaco y la dosis varían de una persona a otra, en función de sus características físicas (peso, edad, sexo, etc.) y el tipo de síntomas que presenta.
El tratamiento farmacológico habitualmente se inicia con una dosis baja del medicamento y es el médico, juntamente con la persona afectada, quien posteriormente va ajustando la dosis que se debe tomar en cada caso, ya que no todas las personas responden igual a la medicación y es necesario determinar la dosis que es más efectiva para cada cuna.
Para un buen funcionamiento del tratamiento, es importante tomar la medicación tal y como ha estado prescrita, sin modificar la dosis ni dejarla, aunque la persona tenga la sensación de que ya se encuentra bien o, por lo contrario, que no le hace efecto, ya que para que el fármaco haga efecto en una crisis es necesario que pasen entre dos semanas y dos meses. Se ha de hacer un seguimiento cuidadoso de la respuesta conseguida, porque si no fuera la esperada se tendría que modificar la dosis o probar con otros tratamientos que sean más eficaces.
Una vez superada la crisis, la dosis se reduce progresivamente. En este sentido, y a causa del riesgo de recaída, es necesario no suprimir o reducir prematuramente la medicación. Por este motivo se ha de hacer un cuidadoso seguimiento con el médico para determinar la duración del uso de la medicación que, según la persona y la evolución de su enfermedad, puede ser de entre 2 y 5 años, o permanente en algunos casos.
Para aquellas personas que tienen dificultades para recordar la toma de la medicación diaria, pueden ser útiles las medicaciones llamadas depot (o de depósito, porque se libera lentamente). En este caso se trata de antipsicóticos inyectables por vía intramuscular que mantienen el efecto durante un tiempo prolongado (dos o tres semanas).
El tratamiento farmacológico de la esquizofrenia, como todos los medicamentos, además del efecto beneficioso que se busca cuando se administra, puede provocar también otros efectos adversos o secundarios, que pueden ser paliados por otros fármacos. La mayoría de estos efectos adversos aparecen en las primeras semanas de tratamiento y los más frecuentes son los que afectan al sistema nervioso y muscular, como alteraciones del control del tono muscular (distonías), imposibilidad de mantenerse quieto o sentado (acatisia), temblores (parkinsonismo), rigidez y debilidad muscular, movimientos incontrolables de la boca y la cara (discinesias tardías), etc. Otros efectos son la sedación, la somnolencia, el aumento de peso, la sequedad de boca, la visión borrosa, el estreñimiento, la taquicardia o las disfunciones sexuales.
El médico puede considerar adecuado prescribir otros medicamentos que, juntamente con los antipsicóticos, ayuden a reducir los síntomas de la esquizofrenia, como por ejemplo ansiolíticos, antidepresivos (en asociación con psicolépticos o no) o estabilizadores del estado de ánimo, o bien medicamentos que reduzcan los efectos adversos de los antipsicóticos, como los fármacos antiparkinsonianos.
- Antipsicóticos,neurolépticos o tranquilizantes mayores. Fármacos que provocan modificaciones fundamentalmente en el cerebro, bloqueando los receptores de la vía de la dopamina (hormona y neurotransmisor que influye en muchas funciones cerebrales, entre las que se incluyen el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el sueño, el humor, la atención y el aprendizaje). Los antipsicóticos o neurolépticos, cuando llegan al cerebro, ocupan los receptores de la dopamina, actúan como antagonistas suyos y bloquean sus efectos. Esto se traduce en un estado de tranquilidad y de indiferencia. Los neurolépticos o antipsicóticos se pueden administrar por vía oral, sublingual, intramuscular o endovenosa, según sea el caso y el producto comercial. Los más utilizados son:
- clorpromazina (Largactil)
- levomepromazina (Sinogan)
- flufenazina (Modecate)
- perfenazina (Decentan)
- trifluoperazina (Eskazine)
- periciazina (Nemactil)
- pipotiazina (Lonseren)
- haloperidol (Haloperidol)
- ziprasidona (Zeldox)
- zuclopentixol (Clopixol)
- clozapina (Leponex)
- olanzapina (Olanzapina)
- quetiapina (Seroquel)
- tiaprida (Tiaprizal)
- aripiprazol (Abilify)
- clotiapina (Etumina)
- risperidona (Risperdal, Diaforin)
- paliperidona (Invega, Xeplion)
- Antidepresivos. Fármacos indicados en el tratamiento de las depresiones mayores. Se dividen en tres clases: los inhibidores de la monoaminooxidasa, los tricíclicos, y los antidepresivos de segunda generación, que actúan sobre los tres principales neurotransmisores que intervienen en la depresión. Actualmente, los más utilizados son:
- clomipramina (Anafranil)
- imipramina (Tofranil)
- citalopram (Prisdal)
- escitalopram (Cipralex, Esertia)
- fluoxetina (Adofen)
- trazodona (Deprax)
- Antidepresivosen asociación con psicolépticos. Fármacos indicados en el tratamiento de los trastornos depresivos leves y moderados, acompañados o no de ansiedad, así como también en los trastornos somáticos (aquellos en que los síntomas son inexplicables desde el punto de vista médico, no son atribuibles a una enfermedad física y para los que han fracasado los tratamientos médicos habituales) de fondo depresivo.
- melitraceno + flupentixol (Deanxit)
- Ansiolíticos. Tranquilizantes menores con acción depresora del sistema nervioso central, destinados a disminuir o eliminar la ansiedad.
- alprazolam (Trankimazin)
- bromazepam (Lexatin)
- clorazepato de potasio (Tranxilium)
- diazepam (Diazepam)
- halazepam (Alapryl)
- Ketazolam (Sedotime)
- flurazepam (Dormodor)
- midazolam (Dormicum)
- triazolam (Halcion)
- zolpidem (Stilnox)
- Antiparkinsonianos. Fármacos que, por su efecto anticolinérgico, se administran para tratar los efectos adversos de los medicamentos antipsicóticos sobre el sistema nervioso extrapiramidal (red neuronal que forma parte del sistema nervioso central y es parte del sistema motor, directamente relacionado con la coordinación del movimiento), como la rigidez muscular, el movimiento muscular repetitivo y los movimientos involuntarios. Pueden aparecer de forma aguda, en los primeros días y semanas de su administración, o bien ser crónicos y manifestarse al cabo de meses y años de la administración de medicamentos antipsicóticos. Mientras que en el primer caso los efectos adversos dependen de la dosis y son reversibles si ésta se reduce o se interrumpe su administración, en el caso de los trastornos crónicos no dependen tan claramente de la dosis y pueden persistir después de la retirada del medicamento. Actualmente, los antiparkinsonianos con efecto anticolinérgico más utilizados son:
- biperideno (Akineton)
- trihexifenidil (Artane)
3. Lugares de tratamiento
Los principales ámbitos de tratamiento especializado donde se atienden a personas con esquizofrenia son los centros de salud mental, los hospitales (hospitalización total o parcial) y los servicios de rehabilitación comunitaria. El lugar donde seguir el tratamiento vendrá dado por la situación en la que se encuentre la persona que tiene la enfermedad y por la valoración que haga el equipo de profesionales especialistas de referencia.
La red asistencial incluye dispositivos de tratamiento ambulatorio y hospitalario, en forma de centros de salud mental, hospitalización completa para enfermos agudos y subagudos, hospitalización en régimen de comunidad terapéutica, hospitalización de media y larga estancia o de rehabilitación hospitalaria, unidades de hospitalización parcial, como hospitales de día, servicios de urgencias y servicios de rehabilitación psicosocial, residencias psiquiátricas y pisos asistidos.
En la elección del ámbito de tratamiento, se ha de tener en cuenta la interrelación entre los diferentes momentos de la evolución y las características de la situación actual, así como los objetivos terapéuticos de cada momento, los diferentes dispositivos existentes y los servicios que estos dispositivos pueden facilitar, con especial atención a la etapa del ciclo vital de la persona.
En España, la atención primaria de salud es el punto inicial para la detección precoz de la enfermedad y desde donde se puede coordinar la derivación de la persona afectada y de su familia hacia los servicios especializados necesarios para garantizar una atención integral. En Cataluña existe lo que se denomina el Programa Antena, que es un apoyo de los especialistas en salud mental en las áreas básicas de salud.
Para las situaciones que requieran una atención urgente, hay que dirigirse al centro hospitalario que ofrezca asistencia urgente especializada en salud mental.
3.1 Centros de salud mental
Los centros de salud mental son el ámbito desde el que, habitualmente, se hace el diagnóstico de la enfermedad, y el seguimiento, el control y la coordinación del plan terapéutico de la persona afectada, en las diferentes fases y momentos del trastorno.
En el transcurso de las últimas décadas, se han abierto diferentes servicios de atención a la comunidad, con profesionales especializados en la atención a la salud mental que, mediante visitas al centro con el psicólogo, el psiquiatra, la enfermera o el trabajador social, hacen el seguimiento de cada persona en función del tipo de trastorno.
El objetivo prioritario es la consecución de los objetivos del plan terapéutico pactado y la vinculación a los servicios de salud, para mejorar la capacidad funcional y la calidad de vida tanto de las personas afectadas como de sus familias.
3.2 Hospitalización
Básicamente hay dos modalidades de hospitalización: la hospitalización total (ya sea en unidades de agudos, subagudos o comunidades terapéuticas) y la hospitalización parcial, en los llamados hospitales de día.
- 3.2.1 Hospitalización total (unidad de agudos, de subagudos, comunidad terapéutica)
La hospitalización total acostumbra a estar indicada para aquellas personas sobre las que se cree que hay un riesgo grave de hacerse daño a sí mismas o a otras personas, o que presentan una desorganización tan intensa (influencia de delirios y/o alucinaciones) que no son capaces de cuidar de ellas mismas y necesitan una supervisión constante.
Dependiendo de la fase evolutiva, de la evaluación clínica, del riesgo detectado y del plan terapéutico, es decir, de las estrategias terapéuticas que se ofrecen (tipo de tratamiento) se optará por la fórmula de hospitalización que se considere más apropiada.
- 3.2.2 Hospitalización parcial (hospital de día)
La hospitalización parcial es un recurso asistencial intermedio entre la hospitalización completa y el seguimiento ambulatorio. Mayoritariamente se utiliza después de la hospitalización total en aquellas personas con esquizofrenia que no presentan un riesgo grave de hacerse daño a sí mismas o a otros, pero en las que el grado de estabilidad de la enfermedad es frágil, por lo que se pueden beneficiar de un seguimiento continuo. Puede ser también una medida preventiva de posibles recaídas o un recurso en los casos en que la persona puede responder favorablemente a una atención ambulatoria intensiva.
3.3 Servicios de rehabilitación comunitaria
Los servicios de rehabilitación comunitaria, los servicios psicosociales y los centros de día constituyen una indicación para todas aquellas personas con un trastorno esquizofrénico que requieren intervenciones rehabilitadoras y facilitadoras de la integración psicosocial en la comunidad adaptadas a cada una de las fases de la evolución de la enfermedad.
Estas intervenciones se han de integrar dentro de un mismo plan terapéutico individualizado y se han de hacer coordinadamente con los otros profesionales y servicios.
Control de la situación de saludpP@)
Para que la persona afectada por una esquizofrenia lleve una vida lo más normal posible y logre un nivel óptimo de autonomía y de independencia en el cuidado de sí misma, es imprescindible que acepte la enfermedad y se implique activamente en el control de su salud.
Por este motivo es importante:
1. Disponer de información; 2. Construir una relación de confianza; 3. Ser un elemento activo; 4. Mantener el tratamiento; 5. Mantener un buen estado de salud; 6. Vincularse a fundaciones y asociaciones de salud mental y a Grupos de Ayuda Mutua (GAM); 7. Considerar los posibles beneficios de las terapias complementarias; 8. Gestionar los certificados de disminución y minusvalidez; 9. Las prestaciones económicas.
1. Disponer de información sobre la esquizofrenia es un elemento primordial tanto para el propio afectado como para la familia. Tener conocimientos sobre el trastorno y su tratamiento facilitará la detección rápida de los primeros síntomas de alteración y favorecerá la creación del vínculo con el centro de salud especializado lo más pronto posible, con lo que se conseguirá una más rápida intervención terapéutica. Sin embargo, actualmente se dispone de tanta información, sobre todo a través de la red, que puede llegar a ser compleja y confusa. Por ello, es de especial importancia que las fuentes de información en Internet que se consulten sean seguras y de calidad. En este sentido, hay instrumentos de apoyo fáciles de utilizar para todos los públicos, como el cuestionario para evaluar páginas web sanitarias según criterios europeos, que ayuda a discriminar si una fuente es fiable o no.
2. Construir una relación de confianza
- 2.1 Con el equipo de profesionales que se ocupan del control de la evolución de la enfermedad, para poder recibir la ayuda necesaria en cada momento del proceso terapéutico.
Recomendaciones:- Confiar en las indicaciones del equipo de profesionales.
- Explicar las inquietudes, los temores, las sensaciones y emociones por la atención recibida.
- Decir la verdad.
- 2.2 Con la familia y el entorno.
La evolución de la enfermedad siempre es mejor si la persona dispone de apoyo social y de un clima familiar favorable. Las relaciones cordiales y de apoyo entre los diferentes miembros de la familia facilitan una mejor evolución de la enfermedad. Se ha de tener en cuenta que los familiares de la persona afectada por esquizofrenia también necesitarán ayuda y apoyo por parte del equipo de profesionales.
3. Ser un elemento activo, es decir, participar juntamente con el equipo de profesionales en la toma de decisiones para encontrar la ayuda necesaria más apropiada en cada momento.
4. Mantener el tratamiento farmacológico pautado y las terapias psicosociales acordadas en el plan terapéutico en todo momento, sea cual sea el momento evolutivo de la enfermedad.
La persona afectada por una esquizofrenia se ha de responsabilizar de su tratamiento farmacológico. Es aconsejable que un familiar también se implique en él, con el fin de poder colaborar si es necesario en la organización y la administración de los diferentes fármacos.
Recomendaciones:
- Se ha de organizar la medicación de manera que sea fácil tomársela correctamente y en el momento adecuado. Hay que tenerla en un lugar accesible y utilizar pequeñas estrategias para evitar los olvidos, como por ejemplo ponerse la alarma del móvil para las tomas de primera hora de la mañana, dejarse la toma preparada en la mesilla de noche para no tener que levantarse y poder descansar correctamente, o usar un pastillero diario o semanal.
- Incorporar la toma de medicación en las actividades de cada día también es una manera de reducir los olvidos. Por ejemplo, hacer coincidir la toma de la mañana con el desayuno. También puede ayudar dejarla en un lugar visible.
- Buscar ayuda y apoyo externos de familiares, de cuidadores profesionales, de amigos, etc.
- Debe saberse hasta qué día se dispone de medicación, tener recetas en casa para poder ir a la farmacia en cualquier momento, pedir hora para ir a buscar recetas con tiempo, y no esperar a quedarse sin medicación en casa. No se aconseja acumular un exceso de medicación. Hay que revisar periódicamente la fecha de caducidad de los fármacos.
5. Mantener un buen estado de salud.
Se ha de seguir una alimentación saludable, hacer actividad física y ejercicio físico adecuados a los problemas de salud derivados de los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, como la obesidad o la hipertensión arterial, reposar y dormir correctamente, reducir el estrés y hacer actividades de ocio.
Recomendaciones:
- No se deben consumir tóxicos, ya que pueden empeorar los síntomas de la enfermedad y ser desencadenantes de una recaída.
- Dejar de fumar mejora la capacidad respiratoria y hace sentir mejor a la persona consigo misma. Se puede pedir asesoramiento a la enfermera de salud mental, que puede ayudar a ir reduciendo el consumo de tabaco. Dejarlo completamente no siempre es posible, pero ya es un gran beneficio poder reducir el número de cigarrillos por día.
- Comer sano y evitar el sedentarismo contribuirá a ganar bienestar físico y a la vez psicológico. Esto hace sentirse mejor con uno mismo y repercute positivamente en la autoestima.
6. Vincularse a fundaciones y asociaciones de salud mental dirigidas a personas afectadas y a sus familiares.
Las asociaciones de familiares y personas con problemas de salud mental llevan a cabo una importante labor de apoyo, de información y de asesoramiento a las personas afectadas por una enfermedad mental y a sus familias. Así mismo, desarrollan una labor de sensibilización pública y de reivindicación de los derechos de las personas con problemas de salud mental, a la vez que crean y gestionan recursos y servicios para estas personas y sus familias. Es también un buen espacio para que la persona afectada o los familiares puedan compartir sus vivencias y experiencias, y ayudar al resto de los miembros del grupo. En ningún momento esta vinculación se ha de vivir como una obligación.
Los servicios que se pueden encontrar en estas asociaciones son:
- Información sobre todos los factores relacionados con la enfermedad (tratamientos, investigaciones) y los factores que interfieren en la vida y la salud de las personas que la sufren (afectados y cuidadores).
- Apoyo a enfermos y familiares.
- Orientación en la toma de decisiones sobre el tratamiento.
- Grupos de ayuda mutua, formados por un número reducido de personas, donde se establece la relación, el intercambio de experiencias y el apoyo entre las personas de manera franca y abierta. Habitualmente una persona voluntaria o un profesional dinamiza el grupo.
- Sensibilización de la sociedad sobre la enfermedad. Lucha contra la estigmatización y la autoestigmatización.
- Información sobre ayudas económicas. Los trabajadores sociales de estas entidades son los que, después de hacer una entrevista, valoran la situación social, familiar y económica de la persona afectada y, según los resultados, proponen acceder a los diferentes recursos.
- Actividades o talleres. Son espacios, creados tanto para enfermos como para familiares, que favorecen una actividad o una relación con otras personas que se encuentran en una situación similar. Es importante ocupar el tiempo con actividades que relajen, distraigan y faciliten la relación con los demás. Por ejemplo, clubes sociales, que programen talleres y actividades variadas (salidas de fin de semana, equipo deportivo, etc.).
- Activismo, con el fin de promover, proteger y defender los derechos y los intereses de las personas con trastornos mentales. Estos derechos incluyen asuntos legales, éticos, médicos y laborales.
- Voluntariado. Hay asociaciones y entidades que ofrecen apoyo a través de personas voluntarias.
7. Considerar los posibles beneficios de las terapias complementarias, que pueden ser una ayuda para la mejora y el control de la salud, tanto para las personas con un trastorno mental, como es la esquizofrenia, como para sus familias. Las terapias complementarias no curan la esquizofrenia, sino que ayudan a aliviar o reducir los efectos secundarios de la enfermedad o de los tratamientos. Es importante consultar al equipo terapéutico de salud mental y resolver las dudas sobre el uso de estas terapias (Link a Ficha terapias complementarias / en la promoción, el mantenimiento y la recuperación de la salud) conjuntamente con los tratamientos pautados.
8. Gestionar los certificados de disminución y minusvalidez.
Las personas con alguna enfermedad crónica pueden presentar una disminución de la capacidad para hacer las actividades de la vida diaria. El certificado de disminución, que en España concede el departamento de servicios sociales de cada comunidad autónoma, es un documento que expresa en tantos por ciento el grado de limitación o disminución que tiene cada persona para desarrollar cualquier actividad de la vida diaria. Se valoran la discapacidad que tiene la persona y también los factores sociales complementarios, como el entorno familiar o la situación laboral, educativa y cultural, que si no son los adecuados pueden dificultar la integración de la persona. A partir de un grado de disminución igual o superior a un 33 %, la administración pone a disposición de la persona un conjunto de recursos dirigidos a mejorar su calidad de vida. Como ejemplo de recursos, están las deducciones en la declaración de la renta, los beneficios para las empresas que contraten personas con un certificado de disminución o las ayudas para la adquisición de viviendas de protección oficial. Para más información o para la gestión del certificado de disminución, hay que dirigirse al profesional de trabajo social del centro sanitario, que es quien puede orientar mejor la gestión a seguir; otro posible recurso es el departamento de servicios sociales del ayuntamiento correspondiente al lugar de residencia.
9. Las prestacioneseconómicas.
Existen varias prestaciones por incapacidad y prestaciones a favor de familiares.
Los diferentes tipos de incapacidad y las prestaciones relacionadas son:
- Incapacidad permanente parcial para la profesión habitual: Ocasiona al trabajador una disminución igual o superior al 33 % en su rendimiento, sin impedir que pueda hacer las tareas fundamentales de su profesión habitual.
- Incapacidad permanente total para la profesión habitual: Inhabilita al trabajador para el desarrollo de todas las tareas, o de las fundamentales, de la profesión habitual; el trabajador, sin embargo, puede hacer otro trabajo.
- Incapacidad permanente absoluta para todo tipo de trabajo: Inhabilita completamente al trabajador para cualquier profesión. Equivale al 100 % de la base reguladora.
- Gran invalidez: El trabajador presenta una incapacidad permanente y, como consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesita la asistencia de otra persona para las actividades más esenciales de la vida diaria, como vestirse, desplazarse o comer. Permite una prestación del 100 % de la base reguladora, incrementada en un 50 % destinado a remunerar a la persona cuidadora.
- Pensión no contributiva de invalidez: Prestación para personas que no pueden acogerse al sistema contributivo de pensiones (las anteriormente descritas). Se dirige a personas de entre 18 y 65 años con un reconocimiento de disminución permanente igual o superior al 65 % de carácter físico, psíquico o sensorial, sin recursos económicos suficientes. Cuando la persona tiene un grado de discapacidad igual o superior al 75 % y se le reconoce la ayuda de una tercera persona, la prestación se incrementa en un 50 %.
Las prestaciones a favor de familiares:
- Prestación por hijo a cargo: Asignación económica que se entrega para cubrir una situación de necesidad o de exceso de gastos debida a tener que hacerse cargo de una persona con incapacidad.
Para más información, se puede consultar el apartado de Bienestar Social y Familia del sitio web de la Generalitat de Catalunya:
Esquizofrenia en las etapas del ciclo vitalpP@)
1. La esquizofrenia en la infancia, 2. La esquizofrenia en la adolescencia, 3. La esquizofrenia en la adultez, 4. La esquizofrenia en la vejez.
1. La esquizofrenia en la infancia
Durante la infancia es muy difícil el diagnóstico de la esquizofrenia, ya que antes de los 5 años la esquizofrenia tiene rasgos comunes con el autismo, cosa que hace difícil hacer un diagnóstico diferencial entre ambos trastornos. Los síntomas que pueden detectarse en esta etapa tienen que ver con la relación que el pequeño tiene con el exterior (inhibición y aislamiento, el niño se encuentra en su propio mundo) y sólo con el paso del tiempo serán más claros los signos y síntomas específicos de la esquizofrenia, que no difieren mucho de los de la esquizofrenia en el adulto.
La aparición de una enfermedad como la esquizofrenia en un niño o una niña provoca en los padres un estado emocional que acostumbra a manifestarse siguiendo las etapas típicas del duelo, es decir, negación, enojo, regateo, aflicción y aceptación final. Es muy importante que lleguen a la etapa final y que acepten la enfermedad del hijo como una cosa que formará parte de su vida y, por lo tanto, que necesitan informarse y adquirir los conocimientos necesarios para ayudar al pequeño a convivir con ello y a llegar a tener el máximo de autonomía posible. En Cataluña, toda esta información, ayuda y apoyo se pueden recibir en los centros de salud mental infantil y juvenil (CSMIJ) de referencia.
Además de las necesidades específicas generadas por la esquizofrenia, cabe siempre tener en cuenta las características específicas de los niños, y las demandas y los requerimientos de salud propios de esta etapa del ciclo vital.
2. La esquizofrenia en la adolescencia
La adolescencia es la etapa de la vida en que hay una mayor incidencia en la aparición de la esquizofrenia, sobre todo en los últimos años de este período, a causa de los diversos factores típicos de esta etapa, como los cambios hormonales, neurológicos e inmunitarios, que, añadidos a los cambios psicológicos y sociales, hacen que el adolescente sea especialmente vulnerable.
Entre los 16 y los 25 años acostumbran a presentarse los primeros signos de la enfermedad (etapa prodrómica) y aparecen los primeros cambios:
- En la conducta, como aislamiento, deterioro escolar o laboral, abandono de la higiene personal.
- En el estado de ánimo, como irritabilidad o depresión.
- En los procesos de pensamiento, como dificultad en la atención y la concentración, confusión o suspicacia.
- Físicos, como alteraciones del sueño, del apetito, disminución de la energía o interés sorprendente por temas esotéricos o extraños, que no habían interesado en épocas anteriores.
Estos cambios se producen generalmente de forma gradual y, por lo tanto, difícil de identificar, tanto para el muchacho o la muchacha como para los que les rodean.
En este período, en el que el adolescente pasa la mayor parte del tiempo en la escuela o el instituto, es importante que los padres y los familiares más cercanos mantengan una especial atención y contacto con el centro (entrevistas y seguimientos con el tutor), con el fin de captar lo más pronto posible la aparición de cualquier señal de alerta.
El uso descontrolado en los adolescentes de las nuevas tecnologías (ordenadores, Internet, videojuegos, etc.) puede ser un elemento desestabilizador, ya que favorecen la desconexión del mundo real y propician el aislamiento. Por ello, es muy recomendable que la familia y la escuela trabajen conjuntamente para promocionar el uso saludable de Internet, las redes sociales y, en general, de todas las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Esta es una etapa del ciclo vital en la que las habilidades sociales están en pleno proceso de desarrollo, en la que se busca la inmediatez en el bienestar y en la resolución de conflictos, y en la que se buscan ayudas y apoyos externos, muy a menudo en el grupo de iguales. Todas estas circunstancias constituyen también factores de riesgo, ya que este contexto favorece el uso de drogas y sustancias estimuladoras o desinhibidoras, como el alcohol, la cocaína, las anfetaminas y el cannabis (elementos todos ellos que pueden desequilibrar el estado mental).
Además de las necesidades especificas generadas por la esquizofrenia, siempre se han de tener en cuenta las características específicas de los adolescentes, y las demandas y los requerimientos de salud propios de esta etapa del ciclo vital.
Adolescencia, consejos de salud
3. La esquizofrenia en la adultez
En la adultez las posibilidades de que se desarrolle una esquizofrenia son menores que en la etapa de la adolescencia, pero no es imposible. En esta etapa del ciclo vital, las rupturas, los cambios en los roles sociales (separaciones, muerte de familiares, etc.) o los cambios en el entorno laboral pueden propiciar y generar un mayor estrés, cosa que puede provocar, en personas vulnerables, que se desarrolle la enfermedad también en esta etapa de la vida.
El uso o el abuso de sustancias psicoactivas y drogas (alcohol, cannabis, cocaína, etc.) pueden ser desencadenantes de un proceso de psicosis en cualquier época de la vida y, por lo tanto, también de la esquizofrenia.
En el caso de que la persona haga años que la sufre, generalmente en la adultez la esquizofrenia tiene un mejor manejo, porque tanto la persona afectada como la familia han aprendido a convivir con la sintomatología negativa y a identificar la fase prodrómica.
Es en esta etapa de la vida en la que la persona desarrolla su vida social y familiar, y asume la mayor parte de sus responsabilidades y roles. Sufrir esquizofrenia puede hacer que estos roles y responsabilidades no se ejerzan con normalidad, al mismo tiempo que se pueden ver reducidas las posibilidades de proseguir el desarrollo personal, social y profesional propios de esta época de la vida. Todo esto hace que el apoyo que la persona adulta puede recibir en los sitios de atención específicos pueda serle muy útil para que desarrolle al máximo sus habilidades sociales.
Además de las necesidades especificas generadas por la esquizofrenia, siempre se han de tener en cuenta las características específicas de la adultez, y las demandas y los requerimientos de salud propios de esta etapa del ciclo vital.
4. La esquizofrenia en la vejez
El desarrollo de una esquizofrenia en la vejez es bastante improbable. La situación más habitual en esta etapa vital es que la enfermedad haya estado un proceso que ha acompañado la trayectoria de la vida de la persona desde hace años y que, por este motivo, se pueda encontrar ahora más aislada o, incluso, sola. Los familiares que más de cerca siguen el acompañamiento en otras etapas del ciclo vital suelen ser los padres, que en esta época ya no están. Es un momento en que cobra gran importancia la vinculación social, al vecindario, al centro de salud y en que se han de potenciar los recursos de la red social de su entorno.
En la vejez se debe mantener la atención en los puntos que hacen referencia al seguimiento del tratamiento, con especial atención al mantenimiento de los hábitos personales de higiene, de alimentación y de vigilancia de la salud. El riesgo de sufrir enfermedades e incapacidades que acompaña esta etapa vital se incrementa con la vulnerabilidad añadida que supone un mal control de la esquizofrenia.
Por otro lado, en esta etapa de la vida suelen aparecer los déficits cognitivos, que se manifiestan con pérdida de memoria, dificultad de concentración, etc. Si, además, la persona mayor sufre esquizofrenia, es muy necesario, para poder garantizar su vinculación al sistema de salud, poder contar con el recurso del plan de servicio individualizado (PSI).
Además de las necesidades especificas generadas por la esquizofrenia, siempre se han de tener en cuenta las características específicas de la vejez, y las demandas y los requerimientos de salud propios de esta etapa del ciclo vital.
Problemas de salud relacionadospP@)
Las personas afectadas por una esquizofrenia tienen un mayor riesgo de tener otros problemas de salud, algunos de los cuales relacionados con el tratamiento y otros debidos a los estilos de vida no saludables, como los hábitos alimentarios inadecuados, el sedentarismo o el consumo de sustancias como el alcohol y el tabaco.
Por lo tanto, se ha de ser consciente de que determinados tratamientos farmacológicos contribuyen, con sus efectos no deseados, a incrementar los problemas de salud.
En primer lugar el desarrollo del síndrome metabólico asociado a los neurolépticos atípicos, que provoca: 1. Obesidad, 2. Diabetes tipo II, 3. Dislipemia (incremento del colesterol LDL, también llamado colesterol malo, y del nivel de triglicéridos en la sangre) y 4. Enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, uno de los efectos no deseados de estos fármacos es el incremento de la prolactina, que provoca dificultades y/o alteraciones sexuales como la 5. Disfunción eréctil. Esta alteración en la sexualidad podría comportar que la persona dejara de tomar la medicación, con el consecuente riesgo de una posible recaída.
Además, algunos de los signos y síntomas del síndrome descrito se pueden desarrollar o agravar por la existencia de hábitos de vida no saludables.
1. Obesidad.
Además de poder formar parte del síndrome metabólico (posible efecto adverso del tratamiento farmacológico con neurolépticos), la obesidad también puede ser consecuencia de una alimentación poco equilibrada. Tanto en un caso como en el otro es esencial seguir:
- Las recomendaciones ante la obesidad.
- Las recomendaciones generales para una alimentación saludable.
- Las recomendaciones ante la obesidad en la Infancia y la adolescencia.
- Las recomendaciones en la actividad física ante la obesidad.
2. Diabetes tipo II.
Además de poder formar parte del síndrome metabólico (posible efecto adverso del tratamiento farmacológico con neurolépticos), la diabetes tipo II puede verse favorecida por la presencia de obesidad. En este sentido, es esencial seguir las recomendaciones para las personas con diabetes.
3. Dislipemia.
La dislipemia se manifiesta por el incremento del colesterol LDL o colesterol malo y del nivel de triglicéridos en la sangre. Además de poder formar parte del síndrome metabólico (posible efecto adverso del tratamiento farmacológico con neurolépticos), la dislipemia puede ser consecuencia, totalmente o parcialmente, de la obesidad y de una alimentación poco saludable. Se recomienda seguir las pautas para una alimentación saludable.
4. Enfermedades cardiovasculares.
Los estudios recientes indican que la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en las personas que tienen esquizofrenia es el doble que en la población general. Este incremento se puede relacionar, por un lado, con el síndrome metabólico asociado a los neurolépticos atípicos y, por el otro, también puede ser una consecuencia de hábitos no saludables, como una mala alimentación, la falta de ejercicio físico y el tabaquismo (adicción crónica al tabaco), fuertemente implantado en estas personas.
En este sentido es esencial seguir:
- Las recomendaciones generales para una alimentación saludable.
- Las recomendaciones en la actividad física ante los problemas cardiovasculares.
- Las recomendaciones para las personas fumadoras.
- Los controles periódicos y programados por el equipo de atención primaria.
5. Disfunción eréctil
La disfunción eréctil es una disfunción sexual masculina. Ocurre cuando aparecen dificultades para lograr o mantener la erección del pene.
Es recomendable abordar esta situación en la consulta con el profesional de la salud. A menudo, es un tema al que se es reacio a hablar, lo cual ocasiona una preocupación sobreañadida. En este caso, facilitará el manejo de la situación el dialogo y la colaboración con la pareja. Puede ser de especial utilidad incorporar estrategias de masajes y juegos previos, que podrían ayudar a obtener una mayor respuesta eréctil en el pene del varón.
Es aconsejable mantener unos hábitos de vida saludables para mejorar esta disfunción: dejar de fumar, no tomar bebidas alcohólicas, no tomar medicamentos sin prescripción, realizar ejercicio físico y procurar obtener un descanso reparador.
Situaciones de vida relacionadaspP@)
Situaciones de vida relacionadas:
1. Viajar
Igual que sucede con las personas con otros problemas de salud, la persona con esquizofrenia puede viajar cuando esté en fase de recuperación, siempre que, igual que en cualquier otra situación de la enfermedad, tome las precauciones necesarias.
En primer lugar, hay que asegurarse de que se dispone del botiquín necesario. Si el viaje es de corta duración, se ha de preparar el tratamiento farmacológico indicado para los días que perdure el viaje, con tal de garantizar que se tendrá medicación suficiente. Es aconsejable llevar siempre medicación para algunos días más de los previstos, en previsión de retrasos en el viaje de regreso, aunque también puede haber problemas para entrar en otro país si la cantidad de medicación es excesiva o si no se tiene la receta correspondiente. Según el acuerdo vigente en los países europeos, una persona está autorizada a llevar medicamentos para tres meses.
Los medicamentos se han de llevar en el equipaje de mano y no en las maletas que se tenga que facturar, y deben ir siempre en sus envases originales, donde estarán mejor protegidos de la humedad y de la luz. No obstante, si se llevan varios envases del mismo medicamento, es prudente repartirlos entre el equipaje de mano y el facturado. Se han de evitar los pastilleros, ya que, a diferencia de los envases originales, no llevan el número ni el prospecto de los medicamentos que contienen y no son idóneos para conservarlos en buen estado. Además, provocan muchas suspicacias en los funcionarios de aduanas y se puede dar el caso de que sean requisados con todo su contenido. Para evitar incidencias también se recomienda llevar un informe médico donde consten los medicamentos prescritos y las dosis. No es necesario que sea un informe médico oficial, pero debe ser un informe firmado por el médico prescriptor de estos medicamentos (un médico psiquiatra).
Si el viaje es de larga duración, es preferible evitar llevar un exceso de medicación: se ha de preparar un botiquín tal como se indica para viajes cortos y después, si es posible, conseguir la medicación necesaria en el lugar de destinación. Para ello, será necesario obtener una receta reglada del centro de salud donde conste toda la medicación prescrita, los datos identificativos de la persona que la toma, y las del centro especializado y el facultativo prescriptor. Esto ayudará a aclarar cualquier duda en el caso de que se tenga que acudir a un centro de salud o a las farmacias expendedoras del lugar de destino.
Toda persona que tenga un problema de salud crónico, como es el caso de la esquizofrenia, es importante que siga un conjunto de medidas para viajar de forma segura y saludable.
Viajar y tener un problema de salud crónico
2. Embarazo
Para cualquier mujer, quedarse embarazada en un momento adecuado es primordial. Por este motivo, es muy importante que las mujeres con esquizofrenia y con vida sexual activa, primero, usen el método anticonceptivo más adecuado a sus características y, segundo, siempre de acuerdo con su equipo de salud, verifiquen las ventajas y los inconvenientes de un embarazo, así como el momento más propicio para este embarazo.
Si la mujer con esquizofrenia plantea el deseo de quedarse embarazada es imprescindible que el equipo terapéutico y los profesionales, en colaboración con la persona afectada, diseñen las estrategias más apropiadas para ella y para el futuro bebé, y aseguren un seguimiento personalizado.
En el caso de un posible embarazo, se ha de tener en cuenta que es muy importante, tanto para la madre como para el feto, llevar un buen control terapéutico antes y durante el embarazo, y después del parto. Esto quiere decir que el equipo terapéutico deberá valorar la relación riesgo-beneficio de dejar o hacer cambios en la medicación antipsicótica. Los cambios en la medicación no controlados por los profesionales incrementan el riesgo de que el hijo sufra esquizofrenia, dato que forma parte de la información que el equipo terapéutico tendrá que dar a la mujer para que pueda tomar una decisión informada.
El período de riesgo máximo para la mujer es el puerperio. Durante el embarazo, disminuyen los síntomas de enfermedades como la esquizofrenia, pero se agravan en el puerperio, de manera que aumenta el riesgo de sufrir depresión puerperal. Por ello, es esencial intensificar el control y el seguimiento de la gestante con esquizofrenia, por lo que es importante que haya una comunicación fluida entre el equipo obstétrico y el equipo de salud mental, que puede evitar descompensaciones de la enfermedad y que favorecerá un buen control de la situación de salud.
Se recomienda tener en cuenta y ajustar a las necesidades de salud de cada persona los consejos para un embarazo y parto saludables.
3. Actividad laboral
Es importante, en la medida de lo se pueda, que las personas con esquizofrenia, una vez superada la fase de agudización o de recaída, continúen con una vida normal lo más pronto posible. En muchos casos pueden continuar haciendo su trabajo habitual, dependiendo del tipo de tratamiento farmacológico que reciban y del tipo de trabajo que hagan; por lo tanto, si esto es posible, continuar con la actividad laboral es la mejor opción para la recuperación de la persona que sufre este trastorno.
Podría darse el caso de que, por el tipo de trabajo previo, se haga necesario disminuir el ritmo de exigencia laboral, reducir la jornada o solicitar un cambio de lugar de trabajo. Si estas opciones no fueran posibles, la persona afectada podría buscar, dentro de la red de atención a la salud mental, equipos que trabajen la rehabilitación psicosocial y hagan apoyo a la inserción laboral.
Factores y conductes de protecciónpP@)
Es muy importante fomentar los factores y las conductas de protección y, siempre con la participación activa de la persona afectada y de su entorno familiar y social, promocionar su autonomía y su responsabilidad ante de la situación de salud.
Factores y conductas de protección relacionados con: 1. La aparición de la enfermedad; 2. El control de complicaciones o problemas de salud; 3. La evolución y el tratamiento de la enfermedad.
1. Relacionados con la aparición de la enfermedad
Al margen de los factores genéticos ligados al desarrollo de la esquizofrenia, que son inevitables e inmodificables, hay una serie de conductas protectoras encaminadas a trabajar sobre los factores desencadenantes (como el consumo de drogas o los factores estresantes) de la enfermedad y que evitan o retrasan su aparición.
Estas conductas tienen que ver con la prevención del uso indiscriminado de las técnicas de la información y la comunicación (TIC), y del uso de sustancias tóxicas como el cannabis, el alcohol, etc., así como con un buen entrenamiento para la gestión de las situaciones de estrés y de trabajo para aumentar la resiliencia.
En el desarrollo de estos factores protectores, tienen un papel esencial la familia y la escuela, en el caso de los niños y adolescentes. Ante una situación de sospecha de riesgo, es aconsejable y apropiada una consulta con el equipo de salud de atención primaria (médico o enfermera), que podrá explorar y valorar con más profundidad la situación e intervenir de forma precoz.
2. Relacionados con el control de complicaciones o problemas de salud
Entre los factores y conductas de protección relacionados con el control de complicaciones o problemas de salud, es importante:
- Estar en contacto con el equipo de salud primaria para programar periódicamente analíticas de sangre con el fin de de controlar la glucemia, el colesterol o bien si hay alguna alteración hormonal por ejemplo, en la prolactina.
- Controlar regularmente la presión arterial y el peso para prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares.
- Hacerse un electrocardiograma (ECG) cada año.
- Hacer revisiones odontológicas, oftalmológicas y ginecológicas anualmente.
- Disponer de una red de recursos estable e identificada, es decir, tener un equipo de salud de confianza y cercano al que poder consultar dudas o problemas que surjan en el día a día. Esto aumenta la confianza de la persona con enfermedad mental y la promoción en el autocuidado.
- Tener un entorno familiar, escolar y laboral estable que dé apoyo a la persona, que aumente su confianza, su autonomía y su responsabilidad en el control de la enfermedad.
- Utilizar fuentes de información y conocimiento acreditadas y disponibles que permitan tomar decisiones adaptadas a las necesidades de cada persona, controlar la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
3. Relacionados con la evolución y el tratamiento de la enfermedad
El elemento protector más destacado es, sin duda, la implicación familiar en el tratamiento y el control de la situación de salud del enfermo. El conocimiento adecuado de la enfermedad y su apoyo a la persona afectada son fundamentales para un buen curso de la enfermedad. Por ello es importante la incorporación y la asistencia de la familia a los espacios terapéuticos destinados a ellos (grupos familiares), sin olvidar la necesidad de la participación activa de esta familia en el plan terapéutico.
En este sentido, la OMS aconseja:
- Seguir las indicaciones terapéuticas e informar al equipo de salud de aquellas modificaciones que puedan generar alerta.
- Tener la máxima información posible sobre la enfermedad y no quedarse con dudas, ni sobre la enfermedad ni sobre los tratamientos aplicados.
- Fijarse objetivos modestos y realistas con la persona que tiene la enfermedad. Es preferible que cumpla con una tarea pequeña a que no haga nada.
- Potenciar o favorecer el diálogo con la persona sobre lo que le preocupa.
Los profesionales pueden ayudar a la familia a no poner la esperanza en “curaciones” o “tratamientos” unilaterales milagrosos sino en la continuidad de la atención y en su participación. La vinculación y la participación cercana de la familia facilitan que sus miembros acepten mejor los efectos negativos de la enfermedad.
Un buen seguimiento del plan terapéutico también es un factor que disminuye considerablemente la posibilidad de recaídas.
También son elementos protectores todos los relacionados con el control de la situación de salud y, en especial, el mantenimiento de unos espacios de relación social (asociaciones lúdicas, del entorno, o asociaciones de enfermos como FECAFAMM), que tratan de evitar el aislamiento de la persona afectada por la esquizofrenia.
Factores y conductas de riesgopP@)
Para evitar y controlar todos estos factores y conductas de riesgo asociados a la esquizofrenia, es necesario hacer un seguimiento y un control periódicos de la situación de salud de cada persona, fomentar los factores y conductas de protección y, siempre con la participación activa de la persona afectada y de su entorno familiar y social, promocionar su autonomía y su responsabilidad ante la situación de salud.
Factores y conductas de riesgo relacionados con: 1. La aparición de la enfermedad; 2. La aparición de complicaciones o problemas de salud; 3. La evolución de la enfermedad; 4. Los hábitos de vida no saludables; 5. Los signos y los síntomas negativos de la propia enfermedad; 6. Los signos y síntomas positivos de la propia enfermedad.
1. Relacionados con la aparición de la enfermedad
La aparición de la esquizofrenia puede tener diversas causas que se pueden ver favorecidas por unas conductas o factores desencadenantes; por lo tanto, si se pudieran disminuir estas conductas, se conseguiría minimizar el riesgo de aparición de la enfermedad. Los dos factores desencadenantes modificables son el consumo de drogas legales e ilegales, y las situaciones de estrés importante.
2. Relacionados con la aparición de complicaciones o problemas de salud
Las personas que sufren esquizofrenia tienen un mayor riesgo de tener otros problemas de salud asociados. Algunos de estos problemas de salud son efectos secundarios de la medicación y otros son consecuencia de los estilos de vida poco saludables, como los hábitos alimentarios inadecuados, el sedentarismo y el abuso del tabaco, del alcohol y de las drogas ilegales, que además de perjudicar la salud en general pueden desencadenar nuevos episodios graves de la enfermedad.
3. Relacionados con la evolución de la enfermedad
Las conductas de riesgo que pueden afectar el control de la enfermedad y de la sintomatología tienen que ver fundamentalmente con el no seguimiento del plan terapéutico acordado con los profesionales especialistas. Aunque hay que tener muy presente el efecto de cualquier droga ilegal y del alcohol, que por tanto hay que evitar.
- Irregularidades en el seguimiento terapéutico
Cualquier irregularidad en el seguimiento del plan terapéutico puede favorecer una reagudización de la enfermedad, o un empeoramiento en el estado de salud, ya que el plan terapéutico pactado entre el equipo de salud mental y la persona afectada está diseñado de forma individual y sólo conseguirá evitar las descompensaciones si se sigue cuidadosamente.
- Irregularidades en el seguimiento farmacológico
De la misma manera que las irregularidades en el seguimiento del plan terapéutico, la interrupción o la irregularidad en el seguimiento farmacológico están altamente asociadas a la aparición de recaídas; por lo tanto, es fundamental ser muy consciente de la necesidad de este seguimiento.
4. Relacionados con los hábitos de vida no saludable
La irregularidad en los horarios para comer y descansar es un elemento que, además de afectar a la salud en general, no favorece la consecución de parámetros regulares, que son tan necesarios en personas afectadas de esquizofrenia.
El sobrepeso, la obesidad, las enfermedades respiratorias, la hipertensión y las alteraciones del nivel de colesterol en la sangre son problemas de salud relacionados también con hábitos no saludables que suelen acompañar a los enfermos de esquizofrenia, problemas que muy a menudo pueden reducir sus expectativas de vida.
5. Relacionados con los signos y los síntomas negativos de la propia enfermedad
Hay una serie de factores y conductas de riesgo asociados a la sintomatología negativa de la esquizofrenia que pueden ser perjudiciales para la salud de la persona afectada, como pueden ser la inactividad y el sedentarismo, así como la desvinculación de ámbitos sociales (asociaciones o grupos de amigos con intereses comunes, deportivos, lúdicos, etc.) o el abandono de otras actividades relacionales. Son factores y conductas que facilitan el aislamiento y que se consideran de riesgo para la persona afectada por la esquizofrenia.
6. Relacionados con los signos y síntomas positivos de la propia enfermedad
Hay una serie de factores y conductas de riesgo asociados a la sintomatología positiva que son los más importantes que pueden aparecer en el contexto de la recaída y, por lo tanto, cuando hay alucinaciones y delirios. Son las conductas agresivas y/o violentas y el suicidio.
Repercusiones personales, familiares y socialespP@)
La esquizofrenia es una enfermedad que puede llegar a tener una importante repercusión en la calidad de vida de la persona que la sufre. En mayor o menor medida, pueden verse afectadas la actividad social y laboral, las relaciones personales y familiares o, incluso, el cuidado de un mismo.
Es importante conocer las posibles repercusiones que puede tener la persona que sufre la enfermedad y tomar las medidas adecuadas para minimizarlas.
1. Personales; 2. Familiares; 3. Sociales.
1. Personales
Las repercusiones personales dependen de la etapa de la vida y del momento evolutivo en que se encuentra la persona afectada, es decir, que no afectarán del mismo modo si por ejemplo la esquizofrenia se diagnostica a un adolescente o a un adulto joven o a un padre de familia.
El momento del diagnóstico para cualquier problema de salud es una etapa de preocupación, y lo es todavía más cuando este diagnóstico tiene que ver con la esfera mental de la persona.
Es muy importante cómo afronta este diagnóstico la persona afectada y su entorno, puesto que condiciona en gran medida la aceptación del tratamiento que se le propone y la evolución posterior del trastorno.
Puede ser que la persona afectada no acepte este diagnóstico, hecho puede comportar reticencias en la aceptación de la estrategia terapéutica indicada, es decir el tratamiento prescrito o el lugar donde debe realizarse el tratamiento (unidad hospitalaria, etc.). En estas situaciones hay que asegurar una continuidad asistencial con la persona o con la familia para poder evaluar la evolución e intervenir con el objetivo de que la persona acepte unos acuerdos terapéuticos mínimos.
Es importante que la persona afectada acepte ayuda de la equipo de salud lo más rápido posible; atribuir las repercusiones personales (dificultades laborales, pérdida de amistades, etc.) a causas ajenas puede retrasar el inicio y la implicación de un plan terapéutico, que, a la vez, debe permitir, a la larga, minimizar todas estas repercusiones. Por otro lado, iniciar el tratamiento precozmente hace que la fase activa de la enfermedad sea más corta y se pueda iniciar antes la recuperación.
La evolución de la enfermedad es muy variable; depende, entre otros, de factores como las condiciones sociofamiliares y culturales, el cumplimiento del tratamiento, la abstinencia de tóxicos y la carencia de situaciones de estrés.
Durante la llamada fase activa de la enfermedad, la persona confunde lo que es real con lo que no lo es y sufre alteraciones en el pensamiento y en la percepción, estas alteraciones hacen que actúe de una manera diferente en la esperada. Esto se refleja en la aparición de dificultades en las diferentes actividades diarias.
El funcionamiento de la persona enferma se ve afectado de manera general y también afecta a las relaciones con otras personas. Por ejemplo, el adolescente que sufre una fase activa de la enfermedad puede tener problemas para concentrarse, hecho que dificulta seguir el ritmo de estudio. El adolescente enfermo también puede evitar el contacto con otros y aislarse a causa de algunos pensamientos que puede tener, como por ejemplo que alguien le quiere hacer daño o que las otras personas están en contra suyo; este aislamiento le impide hacer amigos o mantenerlos, y en esta edad la amistad es muy importantes para el desarrollo personal y el sentimiento de pertenencia al grupo.
La dificultad para expresar sentimientos y emociones (abatimiento afectivo), la dificultad para disfrutar de las cosas placientes (anhedonía), la indiferencia aparente ante los estímulos, la sensación de vacío y la carencia de voluntad o de deseo de realizar las tareas cotidianas o necesarias (abulia) son síntomas negativos de la enfermedad que se intensifican cuando con el tratamiento farmacológico mejora el control de los síntomas positivos.
Muchos de los síntomas negativos de la enfermedad se atribuyen erróneamente a los efectos adversos del tratamiento farmacológico y esto hace que a menudo algunas personas decidan abandonar la medicación. Antes de tomar esta decisión hay que hablar con el equipo de salud para poder evaluarla juntamente.
El abandono del tratamiento farmacológico es la causa más importante de las recaídas, además empeora el curso de la enfermedad. Hay que mantener el tratamiento durante el tiempo indicado por el médico aunque los síntomas hayan mejorado o hayan desaparecido para evitar que reaparezcan.
Uno de los objetivos del tratamiento en la fase de recuperación es que la persona afectada pueda lograr un funcionamiento tan autónomo e independiente como sea posible. La estabilización no siempre es inminente; a menudo ello conlleva que la persona afectada pierda la autoestima, por ese motivo hay que ayudarla a redefinir su proyecto de vida y a lograr una satisfacción personal plena.
No es extraño que la persona afectada de esquizofrenia quiera acelerar el proceso de recuperación; pero debe tenerse en cuenta que es un proceso lento y no es aconsejable forzar una recuperación rápida. Una estrategia que se recomienda es organizar el día a día, favorecer las rutinas y reducir las presiones y el estrés, para poder asumir responsabilidades de forma progresiva y evitar a la vez la sobreprotección.
En la fase de recuperación de la enfermedad, la participación en terapias de rehabilitación psicosocial facilita la reinserción y evita que se perpetúen en el tiempo los síntomas negativos de la enfermedad. A menudo, las reservas por aceptar el diagnóstico de esquizofrenia, junto con el estigma que acompaña las enfermedades o trastornos mentales, hacen que la persona se muestre reticente a participar en este tipo de terapias rehabilitadoras.
El desconocimiento de este tipo de trastorno por la sociedad en general —a menudo potenciado por estereotipos utilizados por los medios de comunicación y el cine— puede hacer que quien lo sufre no quiera que las personas del entorno lo sepan por miedo al rechazo social.
Quien sufre esquizofrenia es la misma persona que era antes del diagnóstico: sufrir una enfermedad no la convierte en una persona diferente. Las alteraciones del pensamiento, de la percepción sensorial, de la conducta, de la afectividad, del lenguaje y de la comunicación, son síntomas de la enfermedad que hay que conocer y controlar, pero que no identifican a la persona.
Es aconsejable hablar de la enfermedad y de los síntomas con las personas cercanas para poder luchar contra los conceptos erróneos que rodean la esquizofrenia. La persona que sufre la enfermedad es quien decide qué información quiere compartir y con quien lo quiere hacer. Es más aconsejable no hablar si hay dudas, que dar información que no sea real.
2. Familiares
Asumir un diagnóstico de trastorno mental como la esquizofrenia comporta sin duda convulsiones en la estabilidad del ámbito familiar. El diagnóstico desconcierta tanto que a menudo los miembros de la familia se cuestionan como deben comportarse o incluso como deben hablar con la persona que sufre la enfermedad.
Es importante que la familia conozca y tenga en cuenta las necesidades de todos los miembros de la familia, no sólo de la persona que sufre el trastorno mental.
La convivencia con una persona que sufre un trastorno mental como la esquizofrenia y presenta conductas extrañas puede conllevar miedo y frustración; es importante recordar que la persona enferma no deja de ser pareja, hijo o hija, hermano o hermana, y que le resulta muy difícil comportarse de forma habitual.
A menudo la persona afectada no se considera enferma y rechaza la ayuda y el tratamiento que necesita; entonces el papel de la familia y del entorno más cercano es fundamental. De hecho, una buena parte de las personas con esquizofrenia presenta dificultades en la comunicación, en las relaciones con los otros, en la realización de las actividades cotidianas, etc. Si la familia conoce la situación y tiene herramientas y un apoyo adecuado para afrontarla, podrá gestionar mejor la convivencia familiar.
El papel de la familia va siempre ligado al afecto, al apoyo, a la aceptación y al reconocimiento del malestar y del sufrimiento. Se aconseja que la familia muestre comprensión por los síntomas y no critique ni sobreproteja la persona enferma.
La persona afectada encuentra en la familia los referentes conocidos que pueden ayudarle a prevenir episodios de recaídas; si se siente acompañada y comprendida, se siente más segura y confiada de la recuperación, y puede superar situaciones críticas con más facilidad. La persona que sufre esquizofrenia acepta mejor el tratamiento cuando la familia le acompaña en el proceso.
La evolución de la enfermedad, el tratamiento y la reinserción social mejoran cuando la persona tiene un buen apoyo familiar. El papel de la familia es fundamental en la identificación de los posibles cambios en los signos de recuperación o empeoramiento, favorece una actuación precoz en caso de recaída y puede mejorar el pronóstico.
Hay que tener en cuenta la autonomía y la independencia de la persona para cuidar su salud, fomentar el conocimiento, sus habilidades personales y apoyarle cuando lo necesite, pero no de manera permanente. Dependiendo del momento en que se encuentre la persona, el papel de la familia puede ser muy variable. Un ejemplo de esta situación puede ser el seguimiento de las tomas del tratamiento farmacológico: en una primera fase la persona que sufre esquizofrenia puede mostrarse reacia a tomar la medicación y hay que ayudarle para que la acepte y asegurarse que la sigue; pero a medida que acepta el tratamiento hay que fomentar la autonomía del paciente y dejar que tome la medicación sin mantener el mismo control, a través de una supervisión menos frecuente y exhaustiva.
Las personas establecen lazos y relaciones afectivas con otras personas, que pueden ser familiares, amigos, profesores, etc. En el caso de la esquizofrenia, es importante mantener estas relaciones y debe evitarse un cambio en el papel de cada uno: la pareja debe ser la pareja y no ha de convertirse en el médico, o el amigo no cebe pasar a ser la enfermera. Debe evitarse asumir un rol de sobreprotección que pueda afectar la relación. Mantener el papel de madre, pareja, amigo o profesor potencia el rol de la persona afectada y evita que se centre en la enfermedad y pase al rol de enfermo.
Los profesionales de la salud, mediante orientaciones, informaciones y mensajes aclaratorios en cuanto a la evolución previsiblemente favorable de la situación, destacando y reforzando el beneficio del seguimiento de las estrategias terapéuticas (psicológicas, farmacológicas y sociales), conseguirán contrarrestar los síntomas de la enfermedad.
A menudo los familiares experimentan emociones contradictorias o no deseadas, como por ejemplo culpa, miedo, angustia, tristeza, dolor, vergüenza, resentimiento, rabia, empatía, amor, preocupación por el futuro, aislamiento, confusión, etc. Reconocer estos sentimientos y hablar de ellos abiertamente puede mitigar las tensiones, evitar rupturas, clarificar los roles de los miembros de la familia, fortalecer los lazos familiares y favorecer una mejor evolución de la enfermedad.
Para facilitar la expresión de estas emociones, existen los grupos de autoayuda o de ayuda mutua de familiares, que proporcionan herramientas para entender mejor la enfermedad y trabajar situaciones a menudo comunes en todas las familias. Estos grupos favorecen los vínculos entre las familias y ofrecen la posibilidad que el familiar cambie el rol de “necesitar ayuda” por el de “poder ayudar a los demás”. Además, también refuerzan la función de la familia y reafirman la importancia de su implicación en todo el proceso.
3. Sociales
El estigma social que rodea la esquizofrenia hace que personas que sufren la enfermedad y llevan una vida completamente normalizada escondan el trastorno; este estigma favorece que sólo se hable del trastorno en casos que son noticia por el impacto mediático, normalmente a causa del comportamiento agresivo hacia los demás, aunque los hechos no estén causados por la enfermedad. A menudo se asocia trastorno mental y peligrosidad, hecho que provoca un concepto negativo de la enfermedad y rechazo social hacia las personas que sufren este tipo de trastornos.
La realidad es que las personas que sufren esquizofrenia acostumbran a ser pacíficas y tranquilas, evitan situaciones problemáticas y prefieren estar solas.
En fase activa o de recaída pueden presentar agitación, agresividad o violencia, en un contexto de reaparición de síntomas psicóticos; estos síntomas acostumbran a ser una forma de defenderse en una situación que viven como amenazante, a consecuencia de delirios o de alucinaciones. En realidad, las personas que sufren esquizofrenia son más susceptibles de hacerse daño a ellos mismos que a los demás y son más vulnerables de sufrir actos agresivos y ofensivos que de cometerlos.
Según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, el 18 % de la población considera que las personas con enfermedad mental son peligrosas. El mismo estudio señala que el 51 % de las noticias sobre la enfermedad mental están relacionadas con asesinatos.
Diferentes organismos han puesto en marcha campañas antiestigma que tienen como objetivos modificar las ideas de la población que estigmatizan los afectados de algún trastorno mental, las reacciones emocionales y las conductas discriminatorias hacia estas personas, para favorecer su participación en los diferentes espacios comunitarios, laborales y de ciudadanía. El solo hecho de sufrir esquizofrenia no incapacita a la persona legalmente; la mayor parte de las personas afectadas son completamente capaces y pueden decidir por ellas mismas sobre su vida.
Para la persona que sufre esquizofrenia tener el tiempo ocupado es algo tan beneficioso que incluso condiciona la evolución de la enfermedad. La reinserción social es uno de los objetivos primordiales durante el proceso de recuperación; para facilitarla, hace falta que la persona disponga de los recursos necesarios en la sociedad para ocupar el tiempo de manera efectiva. La situación óptima es reincorporarse de manera progresiva a la actividad habitual. Para que esto sea posible, la sociedad debe conocer la enfermedad y aceptarla. Las dificultades más frecuentes están relacionadas con la falta de recursos del entorno más cercano (instituto, empresa, universidad, etc.).
Cuando se trata de un trabajo remunerado, la posibilidad de solicitar el reconocimiento de grado de discapacidad puede facilitar el acceso a puestos de trabajo específicamente reservados para personas con discapacidad reconocida.
Las repercusiones sociales de la esquizofrenia también tienen que ver con los recursos sociales y los aspectos legales del país sobre la enfermedad mental.
En España, la legislación vigente contempla la posibilidad de que una persona que sufre una enfermedad mental no pueda cuidarse por sí misma o no pueda hacerse cargo de sus bienes de manera permanente; esto hace necesaria la asistencia de otra persona (denominada tutor) que debe velar por el bienestar de la persona enferma (tutelado). Esta incapacidad puede ser total, tanto por lo que concierne a la persona y a su patrimonio, o parcial; en este último caso se habla de curatela (por ejemplo una curatela económica o curatela en el tratamiento médico).
El proceso de incapacitación legal lo pueden iniciar los familiares o los profesionales, por el deseo de velar por los derechos y por el bienestar de la persona con esquizofrenia ante una posible situación de vulnerabilidad. En el proceso judicial los criterios que se tienen en cuenta son: informes médicos, sociales y otros; el funcionamiento de la persona posiblemente incapaz; la opinión de la familia; etc.
No debe confundirse la incapacidad legal de la persona, otorgada por un juez —que también designa el tutor legal—, con la discapacidad, que se refiere a una situación de salud que a largo plazo afecta en mayor o menor medida a la persona en el funcionamiento social y que se mide en grados (normalmente, en porcentajes).
Las prestaciones económicas que recibe la persona que por problemas de salud presenta dificultades laborales también se relacionan con el término incapacidad, pero se refieren únicamente a la prestación económica por invalidez; por lo tanto, deben confundirse con el término de incapacidad legal.
La normativa jurídica y los principios éticos actuales tienen en el consentimiento del enfermo el requisito que legitima la atención médica. Cuando el enfermo presenta una fase aguda del trastorno mental, puede tener afectada la capacidad para emitir un consentimiento válido y, en consecuencia, el médico ha de actuar sin tener en cuenta la voluntad de la persona, tanto si está incapacitada como si no lo está. En estos casos el juez autoriza la actuación que el médico indica.
¿Qué se puede hacer cuando la persona rechaza la atención o el tratamiento que necesita?
En primer lugar, hay que analizar la capacidad de la persona y el estado de conciencia para decidir.
Cuando el trastorno le impide decidir y la decisión clinicoterapéutica es de carácter urgente, hay que recurrir a una tercera persona (el representante legal, el tutor o el juez). La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de los derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica contempla que los profesionales sanitarios puedan llevar a cabo las intervenciones clínicas indispensables a favor de la salud de la persona afectada, sin tener que contar con su consentimiento, cuando haya riesgo inmediato grave para su integridad física o psíquica y no sea posible conseguir su autorización, y debe consultarse, cuando las circunstancias lo permitan, a los familiares o a las personas vinculadas a la persona afectada.
Si los síntomas que sufre la persona son peligrosos para ella misma (por ejemplo, ideas suicidas o personas gravemente incapacitadas) o para los demás, el artículo 763 de la Ley de enjuiciamiento civil prevé el ingreso para recibir el tratamiento que sea necesario, incluso en contra de su voluntad. En estos casos, y de acuerdo con el principio ético de beneficencia, se considera la necesidad de restringir la autonomía de la persona mentalmente incompetente para protegerla dañarse a ella misma o a los demás.
El ingreso involuntario restringe la libertad del enfermo y debe ser autorizado por una decisión judicial ad hoc. Pero no puede ser indefinido, sino que los beneficios del tratamiento al que se somete el enfermo deben ser plausibles en un periodo de tiempo definido. El enfermo tiene derecho a recurrir en cualquier caso la decisión judicial que autorice su ingreso.
Los familiares o la Administración podrán iniciar los trámites de incapacitación y de tutela en el caso de prever la incidencia de una enfermedad de carácter psiquiátrico que limite de manera permanente y anule la capacidad de obrar de manera total o parcial de la persona.
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Enlaces de interés
Fuentes de interés general
Asociaciones / grupos de ayuda mutua
España
Cataluña
- ACFAMES.- Asociación Catalana de Familiares y Enfermos de Esquizofrenia.
- AFAMMCA .- Asociación de familiares de Enfermos Mentales de Cataluña.
- FECAFAMM.- Federación Catalana de Asociaciones de familiares y personas con problemas de salud mental.
Bibliografía
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Carmen Fernández Ferrín
Enfermera. Fué profesora Emérita de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Barcelona.
La Carmen falleció en agosto del 2013 pero su aportación y experiencia enfermera continuaran siempre presentes en la Enfermera virtual.
Fué experta en el modelo conceptual de Virginia Henderson, se interesó por el desarrollo disciplinar de la enfermería, especialmente por todo lo relacionado con la construcción teórica del mismo. Conferenciante y ponente en foros de discusión y formación profesional. Autora de Los diagnósticos enfermeros. Revisión crítica y guía práctica (8ª ed., Madrid: Elsevier, 2008) y de De la teoría a la práctica. El pensamiento de Virginia Henderson en el siglo XXI (3ª ed., Barcelona: Masson, 2005), así como de numerosos artículos.
Formó parte de la dirección científica de la Enfermera virtual y, como tal, participó en la definición de los conceptos nucleares que enmarcan la filosofía de la web, asesoró en la construcción de la misma y en el diseño de la estructura de las fichas. Así mismo, participó en la selección de los temas a abordar, en la revisión, desde el punto de vista disciplinar, de los contenidos elaborados por los autores y en la revisión final del material elaborado antes de su publicación en la web.
Gisel Fontanet Cornudella
Máster en educación para la salud (UDL). Postgrado en Enfermería psicosocial y salud mental (UB).
Actualmente es gestora de desarrollo de personas de la Unidad de Gestión del Conocimiento de la Fundación Sanitaria Mollet. Miembro del Consejo Asesor Fundación TICSALUT 2014-2017, del grupo @MWC_nursing, entre otros.
Hasta abril de 2015, ha sido adjunta en la Dirección de Programas del COIB llevando a cargo la dirección y coordinación del proyecto Infermera virtual y hasta diciembre de 2016 la dirección de la elaboración y el mantenimiento de los contenidos de Infermera virtual en lo que a su vertiente estructural y pedagógica se refiere, y como asesora del proyecto. Considera que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) e Internet y, en general, la red 2.0 son un canal de comunicación e interacción con y para los ciudadanos, con un gran potencial para la promoción de la autonomía e independencia de las personas en el control y mejora de su salud, como complemento de la atención presencial y continuidad de los cuidados, puesto que es un medio a través del que la persona poco a poco expresa sus necesidades, deseos o inquietudes. Esta información es primordial para conocer el sujeto de la educación y en el cuidar.
Desde 1998, su actividad profesional se desarrolla en el marco de la promoción y la educación para la salud. Fue coordinadora y enfermera asistencial durante 6 años de la Unidad de educación para la salud en la atención a personas afectadas de un problema de salud crónico del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, donde intercaló de forma pionera la atención presencial y virtual. Ha ido centrando su línea de trabajo en el desarrollo de proyectos en el campo de la tecnología de la información y la comunicación (TIC), en el ámbito de la salud.
Es autora de diversas publicaciones, tanto en el registro escrito como en el audiovisual, y de documentos de opinión referentes a la promoción y educación para la salud. Ha colaborado y ha participado en varias jornadas, espacios de debate y estudios de investigación, entre otros, relacionados con la aplicación de las TIC en el ámbito de la salud. Ha iniciado líneas de trabajo en el marco de la promoción y educación para la salud en la escuela, como contexto de ejercicio de la enfermera. Fué miembro fundador del grupo Innovación y Tecnología del COIB @itcoib.
Mª Teresa Luis Rodrigo
Enfermera. Profesora Emérita de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Barcelona. Se ha interesado desde hace años en el desarrollo y la utilización de las terminologías enfermeras (de diagnósticos, intervenciones y resultados), desde una concepción disciplinar de los cuidados. Conferenciante y ponente en foros de discusión y formación profesional. Autora de Los diagnósticos enfermeros. Revisión crítica y guía práctica (8ª ed., Madrid: Elsevier, 2008) y de De la teoría a la práctica. El pensamiento de Virginia Henderson en el siglo XXI (3ª ed., Barcelona: Masson, 2005), así como de numerosos artículos en distintas revistas científicas.
Hasta diciembre de 2016 formó parte de la dirección científica y disciplinaria de la Infermera virtual y, como tal, ha participado en la elaboración de los conceptos nucleares que guían el contenido de la web, ha asesorado en cuanto a su construcción y en la selección de los temas a abordar, de igual modo, ha colaborado, siempre desde la perspectiva científica y disciplinaria, en la revisión de los contenidos elaborados por los autores y en la revisión final del material elaborado antes de publicarlo en la web.
Roser Castells Baró
Llicenciada en filologia catalana (UB), màster en escriptura per a la televisió i el cinema (UAB), i postgraduada en reportatge de televisió (UPF). Ha treballat com a lingüista especialitzada en llenguatges tècnics i científics al Centre de Terminologia Termcat, i com a assessora lingüística i traductora a la "Revista de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya", entre altres entitats. Actualment, compagina l'activitat com a lingüista amb la de guionista. Ha col·laborat en la realització de diversos vídeos didàctics per al COIB.
María José Reyes Ramos
Máster en Enfermería Psiquiátrica y de Salud Mental (EUI Sant Joan de Déu). Enfermera desde el año 1994 (EUI Vall d’Hebron), ha trabajado en unidades de hospitalización, urgencias y atención primaria. Desde el año 2005, es enfermera del Centro de Salud Mental del Hospital de Mollet. Profesora asociada al ESCS Tecnocampus Mataró (UPF). Profesora adjunta de la EUI Creu Roja de Terrassa desde 1994 hasta 2003. Miembro de la Comisión Asesora de Formación del Hospital de Mollet y del equipo docente del Centro de Salud Mental, donde colaboro en la formación específica de profesionales en atención primaria y del Hospital de Mollet.
Dolors Agulló Hernández
Enfermera especialista en salud mental.
Licenciada y máster en Antropología (UAB). Enfermera de salud mental desde el año 1994, en el ámbito asistencial hasta el año 2003, y desde 2003 hasta 2009 en el ámbito de la gestión. Desde el 2010 hasta el 2012 ha sido coordinadora del programa RETORN de atención a las enfermeras con problemas de salud mental y/o adicciones.
Montserrat Martínez Gobern
Enfermera especialista en salud mental.
Enfermera responsable del Programa RETORN del COIB, de atención a la enfermera y el enfermero con problemas mentales y/o de adicción. Enfermera de salud mental del Equipo de Atención Precoz al Paciente en Riesgo de Psicosis (EAPPP) del Instituto Catalán de la Salud, en Barcelona. Ayudante Técnico Sanitario (UB, 1980). Diplomada enfermería (1989) –curso de nivelación–. Especialista en psiquiatría (Escuela de Nuestra Señora de Montserrat, Sant Boi de Llobregat, Barcelona, 1984) y en enfermería de salud mental (2006). Vocal de salud mental en el COIB (2007-2011). Colaboración docente en formación continuada en la EUI Blanquerna (URL), en Barcelona, desde 1997.