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Información general

Descripción
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Fármaco es toda sustancia que, introducida en el organismo, interactúa con él para dar lugar a un beneficio o a un perjuicio. La Organización Mundial de la Salud lo define como “toda sustancia química que, introducida voluntariamente en el organismo de un sujeto, posee la propiedad de modificar las condiciones físicas o químicas de éste”. En función de sus efectos sobre el organismo, se hablará de sustancia medicamentosa o medicamento, si son fundamentalmente beneficiosos (a pesar de que todos los medicamentos poseen efectos adversos o no deseados), o se hablará de tóxico, si el resultado es perjudicial. Medicamento es toda sustancia capaz de prevenir, diagnosticar, aliviar o curar enfermedades o dolencias, o de afectar a funciones corporales o al estado mental.

 

Los medicamentos están compuestos de moléculas denominadas principios activos, que son la sustancia responsable de producir en el organismo el efecto farmacológico, y de excipientes, que son sustancias que mejoran el sabor, el olor, el aspecto y la consistencia o que facilitan la administración del principio activo.

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Historia
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A lo largo de la historia, todos los pueblos del mundo han planteado hipótesis sobre el origen de las enfermedades y todos han utilizado sustancias más o menos elaboradas para prevenir, tratar o aliviar dolencias. Por lo general, históricamente, los medicamentos se han identificado con remedios vegetales, aunque existen civilizaciones que han utilizado también productos minerales o derivados de animales.

En el año 3500 a. C., los sumerios ya utilizaban una gran cantidad de sustancias para tratar la enfermedad, como el vinagre para desinfectar heridas o la corteza de sauce para la fiebre.

 

En el papiro de Ebers, que data del 1500 a. C., considerado como un tratado de medicina, ginecología e higiene, se hace referencia a casi 7.000 sustancias medicinales, entre las que destacan la cebolla, el ajo, la miel, la cerveza, los higos, las semillas de lino, el hinojo, la mirra, el aloe, el azafrán, el opio y la lechuga. También usaban el café y el cacao como estimulantes y ciertos preparados de plomo, cobre o antimonio.

Hipócrates (460-377 a. C.) es considerado el padre de la medicina. Nacido probablemente en la isla de Cos (Grecia), hizo numerosos viajes antes de establecerse definitivamente en la isla para dedicarse a la enseñanza y la práctica de la medicina. Hipócrates se formó con su padre, Heráclides, de quien recibió sus primeros conocimientos filosóficos. Consideraba que la medicina debía abandonar la relación con las prácticas religiosas y convertirse en una ciencia experimental.

Se cree que fue Hipócrates quien recogió en una colección de escritos todo el saber relacionado con la enfermedad y los métodos empleados para combatirla. En estos textos, se define la enfermedad como la consecuencia de un desequilibrio entre los llamados humores del cuerpo, es decir, la sangre, la flema y la bilis amarilla o cólera y la bilis negra o melancolía. Esta concepción de la enfermedad como alteración del equilibrio humoral constituye la base filosófica de la medicina occidental hasta la Ilustración. Hipócrates propone el empleo de plantas medicinales como técnica terapéutica y recomienda aire puro y una alimentación sana y equilibrada.

En Roma, la medicina tuvo un desarrollo inicial esencialmente vinculado a la religión. En los altos del Quirinal había un templo a Dea Salus, la deidad que reinaba sobre todas las otras relacionadas con la enfermedad, entre las que estaban Febris, la diosa de la fiebre, Uterina, que cuidaba de la ginecología, Lucina, encargada de los partos, Fesonia, señora de la debilidad y de la astenia, etc. Como en otras culturas, la medicina sobrenatural romana conservó su vigencia y su popularidad hasta mucho después de la caída del Imperio Romano. Su naturaleza esencialmente religiosa le permitió integrarse con las teorías médicas que surgieron en el Imperio Bizantino y que prevalecieron durante toda la Edad Media.

Muchos de los médicos griegos se trasladaron a Roma durante esta época. Según Laín Entralgo, los primeros romanos que se dedicaron al cuidado de la salud, ya que no había médicos en el sentido griego, daban especial importancia a la dieta, una vida moderada y el ejercicio físico. Un buen ejemplo del tipo de medicina desarrollada durante la dominación romana lo representa Asclepíades de Prusa (124 – 50 a.C.). Asclepíades manejaba una terapéutica mucho menos agresiva que la de los otros médicos griegos: sus dietas siempre coincidían con los gustos de los pacientes, evitaba purgantes y eméticos, recomendaba reposo y masajes, recetaba vino y música para la fiebre, y sus remedios eran tan simples que le llamaban el "dador de agua fría". Es interesante que Asclepíades no llegara a Roma como médico sino como profesor de retórica, pero, como no tuvo éxito en esta ocupación, decidió probar suerte con la medicina. Su éxito revela el carácter eminentemente práctico de la medicina romana, lo que también explica que otro lego en la profesión, Aulio Cornelio Celso (30 a.C. – 50 d.C.), haya escrito De Medicina, el mejor libro sobre la materia de toda la Antigüedad. El libro está dividido en tres partes, según la terapéutica utilizada: dietética, farmacéutica y quirúrgica. Entre las causas de las enfermedades, menciona las estaciones, el clima, la edad del paciente y su constitución física; entre los síntomas, considera la fiebre, la sudoración, la salivación, la fatiga, la hemorragia, el aumento o la pérdida de peso, el dolor de cabeza, la orina espesa, etc. Celso ya describe algunos fármacos, que clasifica en función de sus propiedades purgantes, diaforéticas, diuréticas, eméticas, narcóticas, etc.

Durante el Imperio Romano, existió otra respetada figura: Galeno (129 – 199 d.C.), originario de Pérgamo. Fue cirujano de gladiadores y adquirió cierta experiencia en el tratamiento de heridas, huesos, articulaciones y músculos. Galeno, en el tratamiento de las enfermedades, prefería dejar actuar a la naturaleza (la naturaleza se curaba a sí misma) y consideraba que el papel del médico debía limitarse a ayudarla.

Para el ayurveda de la India, los desequilibrios de la relación del individuo con el medio (alimentación, intemperie climática, estaciones, género de vida, etc.) son las causas más importantes de enfermedad. El tratamiento médico tenía la finalidad de ayudar a los seres humanos al restablecimiento del orden del cosmos, un orden religioso, moral, y físico, que la enfermedad había alterado. La enfermedad se entiende aquí como desequilibrio ético y moral, como actuación no correcta en la conducta, como pecado voluntario o no, que puede ser corregido mediante un ritual y la búsqueda del equilibrio con el medio.

Para los incas y los mayas, la enfermedad era causada por una trasgresión ética, moral o espiritual. Los aztecas creían que la enfermedad era provocada por los dioses o por hechiceros enemigos. Los aztecas recibían el nombre del día en el que nacían y sus horóscopos regían el destino, la profesión, la enfermedad, la salud y la duración de la vida. Los mayas utilizaban también la confesión expiatoria de los pecados del enfermo.

Los aztecas diagnosticaban empleando el horóscopo y tenían en cuenta la influencia de los astros en los diversos órganos del cuerpo. En la curación, además de los medicamentos, utilizaban el temazcal, una construcción confeccionada en adobe, de un metro y medio de alto por dos y medio de longitud, en donde se practicaba una terapia higiénica y purificadora ritual, se hacía sudar al enfermo y se le aplicaban masajes.

La era moderna de la farmacología comenzó en el siglo XVI, precedida por los primeros grandes descubrimientos en el campo de la química. En el año 1546, se publicó en Alemania la primera farmacopea moderna, con una lista de centenares de drogas y productos químicos medicinales, y con instrucciones explícitas para su preparación.

En 1921, un ortopedista (Banting) y un estudiante de medicina (Best) lograron aislar la insulina en un laboratorio de Toronto. En 1853, en Estrasburgo, Charles F. Gerhardt dio el primer paso para la fabricación de la aspirina que H. Guerland sintetizó con éxito poco tiempo después. En 1876 L. Riess y S. Stricker mostraron la actividad del ácido salicílico en el tratamiento de las fiebres reumáticas. Finalmente, en 1893, Felix Hoffmann, químico de la casa Bayer, emprendió la síntesis industrial de la aspirina.

El inglés Alexander Fleming, en 1928, mientras estudia el cultivo de las bacterias responsables de la formación del pus (estafilococos), observa un extraño fenómeno: un moho verde ha contaminado accidentalmente una placa de cultivo, y el cultivo de estafilococos casi ha desaparecido. Fleming identifica el moho. Se trata de una cepa de un hongo inferior, el Penicillium notatum. Analiza el fenómeno y observa que el moho, al entrar en contacto con el estafilococo, produce un fluido bactericida (que es capaz de matar a la bacteria), que Fleming es el primero en denominar penicilina.

El hallazgo de la penicilina fue el descubrimiento más importante de la historia de la medicina en el siglo XX, ya que, además de crear una nueva familia de medicamentos –los antibióticos–, su aplicación ha contribuido de forma decisiva a disminuir la morbilidad y la mortalidad.

Actualmente, el desarrollo de fármacos se basa en el conocimiento de las causas que provocan la enfermedad. La biología molecular, la genética y el estudio de la evolución de la patología de forma individualizada hacen que el futuro se proyecte hacia fármacos a la carta, específicos, no sólo para la persona que tiene la enfermedad, sino para la fase en la que se encuentra.

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Nombres
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Los medicamentos tienen varios nombres en función de la clasificación que se use: 1. Nombre químico, 2. Denominaciones Comunes Internacionales (DCI), 3. Nombre comercial, 4. Medicamento genérico.

   

1. Nombre químico

Es el nombre de la molécula, regido por las reglas internacionales de la IUPAC (International Union of Pure and Applied Chemistry) y las de la IUB (International Union of Biochemistry). Este nombre químico es tremendamente complicado, largo y difícil de memorizar, por lo que sólo resulta práctico en medios especializados.

Ejemplo: N-acetil-para-aminofenol y para-acetil-aminofenol o, según las últimas recomendaciones de la IUPAC, N-(4-hidroxifenil) etanamida

 

2. Denominaciones Comunes Internacionales (DCI)

Según la unificación y las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS aconseja que los nombres genéricos sean cortos, fáciles de pronunciar y fácilmente diferenciables entre sí para no originar ninguna confusión. El nombre genérico muestra, a través de sufijos o prefijos, el nombre de la familia de fármacos a la que pertenece (-acetamol, -ciclina, -pril, -sartan, etc.).

Ejemplo: paracetamol

 

3. Nombre comercial.

Es el nombre de la marca. Es elegido por el laboratorio que lo comercializa en función de datos procedentes de estudios de mercado. Se pretende que sea atractivo y que se relacione con la enfermedad, manifestación o síntoma que quiera tratar. Se reconoce fácilmente porque, al ser una marca registrada, en la parte derecha del nombre lleva un superíndice con una r dentro de un círculo (®). Las patentes de los fármacos pueden durar hasta veinte años, tiempo durante el cual nadie podrá copiarlo sin permiso del laboratorio que lo desarrolló.

Ejemplo: Gelocatil®, Algidol®, Analgilasa®, Efferalgan®, Apiretal®, Termalgin®, etc.

 

4. Medicamento genérico.

Es un medicamento cuya patente de su principio activo ya ha caducado, por lo que su precio de mercado no está recargado con el porcentaje destinado a los gastos de investigación y desarrollo. Los laboratorios que lo comercializan deben demostrar que el principio activo que ponen en venta es el mismo que el que comercializó el laboratorio original e identificarlo añadiendo al nombre las letras EFG (especialidad farmacéutica genérica).

Ejemplo: paracetamol EFG

La gran variedad de nombres y de presentaciones que existen en el mercado para un mismo principio activo puede dar lugar a cierta confusión. Es importante clarificar algunos puntos:

  • Los nombres comerciales, incluyendo los genéricos, de un principio activo comparten valores de eficacia y seguridad, por lo que un tratamiento iniciado con un fármaco (link glossari). de marca puede continuar con un fármaco genérico sin que se modifique el efecto que realiza. 
  • Existen situaciones, sobre todo en enfermedades crónicas, en las que la estabilidad del efecto del medicamento resulta fundamental. Un buen ejemplo de ello es la patología psiquiátrica; en este caso, cambios mínimos de eficacia pueden originar una reagudización, por lo que habitualmente se mantiene el mismo preparado (la misma marca) durante todo el tratamiento.
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El prospecto
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El prospecto es el documento dirigido al consumidor en el que se recogen los datos más importantes del fármaco. Debe estar elaborado de tal manera que la persona que va a consumir el medicamento sea capaz de comprender la información que contiene. Habitualmente, consta de los siguientes apartados:

1. Composición, 2. Indicaciones, 3. Posología, 4. Contraindicaciones, 5. Precauciones, 6. Efectos secundarios, 7. Interacciones, 8. Conservación y caducidad.

 

1. Composición

En este apartado se señalan las sustancias presentes en el fármaco, tanto su principio activo como los excipientes. Los excipientes sirven para mejorar la presentación del principio aportándole una forma, color, sabor o presentación agradables. Es importante revisar este apartado, ya que puede haber alergia o intolerancia a algunos excipientes presentes de forma habitual en los fármacos, como la lactosa, algunos aromas, jarabes o colorantes.


2. Indicaciones

Las indicaciones se trata de un listado de las enfermedades susceptibles de ser tratadas con el fármaco.

 

3. Posología

Indica la dosis o cantidad de medicamento que debe administrarse en cada toma. La posología se puede especificar por grupo de edad (niños, adultos, ancianos) o por peso. En este punto se señala también la dosis máxima que se puede consumir por día.


4. Contraindicaciones 

Las contraindicaciones son los casos especiales en los que no debe consumirse el fármaco, ya sea por una enfermedad, por pertenecer a un grupo de edad concreto (por ejemplo, niños o ancianos) o por encontrarse en un momento concreto del ciclo vital, como puede ser el embarazo o la lactancia.


5. Precauciones

Son las situaciones en las que hay que utilizar el fármaco con extremo cuidado o los casos en los que se debe consultar con un médico antes de continuar tomando el medicamento (por ejemplo, cuando aparece fiebre, inflamación, etc.).


6. Efectos secundarios

Los efectos secundarios, son los efectos adversos que el medicamento puede provocar en el organismo. Esto no significa que se produzcan en todas las personas que toman el fármaco. Los efectos adversos que se enuncian en el prospecto son todos los que se han observado durante el desarrollo experimental del medicamento. Afortunadamente, el número de personas que sufre estos efectos no deseados es pequeño y, en su gran mayoría, estos efectos son de carácter leve. En cualquier caso, en el prospecto, se indica claramente cuáles de estos efectos no deseados son leves y desaparecen sin tomar ninguna medida y cuáles pueden conllevar un riesgo para la salud y ser, por tanto, motivo de consulta con el equipo de salud.


7. Interacciones

Los fármacos son moléculas activas que, además de producir el efecto deseado ante la enfermedad, pueden modificar la respuesta del organismo ante otras sustancias. Es importante saber que las interacciones farmacológicas pueden provocar una disminución de la eficacia de un medicamento o, al contrario, potenciar su efecto hasta llegar a la toxicidad. Estas interacciones no sólo se dan entre fármacos, sino también entre fármacos y hierbas medicinales o determinados alimentos, por lo que es fundamental informar al médico que prescribe el fármaco nuevo de todos los tratamientos que se están siguiendo.

 

8. Conservación y caducidad

El fabricante garantiza la calidad del medicamento sólo si se respetan las normas de conservación que se señalan en el prospecto. Si estas condiciones no se respetan, es posible que el fármaco pierda eficacia, que se acorte su periodo de caducidad o que se modifique su perfil de seguridad, lo que puede dar lugar a toxicidad. Es importante conocer y respetar estas condiciones de conservación y no consumir fármacos si se sospecha que han estado expuestos a temperaturas o humedad que están fuera del rango que señala el fabricante o que estén caducados.

 

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Investigación en los medicamentos
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La investigación con fármacos es un proceso tremendamente complejo y largo que implica la participación de una gran cantidad de profesionales y que culmina con la puesta en el mercado de un medicamento nuevo. Durante el proceso de desarrollo del fármaco, se investigan aspectos referentes a la eficacia y seguridad y se decide la forma farmacéutica (cápsula, comprimido, jarabe, suero intravenoso, etc.) más adecuada.

Los primeros pasos de un fármaco se dan siempre en el laboratorio, con estudios en los que las condiciones de actuación del fármaco se reproducen fuera del organismo, con el fin de comprobar que la molécula que se investiga es capaz de actuar de la manera esperada.

 

Las siguientes fases se llevan a cabo habitualmente con animales. Se comprueba que el fármaco sea seguro a las dosis a las que se prevé que va a ser utilizado en humanos y se hacen estudios de eficacia.

La última fase es la investigación en humanos por medio de los ensayos clínicos. Estos estudios se realizan en varias fases (primero en voluntarios sanos y luego en personas afectadas por la condición que se desea tratar) y culminan con la puesta en el mercado de un nuevo fármaco.

Todo este proceso, desde el laboratorio hasta el ensayo clínico, es tremendamente complejo y tiene una tasa muy baja de éxito, es decir, muy pocas de las moléculas que salen del laboratorio acaban convirtiéndose en fármacos, ya sea por falta de eficacia o por no ser todo lo seguras que exigen las autoridades sanitarias.

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Grupo de fármacos
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Existen muchas clasificaciones de los fármacos. A continuación se presentan los medicamentos en función del sistema corporal sobre el que actúan.

1. Fármacos del sistema nervioso autónomo, 2. Fármacos del sistema nervioso central, 3. Fármacos del sistema cardiovascular, 4. Fármacos de la coagulación, 5. Fármacos para tratar la infección, 6. Fármacos del sistema endocrino, 7. Fármacos del sistema respiratorio, 8. Otros grupos de fármacos.

 

  1. FÁRMACOS DEL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO 
    • Simpaticomiméticos 
    • Bloqueantes adrenérgicos 
    • Parasimpaticomiméticos 
    • Anticolinérgicos 
    • Relajantes musculares
  2. FÁRMACOS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL 
    • Analgésicos opiáceos 
    • Analgésicos no opiáceos 
    • Benzodiacepinas: ansiolíticos, hipnóticos y sedantes 
    • Anestesia local 
    • Anestesia general 
    • Fármacos antiepilépticos 
    • Fármacos antiparkinsonianos 
    • Fármacos antipsicóticos 
    • Fármacos antidepresivos
  3. FÁRMACOS DEL SISTEMA CARDIOVASCULAR 
    • Antiarrítmicos 
    • Antianginosos 
    • Diuréticos 
    • Antihipertensivos 
    • Fluidoterapia
  4. FÁRMACOS DE LA COAGULACIÓN 
    • Heparinas: heparina no fraccionada y de bajo peso molecular (HBPM) 
    • Anticoagulantes orales 
    • Fibrinolíticos y antiagregantes plaquetarios  
  5. FÁRMACOS PARA TRATAR LA INFECCIÓN 
    • Antibióticos
      • Betalactámicos: penicilinas y cefalosporinas
      • Aminoglucósidos
      • Glucopéptidos, sulfamidas y quinolonas
    • Bacteriostáticos: tetraciclinas y macrólidos
    • Tratamiento de la tuberculosis
    • Antifúngicos y antivirales
    • Antiparasitarios y antisépticos
  6. FÁRMACOS DEL SISTEMA ENDOCRINO 
  7. FÁRMACOS DEL SISTEMA RESPIRATORIO 
    • Tratamiento del asma y del broncoespasmo
  8. FÁRMACOS DEL SISTEMA DIGESTIVO 
    • Antieméticos 
    • Antiulcerosos 
    • Laxantes y antidiarreicos
  9. OTROS GRUPOS DE FÁRMACOS 
    • Antihistamínicos 
    • Antiinflamatorios no esteroideos (AINE) 
    • Citostáticos 
    • Vacunas 
    • Vitaminas y oligoelementos 
    • Fármacos dermatológicos y oftalmológicos
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Última modificación: 30/06/22 07:36h

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