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Cuando se interrumpe de forma brusca, inesperada y potencialmente reversible la actividad del corazón y la respiración, estamos hablando de que una persona ha sufrido un paro cardiorrespiratorio (PCR). Como consecuencia, el oxígeno deja de llegar a los órganos vitales de forma brusca y se producen daños irreparables fruto de la muerte de las células que los conforman. Por eso, es vital iniciarle maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) lo antes posible con el objetivo de mantener el aporte de sangre y de oxígeno a estas células.

Se calcula que el 70% de las PCR que se producen fuera del ámbito hospitalario tienen lugar en el domicilio y que, de todas ellas, un 60% están presenciadas por testigos como familiares o amigos. Por tanto, es de vital importancia saber reconocer estas situaciones e iniciar de forma inmediata las maniobras de reanimación cardiopulmonar, dado que por cada minuto que se pierde disminuyen en aproximadamente un 10% las posibilidades de recuperación de la persona.

Y tú, ¿sabrías cómo actuar si alguien está inconsciente y no respira?

Cuando ante ti tengas una persona inconsciente que sospechas que ha sufrido un paro cardiorrespiratorio, es importante que procedas a realizar la reanimación cardiopulmonar (RCP). Para que puedas reconocer la situación y actuar de la forma más adecuada, es recomendable que sigas una secuencia ordenada que te facilitará el trabajo:

1. Acércate a la persona de forma segura. Con precaución, asegurándote que no existe ningún peligro ni para ti, ni para la persona ni para nadie que esté cerca.
2. Comprueba si está consciente. Sacudir con cuidado, gritar y estimúlala preguntándole en voz alta si se encuentra bien. Si la persona no contesta o no reacciona, es que está inconsciente.
3. Abre la vía aérea. Uno de los problemas de las personas inconscientes y que se encuentra boca arriba es que la propia lengua puede bloquear la vía aérea. Pon la víctima boca arriba sobre una superficie lo más dura posible, coloca una mano sobre la frente y dos dedos sobre el mentón a la vez que haces bascular la cabeza suavemente hacia atrás. Con esta sencilla técnica abrirás la vía aérea permitiendo que el aire pase a los pulmones.
4. Comprueba si respira. A la vez que mantienes la vía aérea abierta, comprueba si respira con normalidad acercando a ella, mirando si se levanta el pecho, escuchando si hay algún ruido respiratorio o si oyes el aliento de la respiración en la mejilla.
5. Llama al teléfono de emergencias 112. Si estás acompañado, pídele a la otra persona que llame. Deberás dar todos los datos que te soliciten y esperar la confirmación de la operadora antes de colgar el teléfono.
6. Empieza las maniobras de RCP. Si conoces la existencia de un Desfibrilador Externo Automático (DEA) muy cercano, envía a alguien a buscarlo.

Inicia las compresiones torácicas de la siguiente manera:

• Coloca a la persona boca arriba sobre una superficie dura si no lo has hecho ya y ponte a su lado a la altura del pecho.
• Coloca la parte baja de la palma de una mano sobre el centro del pecho y el de la otra mano encima y entrecruza los dedos.
• Con los brazos totalmente estirados y lo más perpendicular posible sobre la persona, comienza las compresiones torácicas.
• Presiona el pecho unos 5-6 cm a un ritmo de 100-120 compresiones cada minuto. Se trata de una posición que requiere hacer mucha fuerza, así que no tengas miedo de hacerle daño. Es preferible lesionar las costillas antes que perder la vida.
• Continúa con las compresiones hasta que llegue la ambulancia, estés exhausto o la persona dé señales de vida (que abra los ojos, se mueva o respire).

Recuerda que por cada minuto que pierdes disminuyen en un 10% las posibilidades de recuperación de la persona. ¡Tu actuación es vital!

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