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Información práctica

Estructura y función del cuerpo humano
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El sistema que está directamente relacionado con la EPOC es el sistema respiratorio.

La persona, hombre o mujer, de cualquier edad o condición, es un ser multidimensional integrado, con necesidades propias, capaz de actuar para conseguir las metas que se propone, asumir la responsabilidad de su vida y de su bienestar, y de relacionarse consigo mismo y con su entorno en la dirección elegida.

 

La idea de ser multidimensional integrado incluye las dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual. Todas experimentan procesos de desarrollo, y se influencian mutuamente. Cada una de las dimensiones con que se describe la persona está relacionada permanente y simultáneamente con las otras, formando un todo en el que ninguna se puede reducir o subordinar a otra, ni puede tenerse en cuenta de forma aislada. Por lo tanto, ante cualquier situación, la persona responde como un todo con una afectación variable de las cuatro dimensiones. Cada dimensión comporta una serie de procesos, algunos de los cuales son automáticos o inconscientes, y otros, en cambio, son controlados o intencionados.

Teniendo siempre presente este concepto de persona, pueden estudiarse aisladamente las alteraciones de algunos de los procesos de la dimensión biofisiológica (estructura y función del cuerpo humano) en diferentes situaciones.

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Cómo se manifiesta
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Es un error —que puede conllevar un retraso en diagnóstico— considerar que esta enfermedad se inicia cuando la persona presenta algún síntoma, como la sensación de falta de aire. Existe, pues, una etapa asintomática o silenciosa, con alteraciones del tejido de los bronquios pero sin ningún tipo de manifestación clínica (ahogo, tos, etc.) o espirométrica. Esta progresión silente de la enfermedad termina con la aparición de tres signos y síntomas clásicos.

1. Ahogo o sensación de falta de aire (disnea); 2. Tos crónica; 3. Esputo.

 

 

 

1. Ahogo o sensación de falta de aire (disnea)

Es el síntoma principal de la EPOC, aunque se puede percibir de manera diferente entre las personas, sobre todo en las de mayor edad. Suele aparecer en fases avanzadas de la enfermedad, y su progresión hace que las personas tengan que limitar sus actividades de la vida diaria. Para medir el grado de disnea se utiliza una escala de valoración propuesta por la British Medical Research Council.

Valoración de la disnea MRC
Grado Dificultad respiratoria
0 Ausencia de disnea, excepto al realizar ejercicio intenso
1 Disnea al caminar rápido o al subir una cuesta no muy pronunciada
2 Incapacidad por mantener el paso de otras persones de la mima edad, por dificultad respiratoria o por la necesidad de pararse a descansar cuando se anda por un lugar llano
3 Necesidad de pararse a descansar al caminar por un lugar llano unos 100 metros o a los pocos minutos
4 La disnea impide a la persona salir de casa o aparece en actividades como vestirse o desvestirse

Fuente: British Medical Research Council

 

2. Tos crónica.

Persiste más de tres semanas y no está relacionada con una enfermedad aguda. Generalmente suele ser de predominio matutino y puede ir acompañada de moco (esputo).

 

3. Esputo.

Suele ser de aspecto mucoso; se valorarán todos los cambios en la coloración o cantidad, ya que pueden indicar una descompensación de la enfermedad.

A medida que la enfermedad avanza, también se puede observar un aumento del número de respiraciones por minuto (taquipnea); el uso de musculatura accesoria de la respiración que en condiciones normales no se usa, como el músculo escaleno, que eleva las dos primeras costillas, o el esternocleidomastoideo, que eleva el esternón; coloración azul de la piel, de las uñas y de las mucosas por falta de oxígeno en la sangre (cianosis); temblor en las manos; somnolencia por aumento del dióxido de carbono (CO2) en la sangre, y labios en posición de silbar durante la espiración.

Finalmente, también se pueden presentar otros síntomas menos específicos, como opresión en el pecho, aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), edemas en las piernas (hinchazón causada por la acumulación de líquidos en los tejidos corporales por el aumento de la tensión pulmonar y la insuficiencia cardíaca derecha) (Link: insuficiencia cardiaca), pérdida de peso y de apetito (anorexia), ansiedad y depresión.

 

 

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Cómo se diagnostica
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Para poder obtener el diagnóstico definitivo de EPOC será necesario reunir los datos procedentes de la entrevista, de la exploración física (signos y síntomas) y las exploraciones complementarias que solicite el médico para estudiar el funcionamiento del pulmón.

  1. Entrevista (anamnesis) y exploración física
  2. Pruebas diagnósticas (2.1 Espirometría forzada y prueba broncodilatadora (PBD); 2.2 Pulsioximetría; 2.3 Radiografía de tórax; 2.4 Tomografía computarizada de tórax (TAC); 2.5 Analítica de sangre; 2.6 Electrocardiograma (ECG))

 

1. Entrevista (anamnesis) y exploración física

El diagnóstico de EPOC se deduce por las manifestaciones clínicas que presenta la persona, en especial la disnea, y por los datos referentes a la exposición a factores de riesgo.

Durante la entrevista, se registra, entre otros datos, la edad, los signos y síntomas que presenta la persona y la historia de tabaquismo, causa principal de esta enfermedad. La exposición al tabaco se mide dividiendo el número de cigarrillos fumados al día entre 20 y multiplicando el resultado por el número de años que hace que se fuma; para tener sospechas de EPOC la exposición mínima es de 10 paquetes/año.

También se hace una evaluación del estado general de la persona (estado de conciencia, estado de la piel, hidratación, estado nutricional, etc.); se registran las constantes vitales (presión arterial, frecuencia cardiaca —número de latidos por minuto—, frecuencia respiratoria —número de respiraciones por minuto—, saturación de oxígeno y temperatura corporal); se hace una exploración con las manos (palpación) de partes del cuerpo como el hígado o los ganglios linfáticos del cuello para observar si han aumentado de tamaño.

También se ausculta el corazón y, sobre todo, los pulmones para determinar si existe alguna anomalía en los ruidos respiratorios, como una disminución del ruido del aire al entrar en los alvéolos durante la inspiración (murmullo vesicular), un aumento del tiempo necesario para sacar el aire de los pulmones (espiración alargada), silbidos en la respiración (sibilancias) o ruidos semejantes a los ronquidos cuando el aire pasa a través de las vías aéreas estrechas.

Por último, se hace una valoración conjunta de todos los resultados obtenidos y habrá indicios de diagnóstico de EPOC cuando la persona reúna estas tres características: tener más de 35 años; exposición al tabaco de 10 paquetes/año como mínimo, y presencia de tos crónica, con o sin producción de esputo, o disnea.

 

2. Pruebas diagnósticas

2.1 Espirometría forzada y prueba broncodilatadora (PBD); 2.2 Pulsioximetría; 2.3 Radiografía de tórax; 2.4 Tomografía computarizada de tórax (TAC); 2.5 Analítica de sangre; 2.6 Electrocardiograma (ECG)

La sospecha clínica de EPOC se debe confirmar mediante la espirometría forzada con la prueba broncodilatadora en la fase estable de la enfermedad. Existen, además, otras pruebas diagnósticas complementarias que ayudarán a caracterizarla, algunas de las cuales necesitarán la firma del consentimiento informado.

 

2.1 Espirometría forzada y prueba broncodilatadora (PBD)

La espirometría forzada permite medir la cantidad de aire que la persona puede soplar (espirar) y el tiempo que se tarda para saber el grado de obstrucción al paso del aire en las vías aéreas (grado de limitación del flujo aéreo). El cambio que se observa después de administrar vía inhalatoria un medicamento broncodilatador es la prueba broncodilatadora (PBD). La espirometría forzada es una prueba no invasiva, sencilla y económica, que no necesita ninguna preparación especial previa, excepto no usar los inhaladores —si se usan habitualmente—, no fumar y no beber bebidas estimulantes (café, té, etc.) el mismo día de la prueba. La persona debe respirar (tomar aire y sacarlo) en un tubo, con unas pinzas en la nariz, tal como lo indique el profesional. Los tres parámetros básicos que evalúa esta prueba son:

  • Volumen expirado máximo en un segundo (VEMS o FEV1). Es la cantidad de aire que la persona puede soplar en un segundo, tras una inspiración máxima. Este parámetro sirve para clasificar la gravedad de la enfermedad (cuanto menos aire expirado en un segundo, más grave es la enfermedad).
  • Capacidad vital forzada (CVF). Es la cantidad total de aire que la persona puede soplar, tras una inspiración máxima.
  • Cociente VEMS / CVF. Es el resultado de la división entre la cantidad de aire soplado en el primer segundo y la cantidad de aire soplado total. Se confirma el diagnóstico de EPOC cuando este cociente es inferior a 0,7.

Espirometria

Fuente: Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica para el Tratamiento de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Guía de Práctica Clínica para el Tratamiento de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Unidad de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Agencia Laín Entralgo; 2012. Guías de Práctica Clínica en el SNS: UETS Nº 2011/6. [10 de noviembre 2014], p. [página 124]. 
Disponible en: http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_512_EPOC_Lain_Entr_paciente.pdf

2.2 Pulsioximetría

La pulsioximetría permite conocer la oxigenación de la sangre a partir de la saturación o porcentaje de oxígeno (SatO2) de la hemoglobina en la sangre arterial. Para realizar esta medida es necesario el pulsioxímetro, un aparato similar a una pinza grande, que se coloca, generalmente, en un dedo de la mano —porque hay un buen flujo sanguíneo, imprescindible para la medición—, las uñas del que no deben estar pintadas. Es una prueba fácil, rápida y no invasiva que no requiere de ningún tipo de preparación previa. Se consideran valores normales cuando la SatO2 es igual o mayor al 95 % en situación de reposo; los valores por debajo de 95 % se relacionan con situaciones patológicas, como la EPOC o el asma, y los valores por debajo de 90-92 %, con insuficiencia respiratoria. Esta prueba no sustituye la gasometría arterial.

 

2.3 Radiografía de tórax

La radiografía de tórax permite observar el tamaño y el estado de los pulmones, y el tamaño del corazón. En el caso de las personas con EPOC, la radiografía de los pulmones es útil para la detección del enfisema moderado y grave, aunque puede ser normal en el resto casos. Además, permite descartar complicaciones como la presencia de aire en la pleura (neumotórax), la existencia de infecciones respiratorias como la neumonía o el aumento del tamaño del hilio pulmonar —espacio por donde entran los bronquios y las ramas de la arteria pulmonar y salen las ramas de las venas pulmonares— sugestivo de corazón pulmonar.

 

2.4 Tomografía computarizada de tórax

La tomografía computarizada de tórax (TAC torácico) permite estudiar al detalle la estructura del pulmón y los vasos sanguíneos y los ganglios linfáticos del corazón (mediastino). Se puede realizar con contraste o sin él. El contraste es una sustancia opaca a los rayos X que se administra por vía endovenosa a través de un catéter; esta sustancia hace que el órgano o tejido que se quiere estudiar se vea con mayor claridad. La persona deberá estar en ayunas seis horas y no podrá llevar ningún objeto de metal (pendientes, collares, etc.). En el caso de EPOC, permite determinar el tipo de enfisema, la severidad y la extensión, y descartar otras patologías, como dilataciones anormales y permanentes de los bronquios (bronquiectasis), y complicaciones, como infecciones respiratorias o presencia de aire en la pleura (neumotórax).

 

2.5 Analítica de sangre

El análisis de sangre es un procedimiento invasivo que consiste en extraer sangre mediante la punción de una vena o arteria. En la mayoría de casos, se requiere que la persona esté en ayunas.

  • Análisis de sangre arterial (gasometría arterial). Es un análisis que permite conocer la cantidad de oxígeno y de dióxido de carbono en sangre, así como la acidez (pH), es decir, que ofrece información sobre el estado global de la función principal del aparato respiratorio. Es un procedimiento invasivo que consiste en extraer una muestra de sangre arterial mediante la punción de una arteria. La arteria de elección es la radial, situada en la muñeca, en la zona del antebrazo, y se recomienda realizar la extracción con anestesia local. Es una técnica rápida y sencilla que no requiere de ningún tipo de preparación previa. Tras la extracción hay que aplicar compresión local durante unos minutos para evitar la formación de un hematoma.
    Analítica de Sangre
    Fuente: SEPAR, Manual SEPAR de Procedimientos, Internet (gener 2015) Disponible a:  http://dl.dropboxusercontent.com/u/60017244/Manuales%20de%20Procedimientos/Manual%203.pdf
  • Análisis de sangre venosa. Los hay de diferentes tipos.
    • Hemograma. Ofrece información sobre el número de células sanguíneas (glóbulos rojos, blancos y plaquetas) y ayuda a detectar situaciones como la anemia y la poliglobulia (aumento de los glóbulos rojos) o infecciones.
    • Bioquímica. Ofrece información sobre el nivel de sustancias como minerales, electrolitos y marcadores específicos (hormonas, proteínas) que informan sobre el funcionamiento de órganos concretos.
      • Electrolitos en sangre. Es relevante obtener información sobre el sodio, el potasio y el calcio en sangre.
      • Marcadores de funcionamiento de otros órganos. Es necesario obtener información sobre los niveles de glucosa, de colesterol y de triglicéridos, así como de marcadores de la función renal (urea, creatinina, etc.) y de la función hepática (albúmina, bilirrubina, etc.).
    • Análisis de la proteína alfa-1-antitripsina. Esta proteína, producida por las células hepáticas, s’encarga principalmente de proteger el pulmón de la elastasa, la enzima que degrada las fibras elásticas. Una disminución de la producción de esta proteína, la cual es de origen hereditario, puede causar un enfisema pulmonar, por lo que es necesario determinar la presencia en sangre a todas las personas.

 

2.6 Electrocardiograma (ECG)

El electrocardiograma permite conocer el funcionamiento eléctrico del corazón (frecuencia y ritmo) y detectar alteraciones secundarias a la EPOC, como la sobrecarga del corazón derecho, arritmias (alteraciones del ritmo) o cambios en la posición del corazón producidos por la hiperinsuflación de los pulmones.

Las pruebas descritas se consideran de rutina u ordinarias, pero el médico puede solicitar más pruebas adicionales para complementar información sobre la enfermedad.

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Tratamiento
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La EPOC es un trastorno de salud crónico que puede tratarse con fármacos y con la adopción de hábitos de vida saludables, especialmente el abandono del tabaco en el caso de las personas fumadoras.

Los objetivos del tratamiento son reducir la sintomatología, reducir la frecuencia y la gravedad de las agudizaciones, ralentizar la progresión de la enfermedad y preservar la calidad de vida, para que la persona pueda vivir de la forma más normal posible, de acuerdo con sus circunstancias.

La estrategia terapéutica será diferente teniendo en cuenta la gravedad de la enfermedad y si la persona fuma o no.

1. Tratamiento farmacológico; 2. Oxigenoterapia crónica domiciliaria; 3. Apoyo de ventilación no invasivo; 4. Rehabilitación respiratoria; 5. Tratamiento quirúrgico y 6. Tratamiento no farmacológico: adopción de hábitos de vida saludable

 

1. Tratamiento farmacológico

El tratamiento farmacológico habitual en personas con EPOC tiene como objetivo reducir y controlar los signos y síntomas, en especial reducir el grado de disnea, mejorar la función pulmonar —aumentando su capacidad inspiratoria y disminuyendo el atrapamiento aéreo—, mejorar la tolerancia al ejercicio —y, en consecuencia, la calidad de vida— y prevenir las descompensaciones. Es importante aclarar que el tratamiento no es el mismo para todas las personas, sino que se individualizará en función de la gravedad de la EPOC, los signos y los síntomas, las complicaciones derivadas de la enfermedad, la respuesta al medicamento pautado o la aparición de efectos secundarios. Finalmente, cabe destacar que el tratamiento farmacológico, una vez establecido, se deberá mantener de por vida, con las modificaciones que sean necesarias en función de la respuesta de la persona y la evolución de la situación de salud.

El tratamiento farmacológico de las personas con EPOC, puede incluir los grupos de fármacos que se indican a continuación.

 

Tipos Medicamento
Broncodilatadores
agonistas β2 adrenérgicos salbutamol, terbutalina, salmeterol, rormoterol, indacaterol
anticolinérgicos bromuro de ipratropio, bromuro de aclidinio, bromur de tiotropio
metilxantinas teofilina
Antiinflamatorios
glucocorticoides inhalados budesonida, beclometasona
glucocorticoides inhalados metilprednisolona, prednisona, deflazacort
glucocorticoides inhalados roflumilast
Mucolíticos acetilcisteina, carbocisteína, mesna
Antibióticos amoxicilina/ácido clavulánico, ciprofloxacino, levofloxacino, eritromicina, azitromicina, moxifloxacino, cefuroxima, claritromicina

 

 

1.1 Broncodilatadores

Hay tres tipos de broncodilatadores: los agonistas β2 adrenérgicos de acción corta y larga, los anticolinérgicos de acción corta y larga y las metilxantinas.

 

1.1.1 Agonistas β2 adrenérgicos de acción corta (salbutamol, terbutalina) y de acción larga (salmeterol, formoterol, indacaterol)

Estos fármacos se administran por vía inhalatoria. Los de acción corta tienen un inicio del efecto rápido y una duración de cuatro a seis horas, mientras que los de acción larga tienen un inicio de la acción más lento y una duración de entre 12 y 24 horas.

Relajan la musculatura bronquial y aumentan el diámetro de los bronquios (broncodilatación). Estimulan los receptores β2 que se encuentran en el músculo liso bronquial, activando las proteínas G, las cuales, a su vez, estimulan unas enzimas de la membrana celular (la adenilato-ciclasa) que disminuyen el tono muscular. También actúan sobre las células inflamatorias y evitan la liberación de mediadores inflamatorios.

Efectos secundarios. Los causa la propia actividad del fármaco; los más frecuentes son los episodios de palpitaciones y taquicardia (aumento del número de latidos por minuto), dolor de cabeza (cefalea), temblor leve en las manos y náuseas.

Recomendaciones para usar correctamente los inhaladores.

  • Mantener el inhalador a temperatura ambiente.
  • Después de administrar el inhalador, es importante enjuagarse la boca o lavarse los dientes con pasta de dientes.
  • Mantener el inhalador limpio, sobre todo la boquilla, que se recomienda lavar después de cada toma.
  • Es importante realizar la técnica inhalatoria (link a Medicamentos: Cómo utilizar los inhaladores) correctamente para que el tratamiento sea efectivo.
  • Si la persona toma más de un inhalador, se deberán administrar en el orden adecuado: en primer lugar, los que tienen un efecto broncodilatador y después los que tienen un efecto antiinflamatorio. Se pueden administrar seguidos.

 

1.1.2 Anticolinérgicos de acción corta (bromuro de ipratropio y bromuro de aclidinio) y de acción larga (bromuro de tiotropio)

Estos fármacos se administran por vía inhalatoria. Tanto en los de acción corta como en los de acción larga, el efecto se inicia rápidamente. En cambio, la duración del efecto es diferente: los de acción tienen una duración de entre cuatro y seis horas y los de acción larga, de aproximadamente 24 horas.

Los anticolinérgicos dilatan rápidamente los bronquios. Bloquean los receptores muscarínicos que contraen el músculo liso bronquial (broncoconstricción), y disminuyen así el tono muscular. Los anticolinérgicos tienen un efecto local, ya que difícilmente atraviesan las barreras biológicas del organismo, es decir que no llegan a otras partes del cuerpo humano.

Efectos secundarios. Los más frecuentes son sequedad de boca, alteraciones gastrointestinales (vómitos y diarrea o estreñimiento) y alteraciones respiratorias (tos y faringitis).

Recomendaciones para usar correctamente inhaladores.

  • Mantener el inhalador a temperatura ambiente.
  • Después de administrar el inhalador, es importante enjuagarse la boca o lavarse los dientes con pasta de dientes.
  • Mantener el inhalador limpio, sobre todo la boquilla, que se recomienda lavar después de cada toma.
  • Es importante realizar la técnica inhalatoria correctamente para que el tratamiento sea efectivo.
  • Si la persona toma más de un inhalador, se deberán administrar en el orden adecuado: en primer lugar, los que tienen un efecto broncodilatador y después los que tienen un efecto antiinflamatorio. Se pueden administrar seguidos.
1.1.3 Metilxantinas (teofilina)

Estos fármacos se administran por vía oral. Aumentan el diámetro de los bronquios (broncodilatación) pero de una manera más leve que los agonistas β2 adrenérgicos y los anticolinérgicos. Relajan la musculatura, producen broncodilatación y aumentan el calibre de los vasos sanguíneos pulmonares (vasodilatación). Además, tienen efectos antiinflamatorios y diuréticos (ayudan a eliminar líquidos). Generalmente, el médico prescribe este broncodilatador oral cuando el resto de tratamientos broncodilatadores no son efectivos.

Efectos secundarios. Dependen de la dosis o de la capacidad que tiene la persona de acumular el medicamento en la sangre (cuanta más concentración en plasma del fármaco, más efectos secundarios tendrá). Por ello la pauta de tratamiento es individualizada y progresiva, es decir, las dosis iniciales son bajas y, progresivamente, se aumentan en función de la respuesta.

Los efectos secundarios más frecuentes son alteraciones digestivas (náuseas, vómitos o diarrea), alteraciones cardiovasculares (palpitaciones, taquicardia —aumento del número de latidos por minuto— o hipotensión —disminución de la tensión arterial) y neurológicas (cefalea, temblor, insomnio o agitación). También es frecuente la disminución de los niveles de potasio en sangre (hipopotasemia), el aumento de los niveles de azúcar (hiperglucemia), de calcio (hipercalcemia) y de ácido úrico, y el aumento de la cantidad de orina (poliuria).

Recomendaciones

  • Antes de empezar a tomar este medicamento, es importante informar al médico de todas las enfermedades que se sufre y de los fármacos que se toman.
  • Si un médico distinto al que controla el EPOC prescribe algún medicamento, se le informará de la pauta de teofilina que se toma.
  • Las personas que fuman deben comunicarlo al médico, ya que las dosis de tratamiento son diferentes según si la persona fuma o no.
  • Deben realizarse regularmente controles analíticos. La frecuencia dependerá de cada persona.
  • Hay que estar alerta para detectar precozmente la aparición de signos y de síntomas de los efectos secundarios.

1.2 Glucocorticoides

Se pueden clasificar según la vía de administración en glucocorticoides inhalados y glucocorticoides sistémicos.

 

1.2.1 Glucocorticoides inhalados (budesonida, beclometasona, fluticasona)

Son fármacos con actividad antiinflamatoria local. Reducen la inflamación y la infiltración de células inflamatorias (eosinófilos, linfocitos, mastocitos, etc.) en el epitelio y en la submucosa bronquial, y disminuyen la reacción anormal de los bronquios (hiperreactividad bronquial) ante estímulos externos.

Efectos secundarios. Los más frecuentes están causados por la administración del fármaco por vía inhalatoria. Así pues, puede inflamarse la mucosa de la faringe (faringitis), de la nariz (rinitis) o del seno paranasal (sinusitis), puede aparecer ronquera o alteración en la voz (que desaparece cuando se interrumpe el tratamiento, cuando se reduce la dosis o cuando la voz descansa), tos y hongos en la boca (candidiasis oral).

Recomendaciones

  • Hay que estar especialmente alerta para detectar la candidiasis oral, ya que es necesario un tratamiento específico para combatir esta infección.
  • Se deben seguir las recomendaciones para usar correctamente los inhaladores:
    • Mantener el inhalador a temperatura ambiente.
    • Después de administrar el inhalador, es importante enjuagarse la boca o lavarse los dientes con pasta de dientes.
    • Mantener el inhalador limpio, sobre todo la boquilla, que se recomienda lavar después de cada toma.
    • Es importante realizar la técnica inhalatoria correctamente para que el tratamiento sea efectivo.
    • Si la persona toma más de un inhalador, se deberán administrar en el orden adecuado: en primer lugar, los que tienen un efecto broncodilatador y después los que tienen un efecto antiinflamatorio. Se pueden administrar seguidos.
1.2.2 Glucocorticoides sistémicos (metilprednisolona, prednisona, deflazacort)

Son los fármacos con actividad antiinflamatoria sistémica más eficaz. Los glucocorticoides inducen la síntesis de una proteína llamada lipocortina-1 que inhibe la activación de mediadores muy potentes del proceso inflamatorio (prostaglandinas, leucotrienos y factores de agregación plaquetaria). La acción antiinflamatoria es la misma independientemente de la causa que ha provocado la inflamación; además, tienen una acción inmunosupresora —disminuyen la respuesta inmunológica de la persona— y metabólica, es decir que disminuyen la captación de glucosa por los tejidos del organismo y aumentan la producción de glucosa en el hígado.

Efectos secundarios. Los efectos adversos dependen de la duración del tratamiento y, en menor proporción, de la dosis prescrita. En general, los más comunes son la aparición de hematomas (equimosis), insomnio, aumento anormal de la actividad o ansiedad, pérdida de masa ósea (osteoporosis), debilidad física y fatiga debido a una disminución de la masa muscular (miopatía), intolerancia a la glucosa (hiperglucemia) o agravamiento de la diabetes y crecimiento anormal del vello (hirsutismo).

Recomendaciones

  • Mantener el tratamiento con la dosis y la duración prescritas. Para finalizar el tratamiento se deben ir reduciendo las dosis progresivamente, siguiendo la pauta médica.
  • Al inicio del tratamiento, se puede aumentar de peso debido a los cambios en el metabolismo y al aumento del apetito. Este aumento de peso puede mantenerse mientras dura el tratamiento.
  • Si el tratamiento tiene una duración de tres meses o más, es posible que el médico prescriba suplementos de calcio y vitamina D en aquellas personas con riesgo de osteoporosis.
  • Normalmente, durante los primeros días de tratamiento con glucocorticoides, se debe medir la glucosa en sangre, ya que uno de los efectos secundarios más frecuentes es la hiperglucemia —aumento de glucosa. Por este motivo se deberá tener especial cuidado con las personas con diabetes.
  • Hay que estar alerta para detectar precozmente la aparición de signos y de síntomas de los efectos secundarios. Si aparecen, hay que comunicarlo al equipo médico.

1.3 Inhibidores de la fosfodiesterasa-4 (roflumilast)

Es un fármaco antiinflamatorio oral relativamente nuevo que se prescribe como tratamiento de mantenimiento a las personas con EPOC grave y con agudizaciones frecuentes como terapia adicional al broncodilatador.

Inhibe la enzima fosfodiesterasa-4 (PDE4) que se encuentra en las células estructurales e inflamatorias de los bronquios de las personas con EPOC. Si se inhibe esta enzima, se suprime la liberación de los mediadores inflamatorios (leucotrieno B4, factor de la necrosis tumoral alfa, interferón gamma, etc.).

Efectos secundarios. Aparecen, normalmente, al inicio del tratamiento, y suelen desaparecer durante las primeras cuatro semanas. Los más comunes son la diarrea, la pérdida de peso, las náuseas, el dolor de cabeza, la pérdida del apetito y los cambios de comportamiento o de humor (insomnio, nerviosismo, depresión o ansiedad).

Recomendaciones

  • Hay que mantener un control regular y frecuente del peso, especialmente durante los primeros meses de tratamiento.
  • Antes de empezar a tomar el medicamento es muy importante informar al médico si hay historia de depresión o trastorno mental, ya que se podrían agravar estos problemas mentales.
  • Hay que estar alerta para detectar efectos secundarios, especialmente cambios de comportamiento o de humor.
  • Hay que informar al médico si se detectan signos y síntomas de los efectos adversos.

1.4 Mucolíticos (acetilcisteína, carbocisteína, mesna)

Estos fármacos reducen la viscosidad de las secreciones bronquiales. Se pueden administrar por vía oral o inhalatoria. Rompen la estructura de las proteínas del moco, y consiguen unas secreciones más fluidas que favorecen su eliminación. Durante los primeros días de tratamiento suele haber un aumento de la expectoración debido al aumento de la fluidez del moco.

Efectos secundarios. Los efectos secundarios suelen ser leves y transitorios. Los más frecuentes son las náuseas o vómitos, las diarreas y el aumento de la acidez en el estómago. También puede haber reacciones en la piel de tipo alérgico, como erupciones, urticaria y picor generalizado. Cuando se administra por vía inhalatoria puede haber alteraciones respiratorias, como el aumento de secreciones líquidas por la nariz (rinorrea) y la inflamación de la tráquea (traqueitis) y los bronquios (bronquitis).

Recomendaciones

  • Hay que informar al médico de los antecedentes de enfermedades del estómago y del hígado, por los efectos secundarios, ya que serán más frecuentes en estas personas.
  • Si no hay contraindicaciones, es recomendable beber más agua de lo habitual durante el tratamiento.
  • Hay que estar alerta para detectar posibles efectos secundarios, e informar al médico si se detectan.

 

1.5 Antibióticos (eritromicina, azitromicina, moxifloxacino, amoxicilina / ácido clavulánico, cefuroxima, claritromicina, ciprofloxacino, levofloxacino)

Estos fármacos son sustancias químicas que eliminan o inhiben el crecimiento de varios tipos de microorganismos, generalmente bacterias, que causan las infecciones.

En las personas con EPOC, los antibióticos se pueden prescribir tanto en la fase estable (de forma permanente o en intervalos de tiempo), como en la fase aguda de la enfermedad. En la fase estable, se pueden prescribir algunos antibióticos, como los macrólidos (los más frecuentes son la eritromicina y la azitromicina), que, administrados de forma prolongada y en dosis bajas, tienen también un efecto antiinflamatorio, o los que pertenecen al grupo de las quinolonas (el más frecuente es el moxifloxacino), que previenen las agudizaciones a través la eliminación del microorganismo por las secreciones bronquiales (esputo). En la fase aguda, es recomendable administrar antibióticos cuando hay secreciones purulentas (con pus) y aumento de la disnea o del volumen del esputo. El antibiótico de elección en la descompensación de la EPOC es la amoxicilina-ácido clavulánico y, en caso de alergia a la penicilina, levofloxacino, moxifloxacino o ciprofloxacino.

Efectos secundarios. Los efectos adversos dependen del antibiótico. Los más comunes son las alteraciones gastrointestinales (náuseas, vómitos o diarrea).

Recomendaciones

  • Los antibióticos sólo se deben tomar bajo prescripción médica expresa. La automedicación es un problema de salud pública grave muy frecuente; la elección inadecuada del antibiótico o una dosis de administración incorrecta pueden generar resistencia de los microorganismos a los antibióticos utilizados normalmente, y agravar la situación de salud.
  • Es muy importante hacer el tratamiento antibiótico siguiendo la dosis y duración que ha prescrito el médico, aunque los signos y los síntomas de infección hayan mejorado o desaparecido.

2. Oxigenoterapia crónica domiciliaria (OCD)

El cuerpo humano no almacena oxígeno y, por tanto, necesita abastecerse se continuamente para mantenerse en vida. El oxígeno (O2) es un gas que se encuentra en el aire ambiente, que se inhala hacia los pulmones y, mediante el corazón y la circulación sanguínea, es transportado al resto del organismo.

La oxigenoterapia es la utilización terapéutica del oxígeno, es decir, la administración de oxígeno en una concentración mayor a la de la atmósfera ambiental (la concentración de O2 a nivel de mar es del 21 %) para tratar y prevenir los signos y los síntomas (sensación de falta de aire, aumento del número de respiraciones y de latidos por minuto, etc.) causados por una disminución del oxígeno en la sangre arterial (hipoxemia). Esta disminución se puede medir con una gasometría arterial

Es importante saber que el oxígeno es un medicamento y debe ser prescrito por el médico, por lo tanto la persona no puede modificar las dosis ni las horas de administración. Como mínimo, el oxígeno se debe administrar durante 16 horas al día.

El oxígeno se puede administrar con diferentes aparatos: 2.1.1 Aparatos fijos, 2.1.2 Aparatos portátiles, y a través de accesorios: 2.2.1 Gafas o cánulas nasales, 2.2.2 Mascarilla de oxígeno.

 

2.1 Aparatos

2.1.1 Aparatos fijos

Son equipos de oxígeno que permanecen en el domicilio de la persona.

  • Bombona de oxígeno. Contiene el oxígeno en forma de gas a presión dentro de una bombona, puede estar almacenado durante mucho tiempo ya que no se evapora. No consume electricidad y es silencioso. El equipo pesa bastante y hay riesgo de accidente por caída de la bombona. En caso de avería o de corte de suministro eléctrico, la empresa responsable suministra el oxígeno como complemento del concentrador o del oxígeno líquido, porque tiene poca autonomía (suministra pocas horas de oxígeno) y se debe recambiar frecuentemente.
  • Concentrador. Es un aparato que toma el oxígeno del aire del ambiente y lo concentra para administrarlo. Es fácil de usar, seguro, transportable (lleva ruedas), no se ha de reponer y va conectado a la red eléctrica. Por el contrario, es un poco ruidoso, por eso se recomienda situarlo fuera de la habitación donde está la persona.
  • Aparato de oxígeno líquido. Es un contenedor de unos 40 kg que almacena el oxígeno en forma de líquido a una temperatura de -180 ºC. Este oxígeno líquido pasa a gas en el momento del suministro debido a la temperatura ambiente. Es silencioso, no consume electricidad y lo debe recargar la empresa suministradora (la frecuencia de recarga dependerá del flujo de oxígeno y las horas de administración). El aparato dispone de una válvula de seguridad para eliminar las cantidades de oxígeno pequeñas que se gasifican dentro del contenedor. Está indicado para personas que necesitan oxígeno las 24 horas del día y que realizan actividades fuera de casa (trabajar, comprar, etc.).
2.1.2 Aparatos portátiles

Son los equipos de oxígeno que permiten a la persona salir de casa.

  • Bombona de oxígeno. Es la versión pequeña de la bombona tradicional. Es de aluminio y, por tanto, muy ligera; pero tiene el inconveniente de tener poca autonomía, ya que suministra oxígeno poco tiempo, por lo tanto se recomienda para personas que hagan salidas de corta duración. Se puede recargar en el domicilio mediante un concentrador de oxígeno fijo.
  • Concentrador portátil. Funciona igual que el concentrador fijo pero con baterías que se cargan a la red eléctrica. También suministra oxígeno cuando está enchufado a la red eléctrica o al encendedor del coche, mientras se carga; es, por tanto, una buena opción cuando se necesita mucha autonomía. Es el único aparato autorizado para hacer viajes en avión. La autonomía de las baterías depende de la cantidad de oxígeno que necesita la persona; por ejemplo, con 1,5 litros de oxígeno por minuto, la batería dura aproximadamente 3 horas. Hay tres tipos de concentradores portátiles según se suministra el oxígeno.
    • Con válvula ahorradora: sólo suministra oxígeno en el momento de la inspiración.
    • Con flujo continuo: suministra oxígeno continuamente, tanto en la inspiración como en la espiración.
    • Mixta: funciona tanto con válvula ahorradora como con flujo continuo.
  • Oxígeno líquido portátil. Este equipo portátil se carga directamente en el contenedor fijo de oxígeno líquido. Tiene bastante autonomía —con un suministro de 1,5 litros de oxígeno por minuto, el aparato dura aproximadamente 6 horas— por lo que la persona puede hacer salidas de larga duración. Hay dos tipos de oxígeno líquido portátil según como suministra el oxígeno.
    • Con válvula ahorradora: sólo suministra oxígeno en el momento de la inspiración.
    • Con flujo continuo: suministra oxígeno continuamente, tanto en la inspiración como en la espiración.

2.2 Accesorios

 
2.2.1 Gafas o cánula nasal

Es un tubo de plástico que transporta el oxígeno desde la fuente de suministro hasta el interior de las fosas nasales. Este tubo tiene dos salidas en un extremo que se colocan en los orificios de la nariz y que se ajustan detrás de las orejas. Es el accesorio óptimo para concentraciones bajas o intermedias de oxígeno —hasta 3 litros por minuto. Es sencillo, cómodo y económico, y permite a la persona hablar, comer y moverse con facilidad; es, por tanto, el sistema de preferencia para el domicilio. Por el contrario, no son útiles en caso de obstrucción completa de la nariz y se descolocan fácilmente.

2.2.2 Mascarilla de oxígeno

El oxígeno se transporta en un tubo de plástico que se conecta, en un extremo, a la fuente de suministro y, en el otro, a una mascarilla que se coloca en la nariz y en la boca. Prácticamente no se utilizan en el domicilio ya que dan la sensación de confinamiento, limitan el habla, impiden comer y beber, y provocan sequedad de las mucosas de la nariz, de la boca y los ojos.

 

Recomendaciones generales de la oxigenoterapia a domicilio

  • La persona no puede aumentar la dosis de oxígeno sin prescripción expresa de un profesional de la salud, ni en el caso de empeoramiento de los síntomas. Si se da esta situación, hay que consultarlo al neumólogo.
  • No fumar mientras se administra el oxígeno, tampoco puede fumar nadie en la habitación donde está la fuente de suministro, ya que el oxígeno es inflamable.
  • El aparato de oxígeno debe situarse lejos de fuentes de calor, como la cocina, los radiadores o los aparatos eléctricos.
  • Hay ventilar cada día la habitación donde esté el aparato de suministro.
  • Las bombonas de oxígeno deben mantenerse siempre en posición vertical y debe vigilarse que no se tumben.
  • Cuando se mueva el concentrador estático debe estar siempre en posición vertical. Debe situarse en una habitación bien ventilada, a unos 15 cm de la pared para facilitar la circulación de aire y no se puede tapar.
  • Es recomendable mantener el concentrador portátil conectado siempre a la red eléctrica, para asegurar la carga total de la batería.
  • No se recomienda mover la fuente de suministro fija dentro del domicilio. Para que la persona se pueda desplazar por la casa, se aconseja utilizar alargadores, preferiblemente de una pieza con una longitud máxima de 15 metros.
  • Lavar la cánula nasal o la mascarilla cada día con agua y jabón, y los alargadores, una vez a la semana. Además, se recomienda cambiar la cánula nasal y la mascarilla cada 15 días.
  • La administración de oxígeno con cánulas nasales puede hacer alguna herida leve dentro de la nariz. Se recomienda lubricar la nariz con crema de cacao y no con cremas hidratantes o vaselina.
  • Seguir las instrucciones de mantenimiento indicadas por la empresa suministradora. Además, la empresa se encarga de realizar mantenimientos periódicos de las fuentes de suministro en el domicilio de la persona.
  • En caso de avería, la persona deberá ponerse en contacto con la empresa suministradora.

Infografía Oxigenoterapia: recomendaciones

 

3. Soportes de ventilación no invasivos

La ventilación mecánica no invasiva (VMNI) son las formas de apoyo de ventilación que se administran sin tubos en el interior del árbol respiratorio de la persona —intubación endotraqueal. Se puede utilizar en el domicilio, por lo que facilita un inicio precoz del soporte ventilatorio y una reducción del consumo de recursos sanitarios —se evitan ingresos hospitalarios, se reduce la estancia hospitalaria, etc.

Este tipo de ventilación está indicada cuando la enfermedad está muy evolucionada, con alteraciones ventilatorias importantes por la noche, un aumento del dióxido de carbono en la sangre (hipercapnia) durante el día y mal funcionamiento de los músculos respiratorios.

 

4. Rehabilitación respiratoria

La rehabilitación respiratoria es una herramienta imprescindible en el tratamiento de las personas con EPOC, ya que mejora el estado físico y la independencia. Consiste en un programa individualizado de ejercicios, supervisado por fisioterapeutas, con una frecuencia y duración según la situación de salud. Después de este programa inicial, la persona tiene que hacer un programa de mantenimiento indefinido en el domicilio, para mantener los beneficios conseguidos.

- Rehabilitación respiratoria en las personas con EPOC

 

5. Tratamiento quirúrgico

El tratamiento quirúrgico en la persona con EPOC incluye la bullectomía, la cirugía reductora de volumen pulmonar y el trasplante pulmonar.

 

5.1 Bullectomía

Consiste en extirpar la parte del pulmón afectada por una bulla, que es un espacio dentro del pulmón que contiene aire. Aparece por la destrucción, la dilatación o la unión de espacios aéreos distales a las terminaciones de los bronquiolos, y se asocia al enfisema pulmonar.

La persona con EPOC puede beneficiarse de este tratamiento quirúrgico siempre que sufra una disnea ocasionada por una bulla gigante —que ocupe más del 30 % del pulmón— o que presente neumotórax espontáneos (aire en la pleura) a causa de las bullas.

 

5.2 Cirugía de reducción de volumen pulmonar

Este tratamiento consiste en eliminar las zonas del pulmón afectadas por enfisema que no colaboren en el intercambio de gases, con el objetivo de mejorar la ventilación en el resto del tejido pulmonar. En algunos casos esta cirugía puede reducir los síntomas, y mejorar la función pulmonar y la tolerancia al ejercicio.

La cirugía reductora de volumen sólo está indicada en un grupo muy reducido de personas con enfisema grave.

 

5.3 Trasplante pulmonar

Cuando la EPOC es muy grave y el tratamiento farmacológico no frena la progresión de la enfermedad, una alternativa para algunas personas es el trasplante de pulmón, siempre que cumpla los criterios de edad y de situación general de salud.

 

6. Tratamiento no farmacológico: adopción de hábitos de vida saludable

El tratamiento no farmacológico, tan importante como el farmacológico, se recomienda a personas con EPOC en cualquier momento de la situación fisiopatológica, es decir, desde el comienzo asintomático hasta los estadios más graves de la enfermedad. Dentro de los hábitos de vida saludable, se incluye la dieta, la práctica de ejercicio físico regular y el control o la prevención de los factores de riesgo relacionados con la enfermedad. El mantenimiento de estos hábitos y el conocimiento de la enfermedad y de su manejo son imprescindibles para que el tratamiento tenga éxito, con repercusiones en los signos y síntomas, en especial la disnea, la capacidad funcional respiratoria, la calidad de vida, la morbilidad y la mortalidad.

 

6.1 Dieta

La dieta de la EPOC es muy similar a una dieta equilibrada, con una alta aportación de fibra vegetal en forma de frutas y verduras, y con el consumo de cereales, tubérculos, legumbres, pescado, carne magra, huevos y grasas insaturadas como el aceite de oliva. Sin embargo, las personas con EPOC tienen unas necesidades de alimentación específicas, ya que metabolizan los nutrientes de manera diferente. Las recomendaciones específicas para las personas con EPOC se centran en mantener un peso corporal saludable, mantener un equilibrio entre los alimentos que disminuyen la producción de CO2 y las necesidades nutricionales del organismo y reducir el consumo de grasas saturadas y colesterol.

  • Mantener un peso corporal saludable  

    El número total de calorías recomendadas para una persona con EPOC varía según la edad, la etapa del ciclo vital, el peso y la actividad física.  

    La malnutrición, tanto por exceso (sobrepeso u obesidad) como por defecto (desnutrición), es frecuente en estas personas y tiene efectos negativos en la evolución de la enfermedad, y aumenta la morbilidad y la mortalidad.

    El sobrepeso y obesidad suele tener su origen en una restricción voluntaria de la actividad física debido a las dificultades para respirar cuando se realizan esfuerzos pequeños o medianos; además, el sedentarismo reduce el gasto energético y, si no se adapta la aportación dietética, el peso suele aumentar progresivamente, lo que, a su vez, agravará el problema respiratorio.

    En cuanto a la malnutrición por defecto, cuando la enfermedad respiratoria está avanzada, comer empeora la dificultad respiratoria, ya que eleva el diafragma y disminuye la capacidad expansiva de la caja torácica, además también aumenta el gasto energético basal para el incremento de las demandas de la musculatura respiratoria.

    Por todo ello, la valoración del estado nutricional por parte del personal enfermero, del equipo médico o del dietista es imprescindible para detectar una situación de malnutrición. El objetivo principal de la dieta para todas las personas, y muy especialmente para la persona con una disminución importante del peso, es intentar alcanzar un peso saludable, es decir, un peso que ayude a mantener un buen estado de salud y calidad de vida, sin ningún riesgo de salud.

  • Reducción de los alimentos que aumentan la producción de dióxido de carbono (CO2)

    Los hidratos de carbono o carbohidratos representan la fuente principal de energía alimentaria de cualquier dieta. Son biomoléculas compuestas por carbono, hidrógeno y, en menor cantidad, oxígeno, que tienen dos funciones principales: proporcionar energía inmediata o de reserva a las células del organismo y formar parte de la estructura de la pared de las células vegetales. Se encuentran en una gran cantidad de alimentos, como cereales (pan, pasta, arroz, etc.), tubérculos (patatas), azúcar, frutas, verduras y legumbres.

    Aunque una dieta equilibrada y saludable debe contener entre un 50-60 % de carbohidratos, las personas con EPOC deberían reducir su ingesta a un 40-50 %, porque estos alimentos favorecen la producción de dióxido de carbono (CO2) por la combustión de la glucosa y por la glucosa que no se metaboliza inmediatamente y se almacena en forma de grasas.

    Las proteínas son moléculas formadas por cadenas de aminoácidos. Tienen un papel fundamental para la vida, ya que son imprescindibles para el crecimiento del organismo. Entre los alimentos con proteínas de origen animal están los huevos, el pescado, las aves, las carnes, los embutidos y los productos lácteos. Y entre los alimentos de origen vegetal con alto contenido proteico, los frutos secos, la soja, las legumbres y los cereales. Una dieta equilibrada debe contener aproximadamente un 15 % de proteínas. Las personas con EPOC deben evitar el exceso de proteínas, ya que también puede aumentar la producción de dióxido de carbono (CO2) y reducir el suministro de oxígeno al pulmón, debido a la propia degradación de las proteínas.

  • Reducir el consumo de grasas saturadas y colesterol  

    Un exceso del consumo de grasas saturadas y colesterol incrementa el riesgo de padecer enfermedades coronarias por la formación de placas de grasa y otras sustancias (placas de ateroma) en las arterias, que hacen que la sangre circule con dificultad y que tenga problemas para llegar a los órganos. Además, la inflamación sistémica (aumento de marcadores inflamatorios en la sangre: leucocitos, fibrinógeno, citocinas, etc.) que presentan las personas con EPOC puede acelerar la progresión de depósitos de placas de ateroma en las arterias coronarias, y puede facilitar el desarrollo de una cardiopatía isquémica. Además, los alimentos con un alto contenido de grasa suelen ser los más hipercalóricos, con lo que incrementa el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.

    Las grasas que ingerimos en la dieta se clasifican en:
    • Grasas poliinsaturadas: principalmente en los alimentos de origen vegetal (como el aceite de girasol y los frutos secos) y en el pescado y el marisco.
    • Grasas monoinsaturadas: pueden reducir el colesterol, y se encuentran principalmente en el aceite de oliva y de soja, en el aguacate y los frutos secos.
    • Grasas saturadas: se encuentran principalmente en los alimentos de origen animal (carnes, embutidos, vísceras, huevos, lácteos enteros, nata, yema de huevo, etc.) y también en el chocolate y la pastelería industrial.

 

La persona con EPOC debe reducir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol. Se recomienda sustituir los lácteos enteros por productos desnatados, comer queso fresco o bajo en grasa —como la mozzarella o el requesón—, quitar la piel del pollo, quitar la grasa visible de la carne, tomar pescado azul, cocinar con aceite de oliva y cocinar preferentemente a la plancha, al vapor o al horno, en lugar de freír.

 

Ver tabla: Cinco preguntas sobre la EPOC y la dieta

 

6.2 Ejercicio y actividad física

La práctica de ejercicio físico regular en la persona con EPOC mejora el uso del oxígeno y reduce y ayuda a controlar la disnea. Además, se obtienen otros beneficios como ayudar a mantener el peso corporal, fortalecer la musculatura, prevenir o reducir problemas articulares, prevenir el estreñimiento, reducir el estrés, mejorar la autoestima y estimular el sistema inmunitario.

Es recomendable que la persona con EPOC realice regularmente ejercicio físico adaptado a sus capacidades y a su nivel de tolerancia. Se puede comenzar con actividades cotidianas como caminar, subir escaleras o pedalear en bicicleta estática, con el objetivo de hacer 30 minutos diarios de ejercicio físico. Hay que tener en cuenta que en caso de descompensación de la EPOC se recomienda hacer reposo hasta que la situación se estabilice.

Ejercicio bicicleta

Fuente: Escuela de pacientes, Manual de rehabilitación respiratoria para personas con EPOC. Internet (consulta 11-11-2014) Disponible en: http://www.escueladepacientes.es/ui/aula_guia.aspx?stk=Aulas/EPOC/Guias_Informativas/Manual_de_Rehabilitacion_Respiratoria_para_personas_c

 

Recomendaciones de la actividad física ante problemas respiratorios

 

Ver tabla: 5 preguntas sobre la EPOC i la activitdad física

 

6.3. Control de los factores de riesgo

6.3.1 Reducir o abandonar el consumo de tabaco; 6.3.2 Reducir la exposición ambiental laboral; 6.3.3 Reducción de la exposición al humo de leña o carbón en el hogar; 6.3.4 Reducir o eliminar el consumo de alcohol; 6.3.5 Controlar la función respiratoria; 6.3.6 Vacunación contra la gripe y la neumonía

 

6.3.1 Reducir o abandonar el consumo de tabaco

El tabaco es el factor de riesgo principal de la EPOC, su consumo está clara y directamente relacionado con la progresión de la enfermedad. Además, los daños ocasionados por el tabaco son irreversibles.

El humo del tabaco provoca efectos nocivos en los pulmones y produce diversas lesiones en el aparato respiratorio. También se destruye la superficie de las vías aéreas más pequeñas, lo que disminuye el flujo de aire que puede entrar. Además, en los alvéolos aumenta la producción de células inflamatorias, macrófagos y neutrófilos, y se destruyen las paredes que separan unos alvéolos de los otros, lo que da lugar al enfisema. El tabaco también disminuye el oxígeno de los tejidos porque las moléculas de hemoglobina de la sangre tienen más afinidad por el monóxido de carbono (presente en el humo del tabaco) que por el oxígeno, de modo que aumenta la carboxihemoglobina en sangre. Así, pues, el consumo de tabaco no sólo produce lesiones en las vías respiratorias, sino que también disminuye el oxígeno en sangre.

En todos los casos, pero especialmente en la persona con EPOC, se ha demostrado que el abandono del tabaco se relaciona con una reducción de la morbilidad y de la mortalidad.

Como dejar de fumar 

 

6.3.2 Reducir la exposición ambiental laboral

Numerosos estudios demuestran que las personas expuestas a polvo, gases y humos tóxicos en su lugar de trabajo habitual tienen un riesgo mayor de desarrollar la EPOC. Además, las personas con EPOC expuestas a estos contaminantes en su trabajo sufren una mayor gravedad de la enfermedad. Por tanto, es imprescindible adoptar medidas preventivas en el trabajo siempre que sea posible.

 

6.3.3 Reducción de la exposición al humo de leña o carbón en el hogar

Actualmente, todavía hay muchos hogares que utilizan combustible de biomasa —leña o carbón— como fuente de energía doméstica, para la calefacción o la cocina. Se ha demostrado que las personas expuestas a estos combustibles tienen un riesgo más alto de desarrollar la EPOC, por lo tanto, hay que adoptar medidas que reduzcan o eliminen esta exposición en el hogar siempre que sea posible: instalar calefacción de gas, de gasoil o eléctrica; instalar una cocina de gas o eléctrica; mejorar la ventilación, etc.

 

6.3.4 Reducir o eliminar el consumo de alcohol

Beber alcohol en exceso es muy perjudicial para muchos órganos del cuerpo humano, entre ellos los pulmones. El consumo de dosis altas de alcohol deprime el sistema respiratorio y neurológico, disminuye la respiración, dificulta la expectoración de las secreciones y reduce las defensas del pulmón. Aunque la mayor parte del alcohol se metaboliza en el hígado, una parte puede llegar a las vías respiratorias mediante la circulación pulmonar; el alcohol que llega a las vías respiratorias puede provocar cambios en el sistema inmune y favorecer las infecciones. Además, el exceso de alcohol puede hacer perder el apetito y, por tanto, reducir el aporte de nutrientes al organismo, favorecer la desnutrición y alterar la acción de varios medicamentos como los glucocorticoides. Las personas con EPOC deberían consumir, como máximo, 1-2 vasos de vino o cerveza al día, y deberían evitar su consumo por la noche. Las personas con EPOC que sufren alguna otra enfermedad derivada o relacionada con el alcohol deberían suprimir totalmente su consumo.

 

6.3.5 Controlar la función respiratoria

La EPOC es una enfermedad que no siempre se diagnostica, ya que en las etapas iniciales no hay síntomas. El retraso en el diagnóstico impide que las personas con EPOC puedan beneficiarse precozmente del tratamiento adecuado. Por lo tanto, las personas con riesgo de desarrollar la enfermedad deberían realizarse una espirometría.

 

6.3.6 Vacunación contra la gripe y la neumonía

Hay que evitar las infecciones respiratorias como la gripe, los resfriados o la neumonía para reducir las exacerbaciones de la EPOC relacionadas con estas infecciones. Las vacunas pueden reducir el riesgo de estas descompensaciones —que pueden complicarse— y, por tanto, reducir también la morbilidad.

La gripe es una infección que afecta al aparato respiratorio, por lo que a la persona con EPOC se le debería administrar anualmente la vacuna contra la gripe. Por otra parte, la neumonía (infección en los pulmones) puede deteriorar la función respiratoria, por lo que también se recomienda la vacunación antineumocócica una vez cada 5 años. El equipo sanitario indicará cuando se han de administrar.

 

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Control de la situación de salud
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Es necesario que la persona con EPOC se responsabilice del control de su situación de salud y se implique activamente en este proceso, para que pueda vivir de la forma más normal posible y alcance un nivel óptimo de independencia. Idealmente debe asumir los cuidados, entendidos como el conjunto de acciones llevadas a cabo por la persona, para mantener el estado de salud, evitar comportamientos y acciones que empeoren su situación y detectar precozmente los signos y síntomas que indiquen una descompensación de la enfermedad.

En estadios más avanzados, en los que la enfermedad puede llegar a ser muy invalidante, la persona cuidadora se deberá implicar activamente en el control de la situación de salud de la persona con EPOC.

Para establecer un buen control de la situación de salud, hay que tener en cuenta los puntos que se indican a continuación: 1. Conocimiento de las fuentes de información; 2. Conocimientos de la enfermedad y de la evolución; 3. Conocimiento de los fármacos y de los objetivos del tratamiento farmacológico; 4. Adopción y mantenimiento de hábitos de vida saludables; 5. Conductas de prevención; 6. Participar en asociaciones de personas con EPOC y en grupos de ayuda para conseguir asesoramiento y compartir dudas y experiencias.

El equipo de salud debe mantener una relación estrecha con la persona afectada de la EPOC y con la persona cuidadora y proporcionarles conocimientos y habilidades adecuadas, incluyendo la medicación y su manejo y el tratamiento no farmacológico. Los programas de educación para la salud son una herramienta excelente para mejorar la adhesión al tratamiento, lo que reduce la morbilidad y la mortalidad, y mejora la calidad de vida.

 

1. Conocimiento de las fuentes de información

Actualmente se dispone de mucha información de la EPOC, que puede ser compleja, confusa y contradictoria. Para encontrar información concreta y actualizada hay que acudir a fuentes fiables y reconocidas, tales como revistas, centros y organizaciones, sitios webs especializados en la EPOC y agencias gubernamentales. Es importante que las fuentes de información de Internet sean seguras y de calidad; existen instrumentos de apoyo fáciles de utilizar, como el cuestionario para evaluar sitios webs sanitarios según criterios europeos que ayudan a evaluar si una fuente es fiable o no.

 

2. Conocimientos de la enfermedad y de la evolución

Para entender la importancia de la situación de salud y responsabilizarse de los cuidados, tanto la persona con EPOC como la persona cuidadora deben tener los conocimientos que se indican a continuación.

 

3. Conocimiento de los fármacos y de los objetivos del tratamiento farmacológico

Para gestionar la medicación, la persona con EPOC y la persona cuidadora deben conocer información sobre los fármacos y sobre los objetivos del tratamiento farmacológico, es decir, deben tener los conocimientos que se indican a continuación.

  • Los fármacos que toma (nombre genérico y comercial), las dosis, los efectos esperados y los efectos adversos, y cómo actuar en caso de olvido o de haber repetido la toma del medicamento.
  • La importancia de tomar la medicación prescrita hasta que el médico neumólogo lo indique, aunque los síntomas mejoren o desaparezcan.
  • La importancia respetar las dosis prescritas, incluso si aparecen otros trastornos de salud —siempre que el médico no indique lo contrario.
  • En caso de prescripción de nuevos medicamentos, hay que informar al médico que prescribe el fármaco nuevo del tratamiento farmacológico que toma.
  • Los efectos y beneficios iniciales del tratamiento farmacológico se pueden reducir con el tiempo y ser insuficientes; por este motivo puede ser necesario modificar las dosis o el tipo de medicación.
  • Hay medicamentos que pueden agravar la sintomatología de la EPOC y, por tanto, hay que evitarlos; por ejemplo los antitusígenos, los sedantes, los narcóticos y los hipnóticos.

 

4. Adopción y mantenimiento de hábitos de vida saludables

Adopción de hábitos de vida saludable.

 

5. Conductas de prevención

5.1 Evitar el humo del tabaco; 5.2 Reconocer los signos y síntomas de descompensación de la EPOC; 5.3 Controlar la frecuencia respiratoria; 5.4 Controlar la saturación de oxígeno en la sangre

 

5.1 Evitar el humo del tabaco

El humo del tabaco es muy perjudicial para todas las personas y, especialmente, para las personas con EPOC. Por tanto, es imprescindible que la persona con EPOC abandone esta adicción. Además, hay que evitar los espacios en que se fume, aunque gracias la normativa reciente sobre el tabaco existen muchos espacios públicos libres de humo del tabaco.

Consejos para dejar de fumar 
Aplicación de la nueva Ley del tabaco en Cataluña

 

5.2 Reconocer los signos y síntomas de descompensación de la EPOC

La persona con EPOC y la persona cuidadora deben poder identificar y reconocer precozmente los signos y síntomas que indican descompensación; es necesario consultar al equipo de salud en caso de que aparezcan.

  • Un incremento de las dificultades para respirar, sensación de ahogo o falta de aire (disnea). La persona puede detectar que se fatiga, puede tener la sensación de que le falta el aire cuando realiza alguna actividad que hasta entonces podía hacer sin problemas o, incluso, que le falta el aliento en reposo.
  • Un incremento de las secreciones respiratorias o cambios en el color o en la consistencia. La persona puede detectar más moco de lo habitual, cambios en color —el moco puede ser más amarillento o verdoso (mucopurulento)—, o cambios en la consistencia —el moco puede ser más espeso con dificultades para expectorar.
  • Hinchazón en las piernas o los pies (edemas). La persona puede detectar que le cuesta ponerse los zapatos o que, al final del día, tiene los tobillos hinchados.
  • La presencia de fiebre (temperatura ≥ 37,5 ºC). La persona puede detectar un aumento de la temperatura corporal medida con un termómetro. La fiebre puede tener muchas causas, como una infección respiratoria, por lo que habrá que estar alerta ante la sospecha de infección.
  • La presencia de dolor costal. El dolor en el pulmón puede ser un síntoma de infección grave; si aparece debe solicitarse ayuda médica.
  • Un incremento del sueño durante el día (somnolencia diurna), dolor de cabeza o alteración del estado de conciencia. Estos signos pueden indicar un aumento del dióxido de carbono (CO2) en sangre (hipercapnia) que se debe tratar de inmediato.

 

5.3 Controlar la frecuencia respiratoria

La persona con EPOC y la persona cuidadora deben saber tomar la frecuencia respiratoria y controlarla, para poder identificar alteraciones en la respiración.

Para tomar la frecuencia respiratoria, hay que seguir las siguientes recomendaciones:

  • Debe hacerse siempre en una situación relajada y nunca después de realizar ninguna actividad o ejercicio.
  • Debe hacerse siempre a la misma hora.
  • Antes de hacerlo, la persona debe descansar sentada cinco minutos, como mínimo, en un ambiente tranquilo con una temperatura agradable.
  • Se debe usar un reloj que marque los segundos.
  • Hay que poner una mano en el pecho y contar el número de veces que la mano se eleva durante 1 minuto.
  • Se debe anotar la cifra obtenida en una libreta de control.
  • Si se da un aumento de frecuencia respiratoria, es necesario identificar y apuntar en la libreta si hay signos o síntomas de descompensación (aumento de la tos, dificultades para respirar, etc.) y consultar a un profesional de la salud.

 

5.4 Controlar la saturación de oxígeno en la sangre

Para controlar regularmente la saturación de oxígeno en la sangre (SatO2), aparte de los exámenes que haga el equipo de salud, la persona con EPOC y la persona cuidadora pueden hacer controles domiciliarios más regulares si se dispone de un pulsioxímetro. Hay que saber cuál es el procedimiento y se deben seguir las siguientes recomendaciones para obtener una medida correcta.

  • Se debe hacer siempre en una situación relajada y nunca después de realizar actividad o ejercicio.
  • Antes de hacerlo, la persona debe descansar sentada al menos 15 minutos, en un ambiente tranquilo y una temperatura agradable.
  • Se debe hacer la medición lejos de fuentes de luz importantes, porque pueden alterar la saturación de oxígeno y ofrecer resultados erróneos.
  • Si se llevan las uñas pintadas, se debe quitar la pintura de la uña del dedo que se utilizará para la medida.
  • Hay colocar el pulsioxímetro —aparato con forma de una pinza grande— en uno de los dedos de la mano.
  • Antes de tomar la SatO2, hay que asegurarse de que el dedo no esté muy frío para evitar mediciones incorrectas.
  • Se deben seguir las instrucciones del fabricante del aparato o las explicaciones que haya hecho el equipo de salud.
  • Es importante mantener el dedo inmóvil mientras se hace la medida.
  • Se anotarán las cifras obtenidas sobre la SatO2 y la frecuencia cardíaca (FC) en una libreta de control.
  • En caso de que la SatO2 esté más baja de lo habitual, hay que anotar si hay signos o síntomas de descompensación. Si está por debajo de 90 %, se debe consultar al equipo de salud.
  • Se debe comparar regularmente el aparato de medida domiciliario con el de la consulta del equipo de salud, para comprobar su exactitud, y seguir las recomendaciones del fabricante para el mantenimiento.

 

6. Participar en asociaciones de personas con EPOC y en grupos de ayuda para conseguir asesoramiento y compartir dudas y experiencias

 
  • Unidades monográficas. En los centros de salud existen unidades y profesionales con equipos multidisciplinares, formados por personal enfermero, médicos, dietistas y fisioterapeutas, centrados exclusivamente en el tratamiento y en el cuidado de la persona con EPOC, con el objetivo de ofrecer una atención continuada e integral a la persona con EPOC y a su familia. En estas unidades, también se llevan a cabo programas de formación para que la persona tenga cuidado de sí misma. Como ejemplo, destaca el Programa Pacient Expert de Catalunya®, desarrollado en las instituciones del Instituto Catalán de la Salud (ICS), en el que una persona con EPOC capaz de responsabilizarse y cuidar de sí misma hace de educadora de otras personas con EPOC, mientras que el profesional de la salud hace de observador y sólo interviene si es necesario.
  • Asociaciones de pacientes y grupos de ayuda mutua. Son grupos a los que la persona con EPOC puede dirigirse para encontrar apoyo. Estos grupos se centran en resolver necesidades y dudas ya compartir experiencias de las personas afectadas por un mismo trastorno de salud.
  • APEAS. Asociación de pacientes de EPOC y de apnea del sueño
  • ASOCEPOC. Asociación española de familiares y pacientes con EPOC
  • Asociación de afectados crónicos de las vías respiratorias A tot pulmó
  • FENAER. Federación Nacional de Asociaciones de Enfermos Respiratorios
  • Gestión de los certificados del grado de disminución o minusvalía. Las personas con una enfermedad crónica que presentan un grado variable de dificultad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria pueden solicitar un certificado del grado de disminución o minusvalía. El certificado del grado de disminución, que en España concede el departamento de servicios sociales de cada comunidad autónoma, es un documento que expresa en porcentajes el grado de limitación o disminución que tiene cada persona para desarrollar cualquier actividad de la vida diaria. A partir de un grado de disminución igual o superior al 33 %, la Administración pone a disposición de la persona un conjunto de recursos para mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, deducciones en la declaración de la renta, los beneficios para las empresas que contraten personas con un certificado de disminución o las ayudas para la adquisición de viviendas de protección oficial. Para más información o para gestionar el certificado de disminución, hay que dirigirse a los servicios sociales del Ayuntamiento.
 
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Situaciones de vida relacionadas
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1. EPOC en el embarazo; 2. EPOC y viajar; 3. EPOC y sexualidad y 4. EPOC y gripe

 

1. EPOC en el embarazo

Es muy poco frecuente que una mujer embarazada padezca EPOC. Sin embargo, el aumento del número de mujeres fumadoras, el inicio más precoz al tabaquismo y los cambios demográficos en la fecundidad en los últimos años, es decir, los embarazos en edades más avanzadas, tal vez harán que en el futuro sea una situación más frecuente.

El embarazo implica unos cambios fisiológicos que repercuten en la forma de respirar (inspiración y espiración) y en los niveles de O2 y de CO2 en sangre, ya que el aumento de tamaño del útero comprime el diafragma, y dificulta la expansión torácica completa y, por tanto, el intercambio de gases. Además, aumentan las necesidades metabólicas y de oxígeno, por la presencia del feto. Así pues, la falta de oxígeno en sangre durante la gestación a causa de la EPOC puede ser un riesgo importante tanto para la mujer como para el feto.

Consejos de salud en el embarazo
Consejos de salud en el parto

 

2. EPOC y viajar

Una EPOC en estadios muy avanzados puede hacer no recomendable un viaje por la limitación de la actividad física. Pero si la situación de salud está estabilizada, la persona afectada puede viajar teniendo en cuenta algunas precauciones.

El jaleo de un viaje puede suponer un estrés físico y psicológico que puede empeorar la situación de salud. Es importante planificar el viaje con antelación y consultar las necesidades específicas al equipo de salud: medicación, actuación ante una descompensación, informes médicos, etc. Además, se deben seguir una serie de recomendaciones a la hora de viajar.

Si la persona necesita oxígeno fuera de la residencia habitual, el neumólogo le ayudará a hacer los trámites necesarios con la empresa de suministro de oxígeno para conseguirlo. Además, la persona también deberá ponerse en contacto con la empresa suministradora y con el lugar de destino (el hotel, el apartamento, etc.) para coordinar la llegada y la retirada del aparato de oxígeno estático, que deberá ser igual o parecido al que se utiliza habitualmente.

Si se necesita oxígeno durante el desplazamiento en automóvil, tren, autobús o barco, la persona podrá llevarse su equipo de oxígeno portátil y tener la precaución de poner el aparato en posición vertical. Si el viaje es en avión, la compañía aérea suministrará el oxígeno; por tanto, habrá que ponerse en contacto con la aerolínea para planificar el suministro durante el vuelo.

Finalmente, hay que tener en cuenta que no se recomienda viajar a lugares con temperaturas extremas (frías o calientes) ni en lugares con una altura superior a los 1.500 metros sobre el nivel del mar, ya que puede aumentar la sensación de falta de aire por la disminución del oxígeno en sangre.

Consejos de salud para viajar si se tiene un problema de salud crónico 

 

3. EPOC y sexualidad

 

El mantenimiento de la actividad sexual es una preocupación frecuente entre las personas con EPOC. El miedo a la falta de energía, a sufrir un ataque de tos, la disnea o trastornos en el estado de ánimo, como la depresión, pueden dificultar el mantenimiento de relaciones sexuales satisfactorias.

La persona debe saber que puede mantener una actividad sexual regular sin incidencias, siempre que pueda mantener una actividad física regular y moderada sin la aparición o el empeoramiento de sintomatología respiratoria como el ahogo o la tos. Si estos síntomas no aparecen mientras se práctica ejercicio, no suelen aparecer durante las relaciones sexuales. Sin embargo, en personas con EPOC evolucionada, una actividad sexual intensa puede empeorar la sintomatología respiratoria.

 

Hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Las relaciones sexuales son importantes. Por tanto, hay que intentar mantenerlas planificándolas bien.
  • Se debe programar la actividad sexual para los momentos en que la persona se sienta más descansada, y evitar tener relaciones sexuales justo después de las comidas.
  • La habitación debe mantenerse a una temperatura adecuada (de 19 a21 ºC).
  • Un rato antes de la actividad sexual, hay que estar en reposo y hacer ejercicios de respiración y relajación.
  • Antes de mantener relaciones sexuales, se recomienda tomar dos inhalaciones de la medicación de rescate.
  • Si se tiene prescrito el oxígeno, se debe utilizar durante la actividad sexual.
  • Hay que colocarse en una posición cómoda: las personas han de estar tumbadas de lado o sentadas cara a cara, de modo que se pueda respirar sin dificultades.
  • Si el ahogo es importante, hay que detenerse y descansar.
  • Hay que recordar que el coito no es la única práctica sexual. Hay que intentar otras alternativas para dar y recibir placer.

 

4. EPOC y gripe

La gripe es una infección causada por un virus que afecta las vías respiratorias, acompañada de signos y síntomas como dolor de garganta, debilidad, dolor muscular y de las articulaciones, dolor de cabeza, tos y fiebre.

En la persona con EPOC, la gripe puede descompensar la enfermedad y empeorar su sintomatología respiratoria —puede aumentar la sensación de ahogo, la tos y la mucosidad, y aumentar la coloración y consistencia del moco expectorado—, hasta el punto de ser necesario el ingreso hospitalario. Por tanto, es muy recomendable que, ante la presencia de signos y síntomas de gripe, la persona con EPOC consulte al equipo de salud para ajustar el tratamiento farmacológico. Además, es importante la administración anual de la vacuna contra la gripe para prevenir las descompensaciones.

 

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Problemas de salud relacionados
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Los principales problemas de salud o las complicaciones potenciales asociadas a la EPOC tienen relación con la progresión o con la descompensación de la propia enfermedad o con el tratamiento farmacológico.

  1. Problemas de salud relacionados con la enfermedad
  2. Problemas de salud relacionados con el tratamiento farmacológico 
  3. Situaciones que pueden desencadenar una descompensación de la EPOC

 

1. Problemas de salud relacionados con la enfermedad

 

1.1 Infección respiratoria y neumonía; 1.2 Insuficiencia respiratoria aguda; 1.3 Neumotórax; 1.4 Hemoptisis.

 

1.1 Infección respiratoria y neumonía

La infección respiratoria es un proceso infeccioso de las vías respiratorias causado por un virus o una bacteria. En las personas con EPOC, se manifiesta con signos y síntomas como el aumento de la tos y de la producción de esputo, cambios en la coloración y consistencia del esputo y aparición o aumento de la disnea; también puede aumentar la temperatura corporal (temperatura > 37,5 ºC). La infección respiratoria es una de las causas principales de ingreso hospitalario por descompensación. Durante el ingreso, normalmente se administran antibióticos para combatir la infección, corticoides, broncodilatadores nebulizados y oxígeno mediante unas cánulas nasales o una mascarilla.

La neumonía es la complicación principal de la infección respiratoria. Se trata de una inflamación de los alvéolos provocada por un virus, una bacteria o un hongo. Se manifiesta con fiebre alta, que puede ir acompañada de escalofríos, tos con expectoración de color amarillento o verde (moco mucopurulento), dolor en el pecho que aumenta con la respiración profunda y con la tos (dolor pleurítico), dificultad respiratoria (disnea), aumento de la frecuencia cardiaca (taquicardia), aumento de la frecuencia respiratoria (taquipnea) y presión arterial baja (hipotensión). Según la gravedad de la neumonía puede ser necesario el ingreso hospitalario.

 

1.2 Insuficiencia respiratoria aguda

La insuficiencia respiratoria aguda (IRA) es una situación en la que el aparato respiratorio falla en el intercambio de gases, es decir, en el paso del oxígeno del aire inspirado en la sangre y en la eliminación del dióxido de carbono de la sangre en el aire espirado. Para diagnosticar esta insuficiencia, es imprescindible realizar una gasometría arterial para analizar los gases en sangre. Los signos y síntomas varían según si hay una disminución de oxígeno en sangre (IRA hipoxémica) o un aumento del dióxido de carbono en sangre (IRA hipercápnica).

La persona con hipoxemia presenta ahogo, aumento de la frecuencia respiratoria (taquipnea) y cardiaca (taquicardia) y coloración azulada de la piel y de las mucosas (cianosis), sobre todo de los labios y de la parte distal de los dedos. La persona con hipercapnia presenta desorientación, temblor en las manos y aumento de la frecuencia cardiaca (taquicardia). La IRA es una situación grave que requiere atención hospitalaria urgente.

 

1.3 Neumotórax

Es la presencia de aire dentro del espacio que hay entre las dos pleuras, que son las membranas que recubren los pulmones. Esta acumulación de aire presiona el pulmón por lo que lo colapsa total o parcialmente y le impide ensancharse correctamente durante la inspiración. La persona presenta dificultades para respirar y dolor en el tórax, el cual aumenta al respirar. Si el neumotórax es grande, será necesario colocar un tubo dentro de la pleura para eliminar el aire acumulado.

 

1.4 Hemoptisis

Es la expectoración de moco sanguinolento o de sangre fresca procedente de los pulmones. Se trata de una situación que requiere atención médica urgente. La persona con hemoptisis presenta tos y dificultades respiratorias. Es importante que explique al equipo de salud la duración de este episodio y la cantidad aproximada de sangre que ha expectorado para controlar sus efectos.

 

2. Problemas de salud relacionados con el tratamiento farmacológico

 

Las complicaciones asociadas a los fármacos dependen del tratamiento prescrito. Las más frecuentes se presentan a continuación:

2.1 Taquicardia y temblores; 2.2 Disfonía y candidiasis oral; 2.3 Hiperglucemia; 2.4 Miopatía esteroidea

 

2.1 Taquicardia y temblores

Es una de las complicaciones más frecuente asociada al tratamiento con broncodilatadores β2 adrenérgicos. Generalmente se presenta poco después de administrar el inhalador, en forma de temblor en las manos, nerviosismo y palpitaciones en el pecho; estos signos desaparecen solos al cabo de un tiempo. Cuando aparece, hay que consultar al médico para ajustar la dosis o modificar el fármaco.

 

2.2 Disfonía y candidiasis oral

Es una de las complicaciones más frecuentes relacionada con el tratamiento con corticoides inhalados. La persona presenta irritación en el cuello, cambios en la voz (disfonía) y hongos en la boca (candidiasis oral). Esta infección producida por hongos generalmente se manifiesta con placas blancas en la lengua y el paladar, y es necesario que el médico prescriba un tratamiento específico para combatirla.

Para evitar la aparición de estas manifestaciones, se recomienda después de cada inhalación enjuagar la boca con agua o lavarse los dientes con dentífrico.

 

2.3 Hiperglucemia

La hiperglucemia es el aumento temporal de los niveles del azúcar en sangre por encima de los índices normales. Es una de las complicaciones principales asociada al consumo de glucocorticoides, que depende de la cantidad de medicamento administrada y de la duración del tratamiento. Este aumento del azúcar en sangre se produce, generalmente, después de las comidas y se manifiesta con un aumento de la sensación de sed (polidipsia), un aumento de la cantidad de orina (poliuria), un aumento del apetito (polifagia) y pérdida de peso. Se recomienda controlar la glucemia, como mínimo, después de cenar durante los dos o tres primeros días de tratamiento con cortisona, controlar el aporte de hidratos de carbono y hacer ejercicio regularmente. En caso necesario, el médico puede prescribir algún fármaco para controlar el nivel de azúcar en sangre.

 

2.4 Miopatía esteroidea

La miopatía esteroidea es la debilidad de la musculatura del cuerpo. Es una complicación relacionada con el tratamiento con glucocorticoides y depende de la cantidad administrada y de la duración del tratamiento. La persona tiene dificultades para realizar actividades cotidianas por la pérdida de fuerza en los músculos, sobre todo en las piernas y en los brazos; puede presentarse dolor, rigidez y calambres. Además de realizar ejercicio físico regularmente, se aconseja acudir al fisioterapeuta para hacer ejercicios específicos para mejorar la fuerza y la flexibilidad de los músculos.

 

3. Situaciones que pueden desencadenar una descompensación de la EPOC

- Factores y conductas de riesgo.

 

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Factores y conductas de protección
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Las personas con o sin factores de riesgo de padecer una EPOC pueden adoptar y mantener conductas de protección que las ayuden a prevenir y retrasar su aparición. Las personas que ya padecen la EPOC pueden prevenir y retrasar la aparición y la evolución de complicaciones mediante la adopción y mantenimiento de una serie de conductas. 1. Conductas de protección asociadas a la enfermedad y 2. Conductas de protección asociadas al control de la situación de salud.

 

1. Conductas de protección asociadas a la enfermedad

 

1.1 Conductas de protección de la EPOC; 1.2 Conductas de protección relacionadas con los problemas de salud principales asociados a la enfermedad

 

1.1 Conductas de protección de la EPOC

Para prevenir el desarrollo de la EPOC es muy importante la promoción de algunos hábitos saludables.

  • Evitar el tabaquismo 
  • Evitar la exposición al humo de la leña o del carbón
  • Evitar la exposición ambiental a partículas o gases nocivos en el trabajo

 

1.2 Conductas de protección relacionadas con los problemas de salud principales asociados a la enfermedad

Una vez instaurada la EPOC, para prevenir las complicaciones asociadas a la enfermedad y al tratamiento, se recomienda adoptar las siguientes medidas como factores de protección:

  • Conocer los signos y síntomas principales de descompensación de la enfermedad y aprender a identificarlos, como el aumento de la tos, el ahogo, el aumento de la mucosidad y los cambios en la coloración del moco.
  • Realizar correctamente la técnica de inhalación de los medicamentos.
  • Conocer el tratamiento farmacológico (nombre genérico y comercial): la acción, la dosis y la vía de administración de cada fármaco y los efectos secundarios.

 

2. Conductas de protección asociadas al control de la situación de salud

La persona con EPOC, para gestionar correctamente la situación de salud y tener el grado máximo de independencia en el autocontrol de la enfermedad, debería seguir las conductas que se indican a continuación.

 

2.1 Responsabilizarse y participar activamente en el control de la enfermedad; 2.2 Adoptar hábitos de vida saludables; 2.3 Adquirir conductas de prevención; 2.4 Utilizar fuentes de información acreditadas y rigurosas; 2.5 Controlar y evitar los factores y conductas de riesgo que se relacionan con el trastorno de salud; 2.6 Identificar la red de recursos personales, familiares y sociales y utilitzar adecuadamente.

 

2.1 Responsabilizarse y participar activamente en el control de la enfermedad

El conocimiento de la enfermedad y del tratamiento es fundamental para identificar a tiempo cualquier signo nuevo o situación que pueda indicar una descompensación, para poder comunicarlo al equipo de salud. Cumplir el tratamiento, farmacológico y no farmacológico, es uno de los principales factores de protección para ralentizar el inicio y la progresión de la enfermedad y para prevenir las descompensaciones asociadas.

 

2.2 Adoptar hábitos de vida saludables

Para controlar la situación de salud deben adoptarse hábitos de vida saludables. Es importante que la persona adopte las siguientes medidas:

  • Abandonar el consumo de tabaco.
  • Mantener una dieta equilibrada y variada que incluya alimentos con fibra (fruta, verdura, cereales integrales y legumbres), carnes magras, pescado, huevos y aceite de oliva.
  • Prevenir la malnutrición, tanto por exceso (sobrepeso y obesidad) como por defecto (desnutrición), con una dieta equilibrada.
  • Incluir en la vida diaria un programa de ejercicio regular adaptado a cada persona. Caminar es el mejor ejercicio.
  • Controlar el estrés y evitar las situaciones emocionales extremas.
  • Evitar el consumo de alcohol y de sustancias estimulantes como el café o el té.
  • Vacunarse contra la gripe y contra la neumonía.
  • Evitar cambios bruscos de temperatura.
  • Evitar la exposición a irritantes ambientales (polución atmosférica, humo del tabaco, gases o humos, etc.).

 

2.3 Adquirir conductas de prevención

Es recomendable establecer las siguientes conductas de prevención:

  • Estar alerta ante la aparición de signos y síntomas que pueden indicar una descompensación, como el aumento de la disnea, el aumento de la tos, los cambios en la consistencia y coloración del esputo, etc.
  • Controlar la frecuencia respiratoria y la saturación de oxígeno regularmente.
  • Controlar regularmente el aspecto del moco expectorado —la consistencia y el color.
  • La persona con diabetes debe mantener un buen control del nivel de glucemia y seguir el tratamiento prescrito.
  • Evitar la automedicación en todos los casos, pero especialmente con los antitusígenos, sedantes, narcóticos o hipnóticos.

 

2.4 Utilizar fuentes de información acreditadas y rigurosas

 

Se deben resolver las dudas o inquietudes. Para ello, la persona dispone de recursos de información para resolver las cuestiones que surjan y para profundizar en el conocimiento de la situación de salud. Es importante que las fuentes de información de Internet que se consulten sean seguras y de calidad. En este sentido, existen instrumentos de apoyo fáciles de utilizar para todos los públicos, como el cuestionario para evaluar sitios web sanitarios según criterios europeos, que ayudan saber si una fuente es fiable o no.

Sin embargo, cualquier duda puede ser resuelta por el equipo de salud habitual.

 

2.5 Controlar y evitar los factores y conductas de riesgo que se relacionan con el trastorno de salud

- Factores y conductas de riesgo

 

 

2.6 Identificar la red de recursos personales, familiares y sociales y utilizarla adecuadamente.

- Participar en asociaciones de personas con MPOC i en grupos de ayuda 

 

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Factores y conductas de riesgo
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1. Factores de riesgo de la EPOC 

2. Factores y conductas de riesgo relacionados con la descompensación de la EPOC

 

1. Factores de riesgo de la EPOC

Se han identificado una serie de factores de riesgo —modificables y no modificables— que aumentan la probabilidad de desarrollar la EPOC.

  • Factores no modificables:
    • Edad
    • Sexo
    • Envejecimiento pulmonar
    • Contaminación atmosférica
    • Predisposición genética: el enfisema hereditario por déficit de alfa 1-antitripsina
    • Antecedentes de tuberculosis pulmonar
 
  • Factores modificables y controlables (la persona los puede suprimir o controlar, para reducir los riesgos)
    • Consumo de tabaco
    • Exposición laboral a partículas y gases nocivos
    • Exposición al humo de la leña o del carbón
    • Tabaquismo pasivo
  • Otros. Las infecciones respiratorias repetidas del niño o del adulto en edades tempranas (durante la juventud) y los factores socioeconómicos (hay más prevalencia de fumadores en las clases socioeconómicas más bajas).

 

2. Factores y conductas de riesgo relacionados con la descompensación de la EPOC

Una vez diagnosticada la EPOC, hay factores que pueden provocar la descompensación de la EPOC. Los principales se relacionan con un control y un seguimiento inadecuados de las pautas terapéuticas recomendadas —farmacológicas o no—, con otros trastornos de salud intercurrentes o con el curso evolutivo de la enfermedad.

2.1 Seguimiento inadecuado de las pautas terapéuticas no farmacológicas; 2.2 Factores relacionados con el tratamiento farmacológico; 2.3 Presencia o desarrollo de otros trastornos de salud

 

2.1 Seguimiento inadecuado de las pautas terapéuticas no farmacológicas

  • Consumir tabaco.
  • Realizar excesos físicos y vivir situaciones emocionales extremas: el esfuerzo físico intenso o los trastornos emocionales como la ansiedad pueden aumentar la sensación de disnea.

Se recomienda adoptar hábitos de vida saludables, dejar de fumar, seguir una dieta adecuada, mantener un peso saludable y practicar de forma regular ejercicio físico.

 

2.2 Factores relacionados con el tratamiento farmacológico

  • Incumplir el tratamiento: no seguir estrictamente la dosis prescrita, no tomar nunca el medicamento o no realizar correctamente la técnica de inhalación.
  • Tomar fármacos contraindicados, como los antitusígenos, los sedantes, los narcóticos o los hipnóticos.

 

2.3 Presencia o desarrollo de otros trastornos de salud

Hay trastornos que pueden influir en una descompensación de la EPOC.

  • Infecciones respiratorias.
  • Embolismo pulmonar: obstrucción de las arterias pulmonares causada habitualmente por un coágulo.
  • Intervenciones quirúrgicas.
  • Accidentes cerebrovasculares: oclusión de alguna de las arterias que irrigan el cerebro producida por una placa de ateroma o por un coágulo.
  • Insuficiencia cardiaca
  • Enfermedades neuromusculares: conjunto de enfermedades que afectan a los nervios que controlan los músculos y que producen una pérdida de fuerza muscular.

 

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Repercusiones personales, familiares y sociales
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Cualquier trastorno crónico de salud implica, en mayor o menor medida, modificaciones en la vida personal, familiar y social que hay que identificar y gestionar adecuadamente. En las personas con EPOC, la disnea y la disminución de la cantidad de oxígeno disponible limitan la actividad física, situación que afecta a la dinámica personal, laboral, familiar, al establecimiento de las relaciones sociales y a la manera de divertirse.

Además, la reducción de la energía necesaria para afrontar las actividades diarias y las situaciones de descompensación que pueden requerir ingreso hospitalario pueden afectar el estado de ánimo y la percepción de la propia salud. Las respuestas y estrategias que cada persona adopte (recursos de ayuda personal, trabajar desde casa, grupos de apoyo, actividades de ocio que no impliquen esfuerzo físico, etc.) serán fundamentales para minimizar las repercusiones de la EPOC en la persona que la sufre y en las personas que lo rodean.

Es importante seguir las recomendaciones en el control de la situación de salud, para mejorar la calidad de vida de la persona afectada y del entorno familiar y social.

Información general

Descripción
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La principal función del pulmón es proporcionar al organismo el oxígeno (O2) necesario para vivir. Esta función se lleva a cabo mediante la inspiración, que es la entrada de aire a los pulmones y la espiración, la salida de aire de los pulmones, para eliminar el dióxido de carbono (CO2). Este proceso, conocido como intercambio de gases, se produce entre los alvéolos —sacos pequeños que hay al final del árbol bronquial— y los capilares pulmonares —vasos sanguíneos muy pequeños. El pulmón debe responder sin dificultades tanto en una situación de reposo como de actividad intensa, en la que se necesita más oxígeno para cubrir el incremento de demanda.

 

 

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una situación en la que se obstruyen los bronquios, se destruyen los alvéolos y, en consecuencia, el pulmón es incapaz de satisfacer totalmente las necesidades de oxígeno y de eliminar el dióxido de carbono de la organismo. Al inicio de la enfermedad, esta incapacidad se manifiesta cuando la persona debe llevar a cabo actividades que conllevan una sobrecarga de trabajo, como subir unas escaleras, y en estadios más avanzados también se manifiesta en situación de reposo.

La Guía española de la Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (GesEPOC) define la EPOC como una enfermedad respiratoria crónica caracterizada por una limitación crónica del flujo aéreo que no es totalmente reversible. Esta limitación del flujo aéreo se suele manifestar en forma de disnea —sensación de dificultad para respirar, ahogo— y, normalmente, es progresiva. Además, se asocia a una respuesta inflamatoria anormal de los pulmones a la presencia de partículas nocivas y gases, derivados principalmente del humo del tabaco, que, además, pueden producir otros síntomas como tos crónica, acompañada o no de expectoración. La EPOC se caracteriza también por agudizaciones y comorbilidades frecuentes, como la cardiopatía isquémica o la insuficiencia cardiaca, que pueden aumentar la gravedad de la situación de salud en algunas personas.

 

 

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Historia
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La historia de la EPOC forma parte de la historia de la neumología, integrada por todos los conocimientos relacionados con la anatomía, la fisiología o el funcionamiento del pulmón, las enfermedades y los tratamientos relacionados con este órgano y, finalmente, todas aquellas pruebas diagnósticas complementarias que han permitido conocer el funcionamiento del pulmón y ayudar en el diagnóstico y en el seguimiento de los problemas respiratorios.

 

Los primeros conocimientos anatómicos del pulmón provienen del Egipto faraónico, gracias a la práctica de las momificaciones. Durante la época de la Grecia clásica, la Medicina adquirió por primera vez características de ciencia, gracias a la observación del enfermo y a la aplicación del razonamiento filosófico: «El médico que a la vez es filósofo se parece a los dioses». Hipócrates (460-377 a. C.), considerado el padre de la medicina, se refiere a diferentes enfermedades pulmonares en su selección de escritos Corpus Hippocraticum: la laringitis, la pulmonía, la tisis, el resfriado, etc. Además, el término asma se utilizaba para todas las personas con alguna enfermedad respiratoria que tenían la sensación de falta de aire, y el enfisema (de emphýsao, soplar) se utilizaba para designar la presencia de aire dentro de los tejidos. En esa época no existía la palabra bronquitis, entre otras cosas porque los conductos aéreos se consideraban vasos arteriales que contenían aire (pneuma). Con Hipócrates también se inicia la administración de hierbas medicinales vía inhalación mediante un recipiente de barro al fuego conectado a un tubo a través del cual se inhala los vapores procedentes de las infusiones de hierbas.

La civilización romana no aportó muchas novedades en conocimientos de enfermedades de las vías respiratorias. Los médicos se limitaron a seguir, fielmente, las aportaciones de los griegos. Galeno (129-199 d. C.), médico romano de gran reputación, y sus discípulos creían que el aire que entraba al organismo llegaba al ventrículo izquierdo para mezclarse con la sangre del ventrículo derecho a través del tabique (pared que separa los dos ventrículos); de la mezcla surgía una sangre pura que era transportada hasta el cerebro. Además, gracias a la experimentación con animales, sabían que el pulmón se expandía durante la inspiración (entrada de aire) y se contraía durante la espiración (salida del aire).

A mediados del siglo XVI, el anatomista y cirujano M. Realdo Colombo (1516-1559) describió, gracias también a la experimentación con animales, la circulación pulmonar. Observó que la sangre que circulaba por la vena pulmonar, desde los pulmones al corazón izquierdo, tenía una coloración brillante (sangre arterial), mientras que la sangre que circulaba del corazón a los pulmones era oscura (sangre venosa); se dedujo que este cambio de color se hacía en los pulmones, pero no se sabía cómo se producía. Años después del descubrimiento del microscopio, en 1660, M. Malpighi (1628-1694), anatomista y biólogo italiano, vio que el pulmón estaba formado por grupos de vesículas (alvéolos) rodeados por vasos sanguíneos muy pequeños (capilares), e imaginó el paso del aire de los alvéolos a estos capilares. Simultáneamente, el médico genovés Téophile Bonet describía, a partir de una autopsia practicada, unos pulmones extraordinariamente voluminosos; en realidad se trataba de un enfisema pulmonar, pero interpretó incorrectamente este hallazgo.

En el siglo de la química, el XVIII, Antoine Lavoisier, químico y biólogo francés, descubrió que una quinta parte del aire estaba formado por un gas llamado oxígeno (O2) y que era indispensable para la vida. Concluyó que la finalidad de la respiración era obtener oxígeno —y no enfriar la sangre como se creía hasta entonces— y eliminar otro gas llamado anhídrido carbónico (CO2).

A pesar de las grandes aportaciones científicas y filosóficas hechas hasta los siglos XVI-XVIII, los primeros grandes avances en enfermedades respiratorias bronquiales comienzan a principios del siglo XIX, con el descubrimiento del estetoscopio (de stéthos, que significa pecho, y de scope, explorar). René Laennec (1781-1826), ilustre médico francés, creó un cilindro de madera alargado para poder escuchar los ruidos internos del cuerpo; hasta entonces, el médico tenía que auscultar poniendo la oreja en el pecho. Este nuevo instrumento, llamado estetoscopio y más adelante fonendoscopio, le permitió estudiar los ruidos respiratorios y cardíacos con claridad. Fruto de este estudio exhaustivo, en 1819 publicó el conocido libro de las enfermedades de corazón y pulmón De l'auscultation médiate ou traité du diagnostic des maladies des poumons et du coeur fondé principalement sur ce nouveau moyen d'exploration (la traducción de este título al castellano sería: “Sobre la auscultación mediata o tratado del diagnóstico de las enfermedades de los pulmones y del corazón fundamentado principalmente en este nuevo método de exploración”). Laennec fue el primero en reconocer el enfisema pulmonar como una enfermedad con características como, por ejemplo, la sensación de falta de aire o disnea, uno de los síntomas más habituales. También en aquella época, Charles Badham utilizó por primera vez el término bronquitis para referirse a las enfermedades respiratorias que cursaban con inflamación de la mucosa bronquial, pero este nuevo concepto no fue muy aceptado entre los científicos y durante muchos años a estas enfermedades se las continuó llamando resfriado bronquial.

Poco a poco, los conceptos de bronquitis crónica y enfisema se introdujeron en la literatura médica, pero con serias dificultades para diferenciarlos por las semejanzas clínicas y funcionales. Por este motivo, en 1950, un grupo de expertos británicos elaboraron una definición para cada concepto:
Bronquitis crónica: producción continua o recurrente de exceso de secreción mucosa del árbol bronquial, con tos y expectoración la mayor parte de los días durante al menos tres meses y dos años consecutivos, como mínimo.
Enfisema pulmonar: condición caracterizada por el aumento anormal del tamaño de los espacios aéreos distales a los bronquiolos terminales, acompañado de la dilatación o la destrucción de las paredes de los bronquiolos.
Años más tarde, se impuso el término enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) para designar un síndrome que cursaba con obstrucción crónica y progresiva del flujo aéreo como consecuencia de la bronquitis crónica, del enfisema o de su asociación.

Respecto al tabaco como factor de riesgo por excelencia de la EPOC, se empiezan a encontrar algunas referencias a finales del siglo XIX: «Añadimos que todas las causas capaces de irritar la mucosa bronquial sostienen y desarrollan el resfriado bronquial [...]; el humo del tabaco mismo, inofensivo para muchos, es un verdadero veneno para algunos.» No es hasta principios del siglo XX, que algunos observadores manifiestan la influencia negativa del tabaco sobre la salud y, en especial, sobre el aparato respiratorio.

En cuanto a las técnicas de exploración complementaria, destaca, en 1846, la creación del espirómetro, el primer aparato que permitía medir los volúmenes pulmonares. John Hutchinson, médico británico, presentó un estudio sobre los valores de varios parámetros de la capacidad pulmonar medidos con un espirómetro hecho por él. Los espirómetros, de los que se fabricaron varios modelos, tardaron algún tiempo en introducirse en la práctica clínica habitual. Este descubrimiento junto con los rayos X, de W.C. Röntgen, en el año 1895, revolucionaron el mundo de las enfermedades respiratorias.

Por último, hay que mencionar la importancia de los tratamientos neumológicos. Respecto a la terapia inhalada, el verdadero inicio del tratamiento nebulizado (de nebula, vapor, nube, niebla) en las enfermedades respiratorias se puede situar a partir del 1860, gracias a la invención de aparatos portátiles que transformaban los líquidos en vapores de uso medicinal y que estaban ubicados en los balnearios. En esa época, el tratamiento con oxígeno se practicaba en algunas consultas médicas o a domicilio con aparatos portátiles, y el oxígeno se administraba solo o mezclado con soluciones medicamentosas. A partir del siglo XX, la terapia inhalada adquirió más protagonismo gracias a los avances de la industria farmacéutica y se comenzó a desarrollar la fisioterapia respiratoria.

 

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Epidemiología
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La enfermedad pulmonar obstructiva crónica es un trastorno de salud importante que suele conllevar de manera frecuente el ingreso hospitalario. Según el Registro de altas de los hospitales generales del Sistema Nacional de Salud (SNS) de España, la EPOC fue la causa de más de 58.000 estancias hospitalarias durante el 2010, con un promedio de ingreso de 8 días. Es, por tanto, una enfermedad que conlleva un consumo elevado de recursos sanitarios, con un coste general de 750 a 1.000 millones de euros/año y un coste medio por persona con EPOC de entre 1.712 y 3.238 euros/año.

 

La OMS estima que actualmente hay 210 millones de personas en el mundo que sufren la EPOC. En España, la prevalencia, es decir, el número de personas que padecen EPOC respecto al total de la población, es del 10,2 % de las personas entre 40 y 80 años, más habitual en hombres que en mujeres (15,1 % en hombres y 5,7 % en mujeres). Hay que decir que esta enfermedad está infradiagnosticada, es decir que hay aproximadamente un 73 % de personas con EPOC que no saben que sufren la enfermedad porque no se la han diagnosticado.

La EPOC es actualmente la cuarta causa de muerte en el mundo y la OMS estima que el año 2030 será la tercera causa, aunque durante estos últimos diez años en España la mortalidad muestra una tendencia a disminuir, tanto en los hombres como en las mujeres.

Respecto al consumo de tabaco, principal causa actual de la EPOC, el 29,5 % de la población adulta fuma, según los datos de la Encuesta Nacional de Salud, y el consumo es mayor en los hombres que en las mujeres. Entre la población de 16 a 24 años, el consumo de tabaco es del 33 %, y el consumo es algo mayor entre las chicas que en los chicos.

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Etiología
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Las causas que se relacionan con la aparición de EPOC son:

1. Consumo de tabaco, 2. Tabaquismo pasivo, 3. Combustible de biomasa, 4. Contaminación atmosférica y ambiental, 5. Deficiencia de alfa 1-antitripsina 

 

1. Consumo de tabaco

Actualmente es la causa principal de la EPOC. La inhalación del humo del tabaco produce la inflamación de los bronquios y la destrucción de los alvéolos. Además, disminuye la disponibilidad de oxígeno de los tejidos, ya que la hemoglobina se une con más facilidad al dióxido de carbono presente en el humo del tabaco que al oxígeno que le llega con la inspiración. En general, el riesgo de padecer la enfermedad en las personas fumadoras es del 25-30 % y es proporcional al consumo de tabaco, es decir, cuanto más cigarrillos se consumen, mayor riesgo de desarrollarla —una persona que ha fumado o fuma un paquete al día durante 30 años, tiene un 50 % de probabilidades de desarrollar la enfermedad.

El consumo mundial de tabaco es muy importante. En España, aproximadamente el 29 % de las personas fuman, y la edad de inicio en el consumo se sitúa alrededor de los 13 años.

 

2. Tabaquismo pasivo

Es la inhalación involuntaria del humo del tabaco de otra persona que fuma. En la población, hay una proporción pequeña de personas con EPOC que no han fumado nunca. Entre estas personas no fumadoras, el tabaquismo pasivo representa una situación de riesgo relacionado con la enfermedad.

 

3. Combustible de biomasa

En todo el mundo, hay muchos hogares que utilizan combustible de biomasa —leña o carbón— como fuente principal de energía doméstica. La exposición a este combustible se ha relacionado con el desarrollo de la EPOC.

 

4. Contaminación atmosférica y ambiental

La EPOC se relaciona con la exposición al polvo y humos nocivos en el lugar de trabajo y también con la contaminación ambiental. Además, el aumento de la contaminación atmosférica es una situación que puede descompensar la enfermedad.

 

5. Deficiencia de alfa 1-antitripsina

Es una proteína producida por las células del hígado que se encarga principalmente de proteger el pulmón de una sustancia que daña las fibras elásticas, la elastasa. La disminución de esta proteína, hereditaria, puede causar la EPOC —principalmente enfisema pulmonar. Es importante diagnosticar esta deficiencia a tiempo mediante un análisis de sangre que determine los niveles de alfa 1-antitripsina, ya que existe un tratamiento específico que consiste en la infusión intravenosa de la proteína.

Ver imagen: Fisiopatología de la EPOC

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Tipos
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La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en realidad no es una sola enfermedad, sino que es un concepto general para designar dos enfermedades crónicas: 1. Bronquitis crónica y 2. Enfisema pulmonar. Clasificación de la EPOC.

 

 

 

1. Bronquitis crónica

Es una inflamación crónica de los bronquios que reduce el flujo de aire que entra y que sale de los pulmones, ocasionada por la exposición continuada a irritantes inhalados, principalmente el humo del tabaco. A la vez, esta exposición prolongada provoca un aumento del tamaño de las glándulas mucosas (hipertrofia), que producen mucha mucosidad y que obstruyen los bronquios de modo que la persona tiene dificultades para respirar. La bronquitis se considera crónica cuando la persona tiene tos y expectoración durante al menos tres meses al año en dos años consecutivos.

 

2. Enfisema pulmonar

Es el aumento anormal de los espacios aéreos de los bronquiolos terminales —vías aéreas pequeñas en que se dividen los bronquios y que llegan a los alvéolos pulmonares— y la destrucción de la pared de los alvéolos. El consumo de tabaco es la causa más frecuente de enfisema, aunque las personas con deficiencia de alfa 1-antitripsina (sustancia que está en el pulmón y que lo protege de esta deficiencia) tienen más riesgo de padecer esta enfermedad.

La mayoría de las personas con EPOC sufren las dos enfermedades crónicas, bronquitis crónica y enfisema pulmonar.

Así pues, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica no es una sola enfermedad, sino un concepto general que designa dos enfermedades crónicas que limitan el flujo de aire que entra y sale de los pulmones.

 

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica se puede clasificar de acuerdo con varios criterios.

1. Según la gravedad de la obstrucción (clasificación de The Global Initiative for Chronic Obstructive Lung Disease — GOLD), 2. Según la gravedad de la obstrucción, los síntomas y el número de descompensaciones (clasificación de The Global Initiative for Chronic Obstructive Lung Disease — GOLD) y 3. Según fenotipos clínicos (clasificación de la Guía española de la EPOC-GesEPOC)

 

  1. Según la gravedad de la obstrucción (clasificación de The Global Initiative for Chronic Obstructive Lung Disease — GOLD)  

    Es la clasificación más conocida de la EPOC. Se definen cuatro estadios de gravedad según la obstrucción al flujo de aire medido con la espirometría forzada según el valor del parámetro VEMS (volumen espirado máximo en un segundo) después de administrar un medicamento broncodilatador.
    • GOLD I-Leve. En este estadio hay una limitación leve del flujo de aire que normalmente no produce ningún tipo de síntoma en la persona. El valor del parámetro VEMS postbroncodilatador es igual o superior al 80 %.
    • GOLD II-Moderada. La limitación al flujo de aire causa síntomas como tos o sensación de falta de aire (disnea) durante el ejercicio físico. El valor del parámetro VEMS postbroncodilatador se sitúa entre el 50 % y el 79 %.
    • GOLD III-Grave. En este estadio la limitación del flujo de aire es mayor. La persona tiene más sensación de falta de aire y de fatiga, y dificultades para realizar actividades diarias como subir escaleras. Además, son frecuentes las situaciones de descompensación de la enfermedad. El valor del parámetro VEMS postbroncodilatador se sitúa entre 30 % y 49 %.
    • GOLD IV-Muy grave. En este estadio hay una limitación del flujo de aire importante, con mucha sensación de falta de aire, que dificulta actividades básicas y cotidianas como ducharse o salir a pasear. En ocasiones, la persona puede necesitar tratamiento con oxígeno en casa. El valor del parámetro VEMS postbroncodilatador es inferior al 30 %.
  2. Según la gravedad de la obstrucción, los síntomas y el número de descompensaciones (clasificación de la Global Initiative for Chronic Obstructive Lung Disease — GOLD)  

    Es la última clasificación de la GOLD. Hay cuatro categorías de personas con EPOC según los síntomas generales medidos con la puntuación obtenida de un cuestionario de calidad de vida de COPD Assessment Test y el nivel de disnea medido con una escala (Medical Research Council), la gravedad de la obstrucción se mide con la espirometría según el valor del parámetro VEMS (volumen espirado máximo en un segundo) después de administrar un medicamento broncodilatador y también teniendo en cuenta las descompensaciones de la enfermedad.
    • GOLD A. En esta categoría la persona tiene pocos síntomas, un VEMS postbroncodilatador superior al 50 % y puede tener una descompensación de la enfermedad al año o no tener ninguna.
    • GOLD B. La persona tiene muchos síntomas, un VEMS postbroncodilatador superior al 50 % y puede tener una descompensación de la enfermedad al año o no tener ninguna.
    • GOLD C. La persona tiene pocos síntomas, un VEMS postbroncodilatador inferior al 50 % y puede tener dos o más descompensaciones de la enfermedad al año.
    • GOLD D. Es la categoría más grave. La persona tiene muchos síntomas (Link a manifestaciones clínicas), un VEMS postbroncodilatador inferior al 50 % y puede tener dos o más descompensaciones de la enfermedad al año.
  3. Según fenotipos clínicos (clasificación de la Guía española de la EPOC-GesEPOC) 

    Los fenotipos clínicos son las características de la enfermedad que, solas o combinadas, describen las diferencias entre las personas con EPOC en relación con parámetros clínicos (síntomas, agudizaciones, respuesta al tratamiento o progresión de la enfermedad). 

    La Guía española de la EPOC (GesEPOC) propone cuatro fenotipos.
    • No agudizador, con enfisema o bronquitis crónica. La persona con enfisema o bronquitis crónica tiene menos de dos descompensaciones de la enfermedad al año o no tiene ninguna.
    • Mixto EPOC-asma. La persona puede tener o no asma. Se caracteriza por una obstrucción que, con la administración de un medicamento broncodilatador, mejora parcialmente. Además, la persona puede tener descompensaciones de manera frecuente, es decir que puede sufrir dos o más agudizaciones al año.
    • Agudizador con enfisema. La persona con enfisema tiene dos o más descompensaciones de la enfermedad al año. Si la persona ha recibido tratamiento farmacológico en la última agudización, las descompensaciones deben darse en cuatro semanas de diferencia como mínimo o en seis semanas si no se ha recibido ningún tratamiento farmacológico en la última agudización.
    • Agudizador con bronquitis crónica. La persona con bronquitis crónica tiene dos o más descompensaciones de la enfermedad al año. Si la persona ha recibido tratamiento farmacológico en la última agudización, las descompensaciones deben darse en cuatro semanas de diferencia como mínimo o en seis semanas si no se ha recibido ningún tratamiento farmacológico en la última agudización.
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Consejos de la enfermera

Respirar
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La persona con una enfermedad respiratoria obstructiva presenta diferentes grados de limitación crónica al flujo aéreo que condicionan la capacidad respiratoria, hasta el punto de dificultar la respiración.

 

El tabaquismo o la adicción al tabaco están estrechamente relacionados con la aparición de la EPOC y determinan la evolución de la enfermedad. Se recomienda abandonar el tabaco para reducir la evolución de la enfermedad. Por tanto, es imprescindible que la persona con EPOC deje de fumar. Hay programas de deshabituación que ayudan a llevar a cabo este proceso, con apoyo psicológico, con la ayuda de parches o chicles de nicotina o con tratamiento farmacológico.

Consejos para dejar de fumar

Los signos y síntomas respiratorios habituales en la persona con EPOC son la tos, la disnea y el aumento del esputo. Estas manifestaciones clínicas pueden empeorar en caso de descompensación de la enfermedad.

Se recomienda consultar al equipo de salud en los siguientes casos:

  • Hay más tos de la habitual.
  • Aumenta la sensación de ahogo.
  • Aumenta la cantidad de expectoración, o cambia la consistencia del moco (es más espeso y es difícil sacarlo) o la coloración (es amarillo, verde o marrón).
  • Aparecen sibilancias u opresión torácica.

Todas estas manifestaciones clínicas son signos y síntomas de descompensación o exacerbación de la enfermedad y se debe actuar tan pronto como sea posible. Si el neumólogo ha prescrito la pauta de actuación rápida, se debe comenzar tan pronto como se detecte la agudización; no es necesario acudir al CAP. La intervención precoz puede ahorrar tratamientos más largos y costosos, e ingresos hospitalarios.

  • La rehabilitación respiratoria es un aspecto muy importante del tratamiento, porque mejora la disnea y la calidad de vida de las personas con EPOC. Así, pues, es importante seguir las recomendaciones del equipo de fisioterapeutas sobre los ejercicios de rehabilitación. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que uno de los mejores ejercicios es caminar, sea cual sea la situación de salud.
  • El control de la respiración forma parte de los programas de rehabilitación respiratoria.Para controlar la respiración se combinan dos técnicas: la respiración con los labios fruncidos y la respiración diafragmática. Estas técnicas, que deben repetirse hasta lograr habituarse, permiten relajarse, introducir más aire en los pulmones y vaciarlos con más eficacia. Además de ayudar a normalizar el patrón respiratorio, permiten recuperar el aliento después de la actividad física o durante un episodio de disnea. Ambas respiraciones se pueden practicar en diferentes posiciones: con la persona sentada, tumbada, de pie o apoyada en un mueble o de espaldas a la pared.

Respiración con los labios fruncidos

      1. Se deben relajar el cuello y los músculos de los hombros.
      2. Se ha de inspirar despacio por la nariz y contar mentalmente hasta 2.
      3. Hay que fruncir los labios, cerrándolos pero sin apretar.
      4. Se debe soltar el aire lentamente, contando hasta 4 o más. Se puede utilizar una vela para controlar la expiración: hay que intentar mover la llama, pero sin apagarla.

 

Respiración diafragmática

Permite combinar una respiración relajada y suave, que utiliza la parte inferior del tórax, con una relajación de la parte superior del tórax y de los hombros. Este tipo de respiración ayuda especialmente a llenar de aire la parte inferior de los pulmones.

      1. Se debe buscar una posición confortable y relajar el cuello y los hombros.
      2. Se ha de poner una mano sobre el pecho y la otra sobre el abdomen.
      3. Hay que tomar aire por la nariz y contar mentalmente hasta 2, el abdomen debe estar relajado y el tórax, quieto.
      4. Se ha de expulsar el aire contando hasta 4 mentalmente y utilizando los músculos del abdomen; el abdomen debe contraerse y el tórax debe continuar quieto.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Respirar

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Comer y beber
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La persona con bronquitis crónica tiene tendencia al sobrepeso, en cambio, la persona con enfisema suele ser delgada. En ambos casos la persona debe mantener una dieta equilibrada y saludable para recuperar o mantener el IMC recomendado, teniendo en cuenta el sexo, la edad, la estatura y la constitución corporal.

 

El sobrepeso o la obesidad aumentan la disnea, ya que la pared torácica y la pared abdominal pesan más debido a la grasa acumulada, por ello, para inflar los pulmones, expandir el pecho y respirar bien, hay que aumentar el esfuerzo requerido. La enfermera de referencia puede ayudar a la persona a perder el exceso de peso, con una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades individuales, sin prisas ni con dietas milagro, de manera lenta y segura.

Tratamiento ante el sobrepeso y la obesidad 

Por su parte, la EPOC puede agravar la desnutrición o el adelgazamiento excesivo, ya que comer, aunque sea poca cantidad, puede suponer a la persona un esfuerzo que puede provocar ahogo; esto puede hacer que la persona deje de comer y, por tanto, reciba un aporte nutritivo por debajo de sus necesidades energéticas. Hay que tener en cuenta también que cuando se pierde peso es fácil perder más masa muscular.

La enfermera de referencia puede ayudar a recuperar el peso saludable con una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades individuales. En general, se aconseja comer frecuentemente y en cantidades pequeñas; también se recomienda intercalar con las comidas ingestas ricas en calorías, como frutos secos, patatas fritas, queso, galletas, yogures, helados, dulces o chocolate, y también bebidas calóricas, como leche, chocolate, bebidas energéticas y suplementos dietéticos de la farmacia.

 

 

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Asegurar un aporte suficiente de los recursos energéticos, teniendo en cuenta la edad, el sexo, la etapa del ciclo vital, la actividad física habitual y el estilo de vida de la persona.
  • Hay pesarse cada 15 días.
    • Es preferible pesarse siempre a la misma hora y con la misma ropa, por ejemplo, por la mañana después de levantarse, después de haber orinado y antes del desayuno y de vestirse.
    • Se debe utilizar siempre la misma báscula.
  • Si la persona pierde o gana peso de forma considerable y no voluntaria —por ejemplo, un o dos kilos cada mes—, se recomienda consultar al equipo de salud.
  • En general, los nutrientes se distribuirán de la siguiente forma:
    • Proteínas: 18-20 %
    • Hidratos de carbono: 50-55 %
    • Grasas: 30-35 %
  • Se debe comer despacio, masticar y ensalivar bien los alimentos y no hablar mucho mientras se come.
  • Los alimentos se deben cocinar al vapor o a la plancha o se han de hervir; no se recomienda comer los alimentos fritos.
  • Se debe prevenir el estreñimiento con una dieta rica en frutas y verduras, y, si es necesario, aumentar el consumo de cereales integrales.
  • Se deben evitar los alimentos:
    • que necesiten una masticación prolongada y difícil;
    • muy fríos, muy calientes o que irriten la garganta, porque pueden provocar tos o ahogo.
  • Se recomienda beber 1,5 litros de agua al día, siempre que no haya ninguna contraindicación. De esta manera las secreciones se fluidifican y se facilitará la expectoración.
  • Se deben tomar bebidas descafeinadas o sin teína. Como algunos tratamientos pueden provocar taquicardia, se debe evitar el efecto estimulante cardíaco de la cafeína y de la teína.
  • Hay que evitar comer de forma abundante, e ingerir alimentos flatulentos o bebidas con gas, ya que provocan dilatación del estómago o distensión abdominal, situaciones que dificultan la respiración, ya que se comprime el diafragma y se restringe la expansión torácica.
  • En caso de descompensación de la EPOC, se recomienda que las comidas sean más ligeras y fraccionadas, y con alimentos que sean fáciles de masticar.
  • Si la persona con EPOC toma cortisona, hay que incrementar el aporte de calcio —con leche y derivados— ya que la cortisona puede causar osteoporosis (enfermedad de los huesos que reduce la densidad ósea).
  • Cuando se sigue un tratamiento con cortisona puede aumentar la glicemia en sangre, aunque no se padezca diabetes. Si se da esta situación, hay que seguir las recomendaciones dietéticas relacionadas con la alimentación y la diabetes.
  • Si la persona presenta hipertensión, dislipidemia o cualquier otra enfermedad metabólica, se recomienda seguir las pautas alimentarias relacionadas con cada situación específica.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Comer y beber

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Moverse y mantener una postura corporal correcta
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La disnea en la persona con EPOC —que inicialmente aparece con los esfuerzos y, posteriormente, en reposo— puede dificultar actividades cotidianas como ir a comprar, vestirse, desvestirse o ducharse. Uno de los problemas principales de las personas con disnea es la inactividad, que se establece en un círculo vicioso: se reduce la actividad porque la persona se cansa y se ahoga, la reducción o el cese de la actividad provoca la pérdida de fuerza y de resistencia muscular y, a la vez, aumenta la sensación de cansancio y ahogo con esfuerzos cada vez menores. Es decir: cuanta menos actividad se hace, menos se quiere o se puede hacer.

 

El ejercicio regular ayuda a mejorar la respiración, porque la actividad de los pulmones a través del ejercicio físico ayuda a reducir síntomas como la disnea y la fatiga. La actividad también ayuda a fortalecer todo el cuerpo y mejora la forma física, lo que, a su vez, disminuye el cansancio en actividades de la vida diaria. De esta manera, se invierte el ciclo de la inactividad.

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Si la persona tiene sensación de ahogo, se recomienda que se centre inicialmente en actividades más necesarias. Si se intentan modificar muchas actividades al mismo tiempo, es posible que no se consigan los objetivos.
  • La persona no debe agotarse. Hay que empezar con una actividad fácil y asequible, como caminar 15 minutos al día, y aumentar progresivamente el tiempo hasta llegar a 1 hora diaria, siempre que la situación de salud lo permita. Además de caminar, se puede hacer otro tipo de ejercicio suave como nadar.
  • En función de la tolerancia al esfuerzo, se puede aumentar progresivamente el nivel de actividad e incluir más ejercicios:
  • Para fortalecer las piernas: pedalear en bicicleta fija o subir escaleras, para aumentar el tono muscular y la flexibilidad.
    • Para fortalecer la parte superior del cuerpo: ejercicios ligeros con pesas, para mejorar fuerza de los músculos respiratorios, de los brazos y de los hombros.
    • Se aconseja cambiar periódicamente el tipo de ejercicio para evitar la rutina y el aburrimiento.
  • Hacer el ejercicio acompañado, a horas concretas y en un recorrido conocido facilitan el mantenimiento regular de la actividad física.
  • Se debe escoger la mejor hora para salir a hacer ejercicio, hay que evitar las horas de más calor en verano y de más frío en invierno. Los días de lluvia o viento es mejor no salir y hacer ejercicios dentro de casa: tonificar extremidades, hacer ejercicios de relajación, estiramientos, etc. Tampoco conviene salir después de las comidas.
  • Es importante participar en programas de rehabilitación específicos para personas con EPOC.
  • Planificar con el neumólogo y con el rehabilitador el tipo, la intensidad, la frecuencia y la duración de la actividad física más adecuada para cada persona.
  • Durante una exacerbación de la EPOC, se recomienda que la persona no realice ningún tipo de actividad física, porque esta situación de descompensación aumenta la sensación de ahogo.
  • Si es necesario y solo si lo indica el neumólogo, se debe hacer la actividad física con apoyo extra de oxígeno, con un flujo adecuado a las necesidades de cada persona.
  • Planificar anticipadamente las tareas cotidianas y así no tener que correr.
  • Se debe descansar regularmente durante períodos cortos de tiempo a lo largo del día y siempre que la persona se sienta cansada.
  • Hacer las tareas cotidianas que requieren más esfuerzo cuando la persona tenga más energía.
  • Mantener un ritmo constante de actividad, aunque sea lento, consume menos energía.
  • Para hacer la compra, se pueden tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
    • Planificar la actividad para evitar viajes innecesarios y las horas de más aglomeración.
    • Organizar la lista de las cosas a comprar de acuerdo con la distribución de las tiendas en la calle, de las paradas en el mercado o de los productos en el supermercado.
    • Utilizar un carro de la compra y colocar las cosas pesadas cerca del asidero.
    • Al sacar los productos que se han comprado en casa para guardarlos, no se deben dejar en el suelo, sino sobre una mesa o una silla o a una altura adecuada.
  • Si aparece ahogo al subir escaleras, es aconsejable seguir las siguientes recomendaciones:
    • Parar antes de subir la escalera.
    • Inspirar para llenar los pulmones con todo el aire que se pueda.
    • Empezar a subir las escaleras y expulsar el aire con los labios fruncidos (como si se soplara una vela).
    • Cuando se haya expulsado todo el aire, detenerse y descansar.
    • Volver a inspirar y repetir la secuencia hasta llegar al lugar deseado.
  • Para la limpieza y la higiene personal, es aconsejable seguir las siguientes recomendaciones:
    • Organizar el espacio de forma que los objetos o utensilios que se utilizan más estén al alcance.
    • Si es posible, sentarse en un taburete y apoyar los codos en el baño al afeitarse, peinarse o lavarse los dientes.
    • Utilizar la ducha en vez de la bañera.
    • Poner una alfombra antideslizante y barras para sujetarse en la ducha para evitar caídas y resbalones.
    • El agua debe estar templada: ni demasiado fría ni demasiado caliente.
    • Utilizar un taburete o un asiento especial para la ducha o la bañera y todos aquellos dispositivos que puedan ser de utilidad, como cepillos de mango largo para limpiar los pies o la espalda.
    • Asegurarse de que nadie usa el baño desodorantes de aerosol u otros esprays que pueden ser irritantes para la respiración.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Moverse y mantener una postura corporal correcta

 

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Reposar y dormir
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Las personas con EPOC pueden tener dificultades para dormirse y para mantener el sueño; los despertares nocturnos son frecuentes debido a la dificultad para respirar, por la tos y por la disnea. Además, la disminución de la ventilación mientras se duerme puede reducir la saturación de oxígeno en sangre o el contenido de oxígeno de la sangre, que se expresa en un porcentaje de su capacidad.

 
Además, hay otros factores de riesgo como el sobrepeso o la obesidad que pueden provocar la aparición del síndrome de apnea-hipopnea durante el sueño (SAHS), también llamado síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) o síndrome de apnea durante el sueño (SAS). Con el SAHS mientras la persona afectada duerme se obstruye la vía aérea superior, por tanto se reduce o cesa momentáneamente el flujo de aire hacia los pulmones, lo que produce síntomas como somnolencia diurna (aumento del sueño durante el día, hasta el punto de que la persona se queda dormida de forma involuntaria mientras realiza actividades habituales), dolor de cabeza por la mañana, sensación de no haber descansado durante la noche, irritabilidad, problemas de atención y de memoria o ronquidos. Si se presentan algunos de estos síntomas o todos, la persona con EPOC deberá consultar al neumólogo, por si se han de hacer pruebas específicas para evaluar la calidad del sueño.

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Hay que acondicionar la habitación para facilitar la relajación y el descanso: la habitación debe estar a una temperatura de 19 ºC aproximadamente y se deben evitar los ruidos.
  • Hay que dormir las horas suficientes. La mayoría de las personas necesitan dormir entre 7 y 9 horas, aunque puede haber variaciones según la persona. Dormir pocas horas empeora las apneas (suspensión transitoria de la respiración) y los ronquidos. Se recomienda tener un horario regular y mantener un ritmo estable de horas de sueño.
  • La mejor posición para dormir es de lado abrazado a una almohada.

    Persona en la cama durmiendo con varias almohadas
    Fuente: SEPAR, guía de práctica clínica para el tratamiento de pacientes con EPOC. 2012. Internet (abril 2015) Disponible en: http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_512_EPOC_Lain_Entr_paciente.pdf 

    No se recomienda dormir boca abajo porque esta posición dificulta la expansión de la caja torácica y puede aumentar la sensación de ahogo. Tampoco se recomienda dormir boca arriba ya que esta posición empeora las apneas y los ronquidos.
  • No hay que ir a dormir con el estómago demasiado lleno o con la sensación de hambre. Se recomienda dejar una hora entre después de cenar y el momento de ir a dormir.
  • No hay que beber alcohol ni bebidas estimulantes como té, café, chocolate, refrescos con cafeína, etc.
  • No hay que fumar. Además de los efectos negativos del humo del tabaco en los pulmones, la nicotina altera la calidad del sueño.

    Consejos de salud para dejar de fumar
  • Es aconsejable descansar después de la comida: hacer una siesta o simplemente reposar mientras se hace la digestión.
  • Si el sueño no es reparador, hay que consultar al equipo de salud.
  • Si durante la noche la persona se despierta sin aliento, se recomienda:
  • Sentarse al borde de la cama, inclinarse hacia adelante y apoyar los brazos en la mesita de noche, por ejemplo.
  • Tener a mano un ventilador y encenderlo si se nota que falta el aliento.
  • Tener la medicación cerca de la cama por si es necesaria.
  • Relajar los músculos y aplicar las técnicas de control de la respiración.
  • Intentar dormir incorporado en la cama con la ayuda de una o más almohadas.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Reposar y dormir

 

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Eliminar
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La persona con EPOC puede presentar problemas de eliminación, sobre todo intestinal, ya que esta actividad conlleva un consumo alto de oxígeno y un esfuerzo que puede aumentar la disnea. Las deposiciones deben ser regulares, de consistencia blanda, de color, olor y aspecto normales, y la eliminación no debe requerir un esfuerzo excesivo ni provocar molestias o dolor.

 
Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Hay que aumentar la ingesta de líquidos y de fibra: verduras, fruta —sobre todo kiwis o ciruelas—, legumbres y productos elaborados con harina integral.
  • Debe hacerse el ejercicio físico recomendado de manera regular.
  • Para aumentar la efectividad de la musculatura abdominal y para reducir el esfuerzo necesario para defecar, hay que sentarse en el inodoro con las caderas y las rodillas flexionadas (se pueden apoyar los pies en un taburete bajo) para adoptar una posición similar a estar en cuclillas.

    Consejos de salud ante el estreñimiento 
  • Si a pesar de estos consejos no se consiguen unas deposiciones adecuadas, hay que consultar al equipo de salud por si considera necesario prescribir un laxante, lavativas, etc.
  • Si la persona usa un aparato de oxígeno, si es necesario se ha de adaptar el flujo a esta actividad.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

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Evitar peligros y prevenir riesgos
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Las recomendaciones de los profesionales de la salud sobre la enfermedad, el tratamiento, los hábitos de vida saludables y los signos de alerta no serán efectivas si no se llevan a cabo diariamente. Por lo tanto, es indispensable que la persona se haga responsable de los cuidados de salud.

 
Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones relacionadas con el trastorno de salud:

  • Hay que acudir a las revisiones periódicas del equipo de salud.
  • Hay que saber identificar los signos de alerta de descompensación de la enfermedad y de las enfermedades o problemas de salud asociados, para poder actuar de forma precoz, con un tratamiento recomendado previamente o con una consulta al equipo de salud.
  • Hay que evitar la exposición a niveles elevados de contaminación atmosférica, ambientes con humos o temperaturas extremas o cambiantes, y el contacto con sustancias alergénicas, ya que estas situaciones pueden provocar disnea y tos, o empeorarlas y pueden afectar la ventilación y aumentar la sensación de ahogo.
  • Si es necesario, se utilizarán mascarillas protectoras en aquellas situaciones en que exista un riesgo elevado de contagio respiratorio.
    Como utilizar la mascarilla     Infografia como ajustar la mascarilla    Infografia Tipo de mascarillas
  • Debido a la alta vulnerabilidad a las infecciones respiratorias, se recomienda evitar los lugares cerrados con mucha gente y poca ventilación, sobre todo en invierno, que es cuando son frecuentes las gripes y los resfriados.
  • Para prevenir la hiperreactividad bronquial, se recomienda utilizar jabones y desodorantes neutros sin perfume.
  • Se deben mantener unas condiciones de temperatura y humedad estables, tanto en el domicilio como en el trabajo. Pasar repentinamente de un ambiente cálido a un ambiente frío puede provocar disnea.
  • Al salir de casa un día frío, se recomienda llevar bufanda para ayudar a calentar el aire que se respira.
  • Hay vacunarse contra la gripe y contra la neumonía.
  • Se deben utilizar fuentes de información acreditadas y compartir la información con el equipo de salud.
  • Han de fomentarse las conductas de protección asociadas a la enfermedad y al control de la situación de salud de la persona con EPOC.
  • Hay que evitar los factores de riesgo de la enfermedad y los factores y las conductas de riesgo relacionados con la descompensación de la EPOC.
  • Se deben seguir las recomendaciones específicas en situaciones de vida específicas como el embarazo, un viaje o ante la sexualidad o una enfermedad intercurrente como la gripe.
  • Hay que tener en cuenta las recomendaciones que ayudan a mantener un buen estado de salud y mejoran la calidad de vida: estar bien informado, conocer las asociaciones de afectados y los grupos de ayuda mutua, evitar el humo del tabaco, etc.

 

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones en relación con el tratamiento farmacológico.

  • En el tratamiento de la EPOC la vía inhalatoria es la de elección. Es importantísimo llevar a cabo la técnica de administración de forma correcta para que el tratamiento sea efectivo.
  • Hay que conocer el nombre genérico y el nombre comercial de la medicación que se toma, la dosis, la vía de administración, la frecuencia, para que está indicada y los efectos secundarios principales. Todas las dudas se deben consultar al equipo de salud.
  • Se ha de adaptar la toma de la medicación a la rutina diaria con la enfermera de referencia: es la mejor manera de evitar olvidos.
  • Se debe tomar toda la medicación indicada durante el tiempo prescrito, aunque los síntomas hayan mejorado o desaparecido. La EPOC es una enfermedad crónica y también lo es el tratamiento.

Si se prescribe oxigenoterapia a domicilio hay que tener en cuenta las indicaciones terapéuticas, tanto en cuanto al horario como en cuanto a la cantidad, y todas las precauciones y medidas de seguridad. A veces, el médico puede autorizar la adaptación de la cantidad de oxígeno en función de la actividad que realice la persona.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Evitar peligros y prevenir riesgos

 

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Comunicarse e interactuar socialmente
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La EPOC no sólo afecta a la vida a la persona afectada, sino que también puede interferir en la familia y en el entorno social, según la etapa evolutiva de la enfermedad. Como todas las enfermedades crónicas que provocan un descenso de la capacidad funcional de la persona por la intolerancia al esfuerzo, la EPOC puede conducir a una situación de aislamiento y soledad que puede conllevar una baja autoestima o una depresión.

 

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Se debe potenciar el empoderamiento de la persona, darle apoyo para que se responsabilice de los cuidados de salud y convencerla de que es capaz de realizarlas.
  • Cuidar la persona cuidadora. El equipo de salud debe instruir a la persona cuidadora sobre la enfermedad, deberá velar para que no aparezcan signos de cansancio y, si aparecen, hay que actuar de forma rápida y ofrecer el apoyo emocional y logístico necesario (trabajadores sociales, asociaciones de pacientes, psicólogos, etc.).
  • En cuanto a la persona cuidadora, se aconseja:
    • Evitar la sobreprotección de la persona con EPOC; no solo no es útil sino que puede hacer que la persona afectada se sienta inválida.
    • Tratar de ser positivo y no desanimarse los días malos.
    • Pedir la información necesaria sobre la EPOC, el tratamiento y las ayudas o recursos existentes a los profesionales de la salud o buscarla en fuentes fiables.
    • Reservar regularmente un tiempo para hacer alguna actividad personal.
    • Organizar períodos de descanso cortos para hacer alguna actividad lúdica fuera de casa. Si la persona afectada no puede quedarse sola, se puede pedir ayuda a familiares, amigos o voluntarios.
    • Si la persona afectada es la pareja, es importante hacer una lista de las actividades de las que ambos pueden disfrutar para poder ponerlas en práctica.
  • Hay que contactar con las asociaciones de afectados o grupos de ayuda mutua; puede ser una buena manera de compartir experiencias.
  • Si es posible, deben planificarse las relaciones sexuales para poder mantenerlas satisfactoriamente.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos de vida saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Comunicarse e interactuar socialmente

 

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Trabajar y divertirse
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La persona con EPOC puede seguir trabajando siempre que sea posible, es decir, puede trabajar si la actividad laboral no empeora la enfermedad —por ejemplo, en los casos de puestos de trabajo con contaminación, humos o sustancias que irritan la mucosa bronquial.

 

Hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones en el ámbito laboral:

  • Siempre que sea posible, hay que seguir trabajando y tener una vida activa.
  • Conviene notificar al empresario o al jefe el estado de salud, para poder pactar, si es necesario, una reducción horaria y poder adecuar el puesto de trabajo.
  • Si es necesario, puede tramitarse el reconocimiento del grado de discapacidad a través del equipo de salud, en concreto a Trabajo Social, para disfrutar de las garantías que ofrece el reconocimiento.

 

En cuanto al ocio y a la diversión, hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Para evitar el aislamiento, se mantendrán las actividades sociales. Es importante participar en la organización de actos familiares (fiestas, cumpleaños, etc.) en la medida en que la situación de salud lo permita.
  • Planificar bien las salidas. Es preferible hacerlas en compañía y en lugares sin aglomeraciones de gente. Si se utiliza un aparato dispensador de oxígeno se debe adaptar la carga del dispositivo al tiempo de la salida.
  • Hay que intentar hacer actividades que conlleven poco gasto energético, como leer, escuchar música, conversar, pasear, etc.

 

En cuanto a los viajes, hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Se deben hacer los preparativos con antelación, llegar temprano al aeropuerto o a la estación de tren o de autobuses y no llevar equipaje pesado.
  • Si se viaja a lugares con temperaturas extremas, mejor ir durante la época del año en que las temperaturas sean más suaves.
  • No se recomienda ir a lugares situados a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, para evitar situaciones de falta de aire y de oxígeno debido a la altitud.
  • Si es necesario viajar con silla de ruedas para facilitar los traslados, se ha de solicitar con antelación.
  • Si se viaja en automóvil, tren, autobús o barco, el equipo de oxígeno debe estar en posición vertical, para que no pueda volcar. Es conveniente ponerse en contacto con la empresa de transporte unas semanas antes del viaje para informarse sobre las normativas de uso de los equipos de oxígeno.
  • Hay que llevar siempre encima el informe médico y la tarjeta sanitaria.
  • Se ha de llevar la medicación habitual en el equipaje de mano, para que, en caso de retrasos o de pérdida de equipaje, la persona tenga disponible una cantidad suficiente de medicinas para todos los días del viaje.
  • Hay que averiguar cuáles son los centros de salud más cercanos al lugar de destino.
  • Las personas con oxigenoterapia domiciliaria, deberán avisar con tiempo al neumólogo para que realice los trámites necesarios para trasladar el suministro; si el viaje es en avión, hay que comunicar a la compañía aérea que se viajará con el equipo de oxigenoterapia.
  • Se deben tener en cuenta los consejos sobre los viajes.

 

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

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Tópicos y conductas erróneas
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Dejar de fumar no cura la EPOC, pero es imprescindible hacerlo para controlar la evolución de la enfermedad.
La EPOC es una enfermedad crónica; por tanto, no se cura. Se puede controlar la enfermedad y evitar su progresión si se sigue un buen tratamiento médico, si se deja de fumar y se siguen las indicaciones del apartado de consejos de la enfermera.

 

Es bueno hacer actividad física adaptada a las posibilidades de cada persona.

La actividad física controlada y adecuada es una buena acción de salud. Es verdad que en las agudizaciones de la enfermedad se debe reducir la actividad cotidiana, pero hay que intentar no quedarse en la cama y hacer los ejercicios que se han aprendido en las sesiones de rehabilitación.

 

La medicación no debe dejarse sin una orden expresa del médico.
La obstrucción bronquial de la EPOC no es reversible. En la fase estable, la persona no percibe alivio cuando mejora la capacidad respiratoria. Es importante tomar todos los medicamentos hasta que el médico los cambie o suspenda la medicación, aunque no haya síntomas, ya que el tratamiento farmacológico retrasa la progresión de la enfermedad.

 

La administración de medicamentos con cortisona no está contraindicada para las personas con diabetes.
Cuando se toma cortisona se debe tener en cuenta que pueden aumentar los niveles de glicemia. Se deberá adaptar el tratamiento específico de la diabetes —en comprimidos o con insulina— a los cambios en los niveles de glicemia.

 

El tratamiento con oxigenoterapia a domicilio ayuda a hacer actividades como pasear, ir de compras o ir al cine.
Actualmente hay aparatos que permiten salir a la calle o hacer una actividad social y laboral en condiciones óptimas. También se puede viajar, pero hay que tener en cuenta los condicionantes que se describen en el apartado de oxigenoterapia domiciliaria.

 

El oxígeno no quita el ahogo, pero aumenta la cantidad de oxígeno en sangre.
El aporte extra de oxígeno corrige la hipoxemia, es decir, la falta de oxígeno en sangre, pero no quita el ahogo. El tratamiento broncodilatador con esprays sí puede mejorar la disnea.

 

El oxígeno no seca los pulmones.
Hay personas que piensan que el aporte extra de oxígeno puede hacer que los pulmones pierdan elasticidad, pero esta idea es falsa. La sequedad de las mucosas nasales y orofaríngeas que notan las personas que llevan oxígeno no tiene ninguna repercusión en los pulmones. Sin embargo, si esta sequedad causa molestias, hay que avisar al médico para que pueda prescribir humidificadores que minimicen este efecto adverso.

 

La morfina ayuda a mejorar la disnea en casos de fase avanzada de la enfermedad.
La morfina es un fármaco conocido por su acción analgésica, pero también se utiliza en pacientes con EPOC en fase avanzada para mejorar la disnea de difícil control con poca respuesta al tratamiento convencional. Habitualmente el médico receta dosis muy pequeñas de morfina por vía oral, y valora la respuesta del enfermo.

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Última modificación: 04/12/24 13:46h

Comentarios

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Juan Carlos gazzola 25 de Abril de 2021
Tengo epoc severo oxígeno dependiente , tengo difiFacultad para evacuar y el esfuerzo para realizar el movimiento del vientre me produce una importante dificultad , que es el ahogo respiratorio.. Los laxantes me produce hinchazón de estómago que me corta la respiración. La frecuencia de evacuación es mas o menos una semana ayudando a la noche con compota ciruelas. Me gustaría una orientación de lo que debería hacer. Ir de cuerpo sin esfuerzo. MUY AMABLES..
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infermera virtual 03 de Mayo de 2021
Hola Juan Carlos:
En primer lugar, hay que aumentar la ingesta de líquidos y de fibra: verduras, fruta —sobre todo kiwis o ciruelas—, legumbres y productos elaborados con harina integral. (Esto parece que ya lo haces)

Debe hacerse el ejercicio físico recomendado de manera regular. (Consulta con tu equipo de salud para saber qual és m'as conveniente)
Para aumentar la efectividad de la musculatura abdominal y para reducir el esfuerzo necesario para defecar, hay que sentarse en el inodoro con las caderas y las rodillas flexionadas (se pueden apoyar los pies en un taburete bajo) para adoptar una posición similar a estar en cuclillas.

Si a pesar de estos consejos no se consiguen unas deposiciones adecuadas, hay que consultar al equipo de salud por si considera necesario prescribir un laxante, lavativas, etc.
Si la persona usa un aparato de oxígeno, si es necesario se ha de adaptar el flujo a esta actividad.

Puedes consultar todo lo referente a eliminación para personas con EOPC en este enlace.
https://www.infermeravirtual.com/esp/problemas_de_salud/enfermedades_transtornos/epoc#consejos_de_la_enfermera-eliminar
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