5 consejos para acompañar a una persona con depresión
La depresión puede ser aguda, aunque, en ocasiones, puede convertirse en crónica o presentarse de forma recurrente; en estos casos, el trastorno dificulta las actividades cotidianas, afecta al trabajo o la vida escolar, y disminuye la capacidad para afrontar la vida diaria.
Las personas que rodean a la persona afectada de depresión también sufren. La actitud de los familiares o amigos puede pasar por diferentes etapas: en la primera parte de la enfermedad, es decir, al inicio de los síntomas depresivos, la familia suele ofrecer apoyo y cariño a la persona con depresión y suele ayudarla en las tareas que ha dejado de realizar. Al cabo de unos meses, si la depresión no ha mejorado o ha empeorado, las cosas pueden empezar a cambiar: la familia puede estar cansada y el cariño puede convertirse en indiferencia. La familia no entiende por qué no se mejora y puede llegar a pensar que la persona con depresión no se esfuerza lo suficiente y no pone voluntad para curarse. En otra fase, si la enfermedad sigue y no se observan mejoras, se alternan episodios de afectividad con trato distante. Los sentimientos de la familia y de las personas cercanas cambian, ya que pueden sentirse utilizados y pensar que la persona con depresión es egoísta; a veces, sin embargo, se sienten culpables porque no tienen paciencia ni se muestran afectivos con la persona, y temen que no mejore nunca.
La forma de actuar con una persona con depresión es importante. Algunas recomendaciones que pueden ayudar a familia y amigos a gestionar la situación son:
- Entender el problema. Es fundamental entender qué ocurre. La apatía, el pesimismo y el mal humor que muestra la persona deprimida no son actitudes voluntarias.
- Eliminar enojos. A menudo los familiares y amigos de personas con depresión tienen ideas erróneas sobre la enfermedad y esto provoca enfados. Por ejemplo, que la persona afectada no se esfuerza lo suficiente, aunque esto es debido a la enfermedad. Por eso, cuantos más datos se tengan sobre lo que ocurre, más fácilmente se podrán controlar estos enfados.
- Premiar las pequeñas mejoras. Cada vez que la persona deprimida sonría, que tome la iniciativa para hacer algo o que colabore en alguna tarea de casa hay que reconocerle el esfuerzo y decírselo directamente.
- Retirar la atención en comportamientos depresivos. Durante los comportamientos depresivos —quejas o llantos—, se debe evitar prestar excesiva atención a la persona, mejor no hacer caso de las conductas depresivas ni intentar que la persona cambie de actitud ni que razone a través de grandes conversaciones, ya que puede provocarse un sentimiento de culpabilidad. En el momento en que cesen estas conductas hay que premiar el esfuerzo.
- Proponer actividades. Deben sugerirse actividades cotidianas o actividades que antes producían satisfacción, que sean fáciles de llevar a cabo y por las que no sean necesarias muchas personas, como ir a pasear. Mejor no proponer actividades complejas, por si la persona con depresión no está preparada, ya que pueden provocar frustración e impotencia. Un buen momento para invitar a realizar una actividad es cuando el estado de ánimo empieza a bajar, para cortar la secuencia de pensamientos negativos que llevan a la persona a la desesperación. Pero no debe interrumpirse una actividad que para ella sea placentera. Las actividades deben recomendarse de manera tranquila y empática, es decir, teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra la persona; si de entrada no se acepta la propuesta, se puede insistir un par de veces de forma distendida, pero sin forzar. Cuando se realice la actividad, debe evitarse la sobreprotección y cuestionar sobre el hecho de no haber realizado la actividad con anterioridad.
Si quieres más información, consulta a tu enfermera.