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¿Cómo será mi vejez? ¿Cómo la vivo? ¿Tengo la vejez que me esperaba? A menudo se dice que se envejece como se ha vivido, porque la vejez no aparece de golpe sino que se trata de un proceso, el proceso de envejecimiento, en el cual somos agentes activos. Hay una serie de cambios que son fácilmente observables, como por ejemplo los físicos, y algunos aspectos sociales, como la llegada a la jubilación en el caso de las sociedades industriales, pero hay ciertos aspectos que son más difíciles de definir como características típicas de la vejez, puesto que varían de una persona o de un grupo a otro.

 

Es el grupo que comprende la franja de años más amplia de todas las etapas del ciclo vital. Aunque la edad en años es el marcador más utilizado por la sociedad para determinar las personas mayores, el concepto de edad funcional integra las diferentes dimensiones de la persona. La edad funcional incluye la capacidad para adaptarse al ambiente y para desarrollar las actividades de la vida cotidiana; así dos personas con una edad cronológica idéntica pueden tener una edad funcional diferente, si una es más independiente y autónoma que la otra.

 

Hasta hace pocas décadas, en la sociedad occidental, envejecer era un privilegio reservado a muy pocas personas, en cambio ahora se ha convertido en una realidad cotidiana. Llegar a los ochenta años es algo habitual. En el Estado español la esperanza de vida de la mujer es de 83,4 años y la del hombre de 76,9, y se estima que en 2050 el 30 % de la población total tendrá más de 65 años. Algunos autores creen que este hecho, lejos de ser negativo, es una oportunidad. La gran mayoría de personas mayores de 65 años tienen un buen estado de salud y ello permite que constituyan un grupo activo en la sociedad. 


La vejez es la ultima etapa del ciclo vital, es un fenómeno natural marcado por una serie de factores biológicos, y también es un fenómeno cultural, con los elementos propios de la cultura, es decir, el conjunto de tradiciones (literarias, historicosociales y científicas) y de formas de vida (materiales y espirituales) de un pueblo, de una sociedad o de toda la humanidad, a las que pertenece la persona vieja. Contrariamente a lo que se ha pensado hasta hace pocos años, en los que era vista como una época de decadencia, como un acontecimiento negativo, vivido mayoritariamente con tristeza y desaliento, se trata de un periodo dinámico y largo. Las personas que lo viven tienen la oportunidad de enriquecerse con él porque continúan siendo capaces de aprender e implicarse en las actividades de la sociedad de la que forman parte.

Con la edad aumenta el riesgo de tener enfermedades e incapacitados, y esto hace que parte de las personas mayores no sean autónomas ni productivas. Son las que viven situaciones de incapacidad física o mental, ocupan camas en los hospitales, consumen muchos fármacos y son estigmatizadas por la sociedad. Pero no son la norma, sino que representan un tanto por ciento bajo del gran colectivo de personas mayores.

Como pasa en los otros grupos, el colectivo de personas que han llegado a la vejez está formado por un conjunto heterogéneo, tanto por la edad como por la situación socioeconómica, la cultura a la que pertenecen, el ámbito en el que viven y las trayectorias personales de cada una, con experiencias vitales muy diversas. En este texto clasificaremos las personas mayores en tres grupos según la edad: adulto mayor, de 66 a 74 años; adulto mayor medio, de 75 a 84 años; y adulto avanzado, de más de 85 años.

A medida que la población ha empezado a envejecer han surgido diferentes disciplinas que investigan la vejez como un hecho nuevo, ya que en ningún otro momento de la historia se había llegado a vivir tantos años. Así, se utilizan los términos geriatría y gerontología cuando se hace referencia a los estudios sobre personas viejas.

La geriatría es la rama de la medicina que se ocupa de los problemas de salud y de los cuidados de la gente mayor, de los cambios fisiopatológicos de la edad, de las enfermedades y de los problemas que pueden acompañar estos cambios. Este conocimiento es utilizado por los profesionales que atienen a las personas mayores.

La gerontología se define como el estudio científico del proceso y de los problemas del envejecimiento. Se centra en los aspectos biológicos, psicológicos y sociales del envejecimiento normal, e incluye cuatro aspectos en interacción constante: los cambios biofisiológicos, con la pérdida progresiva de la capacidad del cuerpo de renovarse; los cambios psicológicos, con los cambios de percepción, cognitivos y de la vida afectiva; el envejecimiento del comportamiento, como resultado de los cambios de imagen, motivaciones, roles sociales y personalidad de las personas mayores; y los cambios sociales del envejecimiento, con la influencia que ejerce el viejo en la sociedad y al revés.

La gerontología también está relacionada con muchas y diferentes disciplinas académicas, como la filosofía, la política, la sociología, la historia, etc. Las dos dimensiones se articulan y son necesarias para dar respuestas adecuadas a las necesidades de las personas mayores, estén sanas o enfermas.

Se han escrito muchas teorías biológicas, psicológicas y sociales que quieren explicar el fenómeno del envejecimiento, pero no hay ninguna que por sí sola lo explique.

Por un lado, las teorías biológicas intentan explicar por qué el cuerpo envejece, se pone enfermo y muere. Actualmente una de las que suscita más interés es la teoría de los radicales libres, que explica que la acumulación de radicales libres y las reacciones de oxidación-reducción en el organismo destruyen las células y los tejidos. Otras teorías biológicas son la del desgaste, según la cual las células y los tejidos se desgastan; la teoría del metabolismo, que dice que cuanto mayor es la tasa de metabolismo más corto es el ciclo de vida; y la teoría de la autoinmunidad, que afirma que el sistema inmunológico se confunde y ataca las propias células.

Por otro lado, las teorías psicosociales se centran en la conducta del adulto mayor en relación con las otras personas y su adaptación a la sociedad e intentan explicar como la vejez, como categoría social, tiene unas características que dependen de su entorno cultural y de los valores predominantes en cada sociedad. Algunas de estas teorías son: la de la continuidad, que dice que el paso a la vejez es una continuación de hábitos de vida, experiencias y proyectos, y que las creencias, la personalidad y el sistema de valores se mantienen casi intactos; la de la actividad, que afirma que las actividades sociales que tienen sentido para la persona atenúan la pérdida de los roles desarrollados hasta entonces; la del intercambio, según la cual la interacción entre individuos es un intento de maximizar las recompensas y reducir los costes; y la de retirarse, que dice que la sociedad se aparta de la persona mayor en la misma medida que la persona mayor se retira de la sociedad. Muchas de estas teorías, más que teorías, son perspectivas y pensamientos sobre cuestiones teóricas que ayudan a tomar decisiones para atender mejor a la persona mayor.

Llegar a mayor significa haber hecho buena parte del viaje de la vida, un viaje individual y colectivo en el que se han cerrado muchas puertas, pero también se pueden abrir, porque no se ha acabado y nada impide continuar enriqueciéndose personalmente en esta última etapa. Cómo dice Rosa Sellarès, de 91 años, en el libro La aventura de envejecer de Teresa Pàmies: “Sé que no puedo competir con los jóvenes, no tengo su vitalidad; el cuerpo humano va desgastando su maquinaria año tras año. Lo tenemos que admitir. No me importa que me digan vieja. Lo soy. De esto no se salva nadie, a no ser que muera joven”.
 

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Evolución del concepto de vejez
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El concepto de vejez es sobre todo una construcción social y cultural, y como tal varía a lo largo de la historia. En la sociedad occidental se ha querido obviar esta etapa de la vida utilizando diferentes expresiones y eufemismos para no tener que recurrir a la palabra vejez y de esta manera alejar todas las características peyorativas que incluye (degeneración, muerte, exclusión, inutilidad, etc.). Y así vemos que se denomina tercera edad, cuarta edad, etc.

 

En los diferentes tipos de sociedad, los viejos son tratados según las necesidades de la comunidad a la que pertenecen. Así, en las sociedades nómadas los viejos están integrados en la sociedad mientras no representen una amenaza para la subsistencia del grupo. Tienen mucho prestigio, puesto que han sobrevivido a todos o a casi todos los miembros de su generación y son los más fuertes del colectivo. En estos pueblos hay un fuerte sentimiento de solidaridad en la sociedad que hace que se repartan los alimentos para que los viejos sobrevivan. 


Las personas mayores, en estas sociedades, desarrollan tareas adecuadas a su capacidad de trabajo, y también son las transmisoras de conocimiento. De todos modos cuando la supervivencia del grupo está en juego, en algunos de estos pueblos nómadas se decide eliminar al viejo, o a veces ellos mismos, conscientes de su inutilidad, deciden morir. Este hecho ya está integrado culturalmente, puesto que desde pequeños son educados para aceptar que este sea el final de su vida. Uno de los ejemplos más conocidos es el de los puebles esquimales de Ammassalik (Groenlandia), en los que cuando un viejo siente que se ha convertido en una carga hace una confesión pública nocturna y al cabo de pocos días sube a su kayak y abandona el pueblo para morir en el mar.

En las sociedades agrícolas y ganaderas, que son sociedades sedentarias o semisedentarias, se suele practicar la gerontocracia, o sea que el gobierno está controlado por los mayores del grupo, que ocupan un estatus dominante e imponen su autoridad a través de una serie de normas culturales. También se ocupan de tareas específicas que se ajustan a sus posibilidades, como por ejemplo cuidar el rebaño, el huerto, cocinar y ser los depositarios de las tradiciones y los que organizan los rituales.

En las sociedades industriales se da lo que el antropólogo J. M. Fericgla denomina “la vejez aislada”: las personas mayores están en casa mientras pueden y cuando no se pueden valer por sí mismas son acogidas por la familia o ingresadas en instituciones, lo que comporta que se produzca lo que este mismo autor denomina “la muerte social”.

En la sociedad industrial, se pasa de la adultez a la vejez cuando se deja de participar en el mercado laboral, y el momento de la jubilación es de alguna modo el punto que marca el final de una etapa y el inicio de la última, en la que la persona recibe ciertas prestaciones y servicios, pero en contrapartida se la considera improductiva y pasiva, y puede ser excluida de la dinámica del grupo, ya que el funcionamiento de las personas en estas sociedades centra la atención en las tareas y los roles de las personas jóvenes y productivas, y obvia los de las personas de más de 65 años.

Esto es debido sobre todo al marco consumista, que hace que la vejez tienda a no ser valorada y la juventud a ser elogiada. Sólo hay que echar un vistazo a los medios de comunicación para observar que los modelos que nos presentan son cada vez más jóvenes, y por ello la vejez es vista como una discapacidad, pero no una discapacidad puntual, sino que la persona vieja queda catalogada como alguien que tiene disminuidas las capacidades físicas y mentales, que ya no tiene capacidad para tomar decisiones, asumir derechos, hacer y deshacer, y a quien, por lo tanto, se discrimina.

Actualmente, la existencia de la prejubilación y la invalidez, unida al aumento de la esperanza de vida y la mejora del estado de salud del grupo de los adultos mayores, hace que la jubilación se haya difuminado como principal indicador de la entrada en la vejez. De hecho, se trataba de un indicador meramente cronológico, que no tenía en cuenta otros elementos importantes, como por ejemplo la valoración subjetiva que hace que una persona no se sienta mayor por los años que tiene sino por las limitaciones que sufre.

A lo largo de los años noventa la concepción de la vejez fue cambiando, y esto se refleja en los acontecimientos que se produjeron en aquel decenio, que hicieron que en el imaginario colectivo la gente mayor empezara a ser vista como un grupo participativo, productivo y como un referente y un apoyo dentro de la familia.

 

Con la idea de construir una sociedad para personas de todas las edades, hace unos años que apareció el paradigma del envejecimiento activo. Fue creado por la OMS en 2002 y tiene como finalidad optimizar las oportunidades en salud, participación y seguridad, con el fin de conseguir una mejora en la calidad de vida en el proceso de envejecer de las personas. Este nuevo concepto pone énfasis en la prevención y la promoción de la salud para evitar que la persona pierda la autonomía. En este marco se planifican las políticas dirigidas a las personas mayores; estas políticas deben procurar en todo momento mantener y mejorar el bienestar, el confort y la salud de las personas mayores.

 

Vivir y ver la vejez como una nueva etapa del ciclo vital es imprescindible para que sea exitosa. Desarrollar estrategias de adaptación a lo largo de la vida, seleccionar las opciones adecuadas y conocer las fortalezas y las limitaciones tanto individuales como del entorno ayuda a adaptarse adecuadamente a esta etapa de la vida.

 

El trabajo enfermero vinculado a este enfoque contribuye a mejorar la imagen social de las personas mayores, a impulsar y promover una mejor vejez, con la implicación de las personas mayores, y a prevenir la dependencia. La gerontopedagoga L. Bermejo trabaja en este sentido y hace hincapié en la idea de que el envejecimiento activo conlleva la promoción del empoderamiento de las personas, tanto de las que son autónomas como de las personas mayores dependientes, en la medida de lo posible. Esta filosofía se relaciona con la manera de hacer y con el saber hacer de la enfermería, ya que potencia la autonomía de la persona; en el objetivo de cuidar está presente el autocuidado y el hecho de saber estimular al máximo las capacidades de la persona a pesar de las enfermedades o afecciones que pueda sufrir.


La época actual es única en la historia, puesto que el hecho de que las personas vivan muchos años ha conllevado un cambio demográfico que hace que exista un colectivo heterogéneo y que se planteen nuevos retos y oportunidades que hay que saber aprovechar y gestionar desde todos los niveles de la sociedad.

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Última modificación: 27/02/24 15:03h

Comentarios

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senobia 15 de Julio de 2021
Excelente
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senobia 15 de Julio de 2021
muy bueno
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MAR 25 de Agosto de 2022
Buenísimo análisis, muy necesario, para no caer en el EDADISMO (horroroso).
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