Información práctica

Estructura y función del cuerpo
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En el caso de las infecciones de transmisión sexual (ITS), los sistemas que están directamente relacionados con estas enfermedades son:

La persona, hombre o mujer, de cualquier edad o condición, es un ser multidimensional integrado, único y singular en cuanto a necesidades y características, capaz de actuar deliberadamente para lograr los objetivos que se propone, asumir la responsabilidad de su propia vida y su propio bienestar y relacionarse consigo mismo y con su entorno en la dirección que ha elegido.

La idea de una integración multidimensional incluye las dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual. Todas experimentan procesos de desarrollo y se influyen mutuamente. Cada una de las dimensiones con las que se describe a la persona está relacionada de forma permanente y simultánea con las demás, y forman un todo en el que ninguna se puede reducir ni subordinar a otra, ni se puede tener en cuenta de forma aislada. Por lo tanto, en cualquier situación, la persona responde como un todo, con una afectación variable de las cuatro dimensiones. Cada dimensión implica una serie de procesos, algunos de los cuales son automáticos o inconscientes, y otros, en cambio, son controlados o intencionados.

Teniendo siempre en cuenta este concepto de persona, y solo con fines didácticos, pueden estudiarse de forma aislada las modificaciones o alteraciones de algunos de los procesos de la dimensión biofisiológica (estructura y función del cuerpo humano) en diversas situaciones.

 

Cómo se manifiesta
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Las infecciones de transmisión sexual (ITS) se manifiestan de diferentes formas en función del agente etiológico causante de la infección. Algunas también pueden presentar varias manifestaciones para cada uno de ellos. Sin embargo, hay algunas infecciones de este tipo que no dan ninguna manifestación inmediata y lo hacen cuando la enfermedad ya ha desarrollado otros trastornos orgánicos.

Se clasifican según: 1. Manifestaciones principalmente urogenitales, 2. Otras manifestaciones

 

1. Manifestaciones principalmente urogenitales

  • Gonorrea o gonococia
    • En los genitales masculinos: uretritis anterior aguda, es decir, una inflamación de la uretra que se acompaña de dolor y supuración. Puede progresar a una curación espontánea después de 2 meses o complicarse con prostatitis, inflamación de la próstata, vesiculitis, inflamación de la vesícula seminal, linfangitis, inflamación de los vasos linfáticos o epididimitis, inflamación del epidídimo, conducto que conecta los testículos con los conductos deferentes y posterior a los conductos eyaculatorios.
    • En los genitales femeninos puede provocar leucorrea o aumento del flujo vaginal, disuria o molestias al orinar y picor o picazón.
    • En la zona anorrectal: puede ser asintomática o provocar molestias en la defecación, secreción o sangrado.
    • En la zona orofaríngea puede provocar molestias localizadas o amigdalitis (inflamación de las amígdalas).
    • En la conjuntiva ocular, en adultos provoca enrojecimiento ocular, supuración y queratitis, es decir, inflamación de la córnea. En lactantes, el contagio se produce por contacto en el momento del parto.
    • En la infección generalizada se presenta fiebre, dolor articular y muscular, erupción maculopapular, es decir, erupción cutánea con lesiones supurativas, e iritis o inflamación ocular del iris.
  • Sífilis
    • En el adulto infectado:
      • Fase primaria: en el sitio inicial de la infección se produce un tipo de lesión llamada "chancro", es decir, una o más úlceras pequeñas. Estas sanarán entre los 15 y los 30 días, dejando una cicatriz.
      • Fase secundaria: a través de la lesión inicial, el microorganismo puede diseminarse por el cuerpo entre 6 y 8 semanas después, manifestándose como un exantema maculopapular o una erupción cutánea con lesiones supurativas. Otras manifestaciones serán la linfadenitis o inflamación de los ganglios inguinales, cervicales o axilares, los condilomas o verrugas planas en áreas húmedas como genitales, axilas y debajo de los pechos, y placas blanquecinas en las mucosas.
      • Fase latente o asintomática de duración variable.
      • Fase tardía: se producen graves complicaciones óseas, vasculares, oculares y neurológicas. Puede ocurrir entre los 8 y los 10 años, o no presentarse nunca.
    • En el feto y el recién nacido: se transmite durante el embarazo y puede provocar un aborto tardío, la muerte neonatal, una infección neonatal o una infección latente. Tipo de presentación:
      • Temprana: antes de los 2 años; puede ser fulminante debido a una infección generalizada con lesiones en la piel y las mucosas, anemia, afectación ósea y articular, de hígado y bazo y del sistema nervioso central.
      • Tardía: a partir de los 2 años; provoca queratitis intersticial o crecimiento anómalo de los vasos sanguíneos de la córnea, deformaciones óseas y dentales, sordera y otras manifestaciones del sistema nervioso.
  • Clamidia
    • En el adulto:
      • En el epitelio urogenital masculino: se presenta como una uretritis "no gonocócica", es decir, una inflamación de la uretra no causada por gonorrea o gonococia, en la que habrá supuración o exudado moderado o leve, acuoso, turbio o purulento, acompañado o no de disuria o molestias al orinar y picor o picazón.
      • En el epitelio urogenital femenino: puede ser asintomático o puede provocar una enfermedad inflamatoria pélvica, con inflamación de las estructuras del sistema genitourinario femenino.
      • Oculares: puede provocar "tracoma", una enfermedad ocular con inflamación de las estructuras oculares y enrojecimiento, con complicaciones si no se trata.
      • En el sistema linfático. El "linfogranuloma" es una enfermedad en la que se produce una inflamación de los ganglios linfáticos o linfangitis entre 2 y 12 días después del contagio, que puede llegar a producir nódulos y supuración de estos, dejando grandes cicatrices, resolviéndose o complicándose a nivel sistémico o generalizado.
      • Complicaciones: síndrome de Reiter, con artritis o inflamación articular, sacroileitis o inflamación de la articulación de la cadera, o iritis, inflamación del iris, con queratosis o engrosamiento de las palmas de las manos y las plantas de los pies.
    • En el feto y el recién nacido: puede provocar conjuntivitis y afectación pulmonar por contagio en el momento del parto.
  • Chancroide
    • En el adulto: tras un periodo de incubación de 1 a 14 días, se produce una inflamación en la zona infectada de los genitales, o incluso en las nalgas en el caso de las personas con genitales femeninos, apareciendo una lesión que acabará siendo una úlcera supurativa y dolorosa.
    • En niños: se ha observado una variante que infecta a los niños, por contacto piel con piel infectada, lo que provoca el mismo tipo de lesión pero en las extremidades inferiores, generalmente por debajo de la rodilla.
  • Granuloma inguinal o donovanosis
    • En el adulto: tras un periodo de incubación de 1 a 6 semanas, aparecen nódulos subcutáneos en la zona infectada de los genitales, apareciendo una lesión que acabará siendo una úlcera que sangrará al contacto, no dolorosa y de aspecto limpio. La lesión se puede diseminar a otros tejidos cercanos del aparato genitourinario, erosionando todo el tejido si no se trata. Por contacto orogenital, podría extenderse al sistema digestivo o incluso afectar a los órganos internos.
  • Vaginosis bacteriana por Gardnerella y Mobiluncus:
    • En los genitales femeninos: produce un flujo vaginal anómalo con un olor desagradable, aunque puede pasar desapercibida.
  • Enfermedad inflamatoria pélvica, uretritis, vulvovaginitis y otras manifestaciones genitourinarias debidas a Mycoplasma y Ureaplasma.
    • En los genitales femeninos puede provocar vaginosis bacteriana, es decir, alteración del equilibrio de la microbiota genital, con secreción y olor anómalos, y uretritis no gonocócica, es decir, inflamación de la uretra con secreción y molestias al orinar. También puede provocar infecciones en otras áreas no genitales, con fiebre. También puede colonizar las vías respiratorias.
    • Durante el embarazo, puede provocar la infección del líquido amniótico y la ruptura de las membranas en el caso del Ureaplasma urealyticum.
  • Herpes genital
    • Asintomático en la mayoría de los casos. En otros, las lesiones aparecen en forma de ampollas con líquido seroso, en las mucosas de la boca, los labios y la nariz, especialmente en el VHS-1, y en los genitales en el VHS-2, aunque también, con menos frecuencia, puede ocurrir al revés. Las lesiones se curan provocando una costra típica de la infección herpética o incluso úlceras. Ambos virus son neurotrópicos y neuroinvasivos, es decir, se refugian en las células del sistema nervioso y pueden provocar, con el tiempo, recidivas. En personas con sistemas inmunitarios comprometidos, puede provocar complicaciones como encefalitis o infección cerebral, queratitis o infección ocular, o incluso una infección generalizada.
  • Condilomas o verrugas genitales causadas por el virus del papiloma humano
    • Se expresa en forma clínica (con signos y síntomas), subclínica (con sintomatología muy leve o casi inexistente) y latente (sin sintomatología). En cuanto a la forma clínica, la presentación habitual son las verrugas anogenitales, también llamadas "condilomas acuminados", que pueden curarse de forma espontánea. En la infección subclínica, las lesiones solo son visibles mediante colposcopia, una técnica exploratoria del cuello uterino. En la infección latente, la detección del virus no es posible excepto mediante técnicas de detección de ADN.

 

2. Otras manifestaciones

  • Hepatitis
    • Todas las formas de hepatitis tienen períodos de incubación prolongados, de entre 15 y 30 días en el VHA y de hasta 3 meses en el VHB, el VHC y el VHD.
      • VHA: se presenta de forma repentina y autolimitada y, entre 2 y 6 semanas después de la infección, evoluciona hacia una curación espontánea. Provoca ictericia, fiebre, diarrea, gastralgia o dolor gástrico, anorexia, náuseas y cansancio. Esta fase aguda puede durar hasta 6 meses, tras los cuales la persona adquirirá anticuerpos protectores frente a posibles reinfecciones.
      • VHB y VHD: la infección por el VHB puede ser asintomática en el 80 % de los casos y autolimitada, es decir, se cura de forma espontánea, dejando protección ante posibles reinfecciones. Por otro lado, puede presentarse de forma aguda y autolimitada después de 1 a 6 meses de la infección, con un cuadro gripal. Esta fase aguda puede mejorar después de unos meses o convertirse en hepatitis B crónica, con fiebre baja, diarrea, gastralgia, anorexia, náuseas y cansancio que duran toda la vida. También puede derivar en fibrosis o formación de cicatrices en el hígado, cirrosis, insuficiencia hepática, cáncer y la muerte. La coinfección con el VHD acelerará y malignizará el proceso hepático.
      • VHC: suele ser asintomático y, en el 20-30 % de los casos, el virus se elimina espontáneamente. El 70 al 80 % restante, si no se trata, pasará a ser crónico durante 20 a 25 años, lo que provocará fibrosis o cicatrización del hígado, cirrosis, insuficiencia hepática, cáncer y la muerte.
  • Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)
    • Etapa 1 o infección aguda o temprana: desde el momento de la infección, después de 2 a 4 semanas, puede aparecer un cuadro gripal que puede durar algunas semanas. En muchos casos no se presenta o la persona no lo identifica con una posible infección.
    • Etapa 2 o fase intermedia o crónica: durante varios años, el virus de la inmunodeficiencia humana se multiplica activamente en las células que infecta. El sistema inmunitario responde disminuyendo la presencia de virus en la sangre, pero no puede evitar que siga replicándose. Si la persona recibe tratamiento, es posible que nunca desarrolle el SIDA o que no lo haga durante décadas. Si no se trata, el sistema inmunitario se debilitará y no podrá responder a otras enfermedades oportunistas.
    • Etapa 3 o fase avanzada o de síndrome de inmunodeficiencia adquirida: habrá un deterioro grave del sistema inmunitario, con una carga vírica elevada (se considera una carga vírica alta por encima de las 10 000 copias del virus, pero es un valor de referencia poco consistente, ya que es muy variable) y una disminución del CD4 por debajo de 200 copias. En este momento aparecerán enfermedades oportunistas y procesos cancerosos, y la persona podría llegar a fallecer.
  • Pápulas y nódulos cutáneos debidos al virus del Moluscum contagiosum
    • Por lo general, afecta a niños de entre 2 y 5 años y a personas sexualmente activas de entre 17 y 25 años. Las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana suelen tenerlo de forma frecuente. Tras un periodo de incubación de entre 14 y 40 días, aparecen lesiones autolimitadas, es decir, que se curarán espontáneamente y no dejarán cicatriz, y pueden durar entre 6 meses y 5 años hasta que desaparezcan por completo.
  • Cuadros víricos variables debidos al virus del herpes simple (beta) tipo 5 o al citomegalovirus
    • En adultos: puede presentarse fiebre, faringitis, laringitis, fatiga e inflamación de los ganglios linfáticos. En algunos casos, puede reactivar el virus de Epstein-Barr o "enfermedad del beso" y provocar hepatitis o inflamación del hígado. En personas con sistemas inmunitarios comprometidos, se presenta de forma más grave, con afectación ocular, pulmonar, hepática y gastrointestinal.
    • En los bebés con citomegalovirus congénito, es decir, adquirido durante el embarazo, pueden presentarse alteraciones en el cerebro, el hígado, el bazo y los pulmones, así como alteraciones en el crecimiento. A largo plazo, podrían presentarse problemas de audición.
  • Sarcoma de Kaposi
    • Sarcoma de Kaposi: existen diferentes variantes de su agente causal, el virus del herpes humano tipo 9, y estos se distribuyen de forma endémica en diferentes países del mundo y presentan diferentes pronósticos de malignidad. El área geográfica, por lo tanto, caracterizará la malignidad de este tipo de cáncer de piel. En Europa, se observa que las lesiones purulentas de la piel persisten durante 10 a 15 años sin malignizar otros tipos de cáncer.
    • Linfoma efusivo o de derrame primario, un trastorno también provocado por el virus del herpes humano tipo 8, que provoca la afectación de la cavidad pleural, el pericardio y el peritoneo cardíaco en forma de derrames linfáticos, lo que aumenta el riesgo de otros linfomas.
    • Enfermedad multicéntrica de Castleman, un trastorno también provocado por el virus del herpes humano tipo 8 que provoca un crecimiento anómalo de los vasos sanguíneos en las estructuras de los ganglios linfáticos. En algunos casos será benigno y podrá extirparse mediante cirugía.
  • Candidiasis vaginal
    • En los genitales femeninos: provoca una secreción anómala de la vagina con un olor desagradable, picazón y molestias al orinar.
  • Tricomoniasis
    • En adultos: primeros síntomas después de 4 a 28 días de incubación.
    • En los genitales femeninos: la inflamación, el prurito y la supuración purulenta del tejido genital aparecen durante la menstruación e inmediatamente después debido al cambio de pH. Puede complicarse hasta provocar vulvitis o inflamación del tejido de la vulva, molestias al orinar y endometritis o inflamación del endometrio. También pueden producirse lesiones en el cuello uterino, lo que aumenta el riesgo de cáncer de cuello uterino.
    • En los genitales masculinos: puede producirse uretritis irritativa o inflamación de la uretra, prostatitis o inflamación del tejido prostático, o incluso infertilidad. También puede ser asintomática.
  • Diarrea y otras manifestaciones gastrointestinales
    • Por Campylobacter y Shigella
      • Los primeros síntomas aparecen entre 2 y 5 días después de la infección y pueden durar hasta 10 días. Aparece una diarrea que puede ser sanguinolenta, con dolor abdominal, fiebre, dolor de cabeza o cefalea, náuseas y/o vómitos durante 3 a 6 días. Puede complicarse en personas inmunodeprimidas. Rara vez puede complicarse y provocar infecciones en los órganos internos, abortos y trastornos neurológicos o articulares.
    • Por Entamoeba y Giardia lamblia
      • Los primeros síntomas aparecen después de 3 a 45 días de incubación. Luego puede resolverse espontáneamente o, en otros casos, puede persistir durante meses si no se trata. Aparecerá diarrea, con dolor abdominal, fiebre, cefaleas o dolores de cabeza, náuseas y/o vómitos. En el caso de la Giardia lamblia, podría provocar manifestaciones fuera de los intestinos (extraintestinales) como erupciones maculopapulares (lesiones redondeadas en la piel de más o menos 1 centímetro), urticaria, úlceras, poliartritis o inflamación de las articulaciones, asma bronquial y alteraciones oculares, entre otras, y podría cronificarse con alteraciones deposicionales crónicas y pérdida de peso. En el caso de la Entamoeba histolytica, pueden llegar a producirse úlceras supurativas en el colon o afectación hepática.
  • Sarna
    • Primeros síntomas después de 5 a 15 días de incubación. Aparece prurito, especialmente por la noche, coincidiendo con la puesta de huevos bajo la capa más superficial de la piel. Puede ir acompañada de eritema o enrojecimiento y lesiones si hay infección de estas o respuesta de hipersensibilidad por parte de la persona, especialmente si ha pasado un mes desde el inicio. Puede ser asintomática en algunas personas y, en otras, la picazón y el eritema pueden persistir durante meses. Puede producirse una reinfestación después de 4 días.
  • Ladillas o pediculosis púbica
    • Primeros síntomas después de 6 a 8 días de incubación. Aparece prurito intenso que suele provocar irritación de la piel debido al rascado involuntario. Pueden aparecer pequeñas manchas marrones en la ropa interior debido a los restos de sangre que deja el insecto al alimentarse de ella. Puede ser asintomática en algunas personas. Puede producirse una reinfestación después de 5 a 15 días, que es el tiempo que tardan los huevos o las crías en eclosionar.

 

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Cómo se diagnostica
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La detección temprana desempeñará un papel muy importante en la evolución de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y los posibles trastornos que puedan derivarse de ellas.

Cuando a una persona se le diagnostica una ITS, es importante que tanto el médico generalista como el infectólogo, el especialista (en el caso de afectación de un órgano específico), así como la comadrona, la enfermera y otros profesionales sanitarios que se requieran, trabajen conjuntamente para optimizar los tratamientos y mejorar o restablecer la calidad de vida de la persona a la que se le ha diagnosticado la enfermedad.

1. Métodos de diagnóstico, 2. Cuándo diagnosticar.

 

1. Métodos de diagnóstico

Los métodos de diagnóstico utilizados son: Toma de muestras mediante análisis de sangre o frotis de exudados o secreciones, y Pruebas de diagnóstico rápido, generalmente con la muestra in situ de "saliva" o "gota de sangre" extraída de la yema del dedo.

1.1 Toma de muestras

En los cribados o controles preventivos de rutina que se realizan en la atención primaria, así como en la atención especializada y hospitalaria, suelen proceder de muestras que se analizarán en el laboratorio. Pueden ser:

  • Sangre: en este caso se denomina serología, y las infecciones que se suelen detectar con este método son:
    • Treponema pallidum (sífilis)
    • Virus de la hepatitis A
    • Virus de la hepatitis B
    • Virus de la hepatitis C
    • Virus de la inmunodeficiencia humana
    • Virus del herpes genital
  • Orina: las infecciones que se suelen cribarse con esta técnica suelen ser:
    • Chlamydia trachomatis (clamidia)
    • Neisseria gonorrhoeae / gonococo (gonorrea)
  • Muestra de exudado (secreciones): las infecciones que se suelen cribarse con esta técnica suelen ser:
    • Chlamydia trachomatis (clamidia), en la vagina, el endocérvix, la uretra, el recto y la faringe.
    • Neisseria gonorrhoeae / gonococo (gonorrea), en la vagina, el endocérvix, la uretra, el recto y la faringe.
    • Treponema pallidum (sífilis), en lesiones de la piel y mucosas, ganglios linfáticos infectados.
    • Virus del herpes simple, en úlceras de la piel y mucosas.
    • Virus del herpes genital, en úlceras de la piel y mucosas.

1.2 Pruebas diagnósticas rápidas

Se trata de pruebas en las que, a partir de una pequeña muestra de sangre u otros exudados o fluidos corporales, será posible determinar la detección directa del virus en la muestra, el antígeno, y/o los anticuerpos, en un promedio de 15-20 minutos (según cada prueba). Las diferentes pruebas disponibles actualmente son:

  • Virus de la hepatitis C. Esta prueba rápida determina la presencia de anticuerpos contra la hepatitis C (AcVHC), es decir, indica si la persona ha estado en algún momento en contacto con el virus de la hepatitis C, aunque no indicaría la presencia del virus (ARN del VHC) en el momento actual. Por tanto, en el caso de un resultado positivo, sería necesario realizar una viremia (análisis de virus en la sangre) para determinarlo.
  • Virus de la hepatitis B. Esta prueba rápida determina la presencia del antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg), es decir, indica que la persona está infectada por el virus de la hepatitis B; la infección puede ser "aguda", es decir, reciente, o "crónica", que se prolonga en el tiempo y que, por tanto, podría transmitirse a otras personas.
  • Virus de la inmunodeficiencia humana. Esta prueba rápida determina la presencia de un antígeno del VIH 1 y de anticuerpos contra el VIH 1 y 2, es decir, indica que la persona está infectada por el virus de la inmunodeficiencia humana; la infección puede ser "aguda" o "crónica" y, por lo tanto, podría transmitirse a otras personas.
  • Treponema pallidum (sífilis). Esta prueba rápida determina la presencia de anticuerpos contra Treponema pallidum (sífilis), es decir, indica si la persona ha estado alguna vez en contacto con la bacteria de la sífilis, aunque no indicaría la presencia de la bacteria en el momento actual. Por lo tanto, en el caso de un resultado positivo, sería necesario hacer un análisis de sangre para determinarlo.

 

2. Cuándo diagnosticar

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) generalmente se diagnostican en: Cribados de ITS o Tras una exposición de riesgo o ante la aparición de signos y síntomas clínicos.

 

2.1 Cribados de infecciones de transmisión sexual

La detección temprana en personas asintomáticas generalmente se lleva a cabo mediante cribados o controles de prevención de rutina para detectar ITS específicas, ya sea en: Población bajo riesgo o Poblaciones de alto riesgo, como los consumidores de CHEMSEX:

 

2.1.1 Población de bajo riesgo

La población general, hombres y mujeres que no cumplen con los criterios de riesgo para contraer una ITS, se considera de bajo riesgo.

En mujeres asintomáticas no embarazadas y de bajo riesgo, solo debe realizarse el cribado del cáncer de cuello uterino de acuerdo con los protocolos vigentes.

En el caso de las mujeres embarazadas, sería necesario hacer un análisis serológico de VIH, sífilis y hepatitis B (HBs Ag)

 

2.1.2 Población de alto riesgo

Se consideran de alto riesgo las mujeres y los hombres sexualmente activos con:

  • Nueva pareja en los últimos dos meses.
  • Más de una pareja en el último año.
  • Parejas con conductas de riesgo.
  • ITS anteriores o simultáneas.
  • Intercambio de sexo por dinero o drogas.
  • Uso inconsistente del preservativo en parejas no monógamas.
Mujeres
  • No embarazadas

    En las mujeres no embarazadas consideradas según criterios de alto riesgo, a pesar de no presentar ningún signo o síntoma relacionado con una ITS, se deberían realizar, al menos una vez al año:
    • Cribado del cáncer de cuello uterino según los protocolos vigentes.
    • Cribado de ITS: clamidia, gonococo, sífilis, VIH, hepatitis B, C, A.
  • Embarazadas

    En las mujeres embarazadas consideradas según criterios de alto riesgo, a pesar de no presentar ningún signo o síntoma relacionado con una ITS, se deberían realizar:
    • Análisis: VIH, sífilis y hepatitis B (HBs Ag).
    • Cribado de ITS: clamidiosis, gonococo, sífilis, VIH, hepatitis B (HBs Ag │anti-HBc), y repetir al final del embarazo si se continúa con una conducta de riesgo.
Hombres
  • Hombres heterosexuales

    En los hombres que tienen relaciones sexuales con personas del sexo opuesto consideradas según criterios de alto riesgo, a pesar de no presentar ningún signo o síntoma relacionado, se debería realizar, al menos una vez al año:
    • Cribado de sífilis, VIH, hepatitis B y C.
  • Hombres homosexuales

    En los hombres que tienen relaciones sexuales con personas del mismo sexo considerados según criterios de alto riesgo, a pesar de no presentar ningún signo o síntoma relacionado, se debería realizar, al menos una vez al año:
    • Análisis de VIH, sífilis, hepatitis B, C y A.
    • Muestra rectal y uretral para determinación de clamidia y gonococo (también faríngea).

2.2  Tras la aparición de signos y síntomas

 
2.2.1 Población de bajo riesgo:
 
Mujeres
  • No embarazadas

    En mujeres no embarazadas, consideradas de bajo riesgo según los criterios mencionados, cuando existe la presencia de signos y síntomas anogenitales y vaginales, se debería hacer lo siguiente:
    • Cribado de cáncer de cuello uterino
    • Exploración física de la zona anogenital y vaginal
    • Evaluación del flujo vaginal: prueba de pH y aminas
    • Examen de muestra de secreciones en fresco (microscopio)
    • Cultivo vaginal
  • Embarazadas

    En las mujeres embarazadas que presenten signos y síntomas relacionados, consideradas de bajo riesgo según los criterios mencionados, se seguirán las mismas pautas que en las mujeres no embarazadas y que en las mujeres embarazadas asintomáticas de bajo riesgo.

 

2.2.2 Población de alto riesgo:
 
Mujeres:
  • No embarazadas
    • Cribado del cáncer de cuello uterino según los protocolos vigentes.
    • Cribado de ITS: clamidiosis, gonococo, sífilis, VIH, hepatitis B, C y A.
    • Exploración física de la zona anogenital y vaginal.
    • Si vaginitis (inflamación o infección de la vagina): tricomoniasis.
    • Si cervicitis (inflamación del cuello uterino): clamidia y gonococo.
    • Si úlceras: sífilis, herpes, chancro blando.
  • Embarazadas

    En las mujeres embarazadas que presenten signos y síntomas relacionados, considerados de alto riesgo según los criterios mencionados, se seguirán las mismas pautas que en las mujeres embarazadas asintomáticas de alto riesgo.
Hombres
  • Heterosexuales

    En los hombres que tienen relaciones sexuales con personas del sexo opuesto consideradas según criterios de alto riesgo, que presentan signos y síntomas relacionados, se debería realizar, al menos una vez al año:
    • Cribado de sífilis, VIH, hepatitis B y C.
    • Valoración clínica y de las áreas afectadas.
    • Si uretritis: clamidia, gonococo.
    • Si úlceras: sífilis, herpes, clamidiosis o linfogranuloma venéreo, chancroide, granuloma inguinal o donovanosis.
    • Valorar si hay otras presentaciones clínicas.
  • Hombres homosexuales o que tienen relaciones sexuales con otros hombres

    En los hombres que tienen relaciones sexuales con personas del mismo sexo considerados según criterios de alto riesgo, cuando presentan signos o síntomas relacionados, se debería realizar lo siguiente:
    • Análisis de VIH, sífilis, hepatitis B, C y A.
    • Muestra rectal y uretral para determinación de clamidia y gonococo (también faríngea).
    • Valoración clínica y de las áreas afectadas.
    • Si uretritis (inflamación de la uretra): clamidia, gonococo, micoplasma, ureaplasma.
    • Si úlceras: sífilis, herpes, clamidiosis o linfogranuloma venéreo, chancroide, granuloma inguinal o donovanosis.
    • Valorar si hay otras presentaciones clínicas.
    • Cribado del cáncer anal en las relaciones sexuales receptivas.
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Tratamiento
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Las infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden provocar trastornos de salud de afectación local, es decir, que afectan a zonas específicas del cuerpo, por ejemplo, la zona genital, o de afectación sistémica, que afectan a diferentes partes o a todo el organismo. No tratar las ITS provocará importantes trastornos de salud derivados de estas y predispondrá a otras enfermedades, además de tener un gran impacto psicoemocional en la autoestima y el autoconcepto y, en consecuencia, en la calidad de vida, aumentando el riesgo de sufrir ansiedad o depresión.

Cuando a una persona se le diagnostica una ITS, es importante que tanto el médico generalista como el infectólogo, el especialista (en el caso de la afectación de un órgano específico), así como la comadrona, la enfermera y otros profesionales de la salud, según sea necesario, trabajen conjuntamente para optimizar los tratamientos y mejorar o restaurar la calidad de vida de la persona.

El diagnóstico precoz y el tratamiento o la terapia individualizados y adecuados evitarán, eliminarán o retrasarán la evolución de las infecciones de transmisión sexual y reducirán el estigma de estas y su impacto en la autoestima.

Algunas de las ITS se curan con tratamientos específicos, antibióticos y antivirales, pero otras, como el VIH y el VHB, se convierten en un trastorno de salud crónico, lo que significa que no tienen cura sino un tratamiento que mantendrá al agente responsable de la infección en niveles indetectables o lo suficientemente bajos como para no causar trastornos de salud derivados.

La vía de administración de los tratamientos de las ITS dependerá de cada uno de los agentes infecciosos, y puede ser tanto tópica como sistémica.

1. Tratamientos posteriores al diagnóstico; 2. Profilaxis previa a la exposición (PrEP); 3. Profilaxis posterior a la exposición (PEP) y protocolo de actuación sanitaria para las víctimas de agresión sexual.

 

1. Tratamientos posteriores al diagnóstico

¿Qué son? 

Son medicamentos antibióticos, antivirales, antimicóticos o antiparasitarios que actuarán contra el agente infeccioso, siendo diferentes en cada una de las distintas ITS.

¿Cuándo se recomiendan? 

Es el tratamiento prescrito para las personas con una infección de transmisión sexual.

¿Cómo se administran? 

Se usan por vía tópica, oral, intravenosa o intramuscular, según corresponda. Todos ellos requieren prescripción y control médico y, por tanto, se dispensan con receta. Los que se aplican tópicamente, directamente sobre la piel o las mucosas, requieren seguir las recomendaciones de aplicación del fabricante y discutir su aplicación con el profesional de la salud. Los tiempos de tratamiento variarán según cada uno.

¿Qué son? Según el principio activo:

Antibióticos:
  • Clamidia o linfogranuloma venéreo:
    • Azitromicina 1 g
      • Dosis única
      • Oral
      • Control en 2-4 semanas
    • Doxiciclina 100 mg
      • Cada 12 horas, de 7 a 21 días (según prescripción)
      • Oral
  • Gonococia:
    • Ceftriaxona 500 mg
      • Dosis única
      • Intramuscular
      • Control en 72 horas
    • + (según criterio médico) azitromicina 1 g (especialmente en el embarazo)
      • Dosis única
      • Oral
      • Control en 72 horas
    • En caso de alergia, gentamicina 240 mg
      • Dosis única
      • Oral
  • Sífilis:
    • Penicilina G: 2,4 mU
      • Dosis única
      • Intramuscular
      • En caso de sífilis latente tardía o indeterminada, cada 7 días durante 3 semanas
    • En la neurosífilis, penicilina G acuosa 3-4 millones de UI
      • 10-14 días
      • Endovenosa
    • Si alérgico/a a la penicilina, doxiciclina 100 mg
      • Oral
      • Cada 12 horas, 14 días o 28 días si sífilis latente, tardía o indeterminada
      • Si neurosífilis, 2 g por vía intravenosa cada 24 horas, de 10 a 14 días
  • Enfermedad inflamatoria pélvica (causada por bacterias como Ureaplasma y Micoplasma, entre otras)
    • Ceftriaxona 500 mg
      • Dosis única
      • Intramuscular
      • Control en 72 horas
    • + (según criterio médico) doxiciclina 100 mg
      • Cada 12 horas, 14 días
      • Oral
    • + (según criterio médico) Metronidazol 500 mg
      • Cada 12 horas, 14 días
      • Oral
    • En el embarazo, ingreso hospitalario
  • Chancroide:
    • Azitromicina 1 g
      • Dosis única.
      • Oral
  • Donovanosis o granuloma inguinal:
    • Azitromicina 1 g
      • Semanalmente, mínimo 3 semanas y hasta resolución
      • Oral
  • Tricomoniasis:
    • Metronidazol 1,5-2 g
      • Dosis única
      • Oral
      • Control en 72 horas
    • Trinidazol 2 g (no durante el embarazo)
      • Dosis única
      • Oral
      • Control en 72 horas
Antivirales:
  • Herpes genital:
    • Aciclovir 400 mg
      • Cada 8 horas
      • Oral
      • 500 mg en el embarazo a partir de las 36 semanas y hasta el parto
      • 500 mg en el herpes simple
  • Hepatitis B

    No existe un tratamiento específico para eliminar el virus de la hepatitis B ni para tratar la hepatitis aguda causada por él y, por lo tanto, es un trastorno que se volverá crónico.

    La hepatitis crónica se puede tratar con medicamentos antivirales y con interferón, que pueden evitar que el virus se multiplique y desencadene complicaciones. La complicación a largo plazo de este trastorno puede ser la cirrosis, que podría derivar en la necesidad de un trasplante de hígado.
  • Hepatitis C

    Los únicos tratamientos que se usaban hasta aproximadamente 2010 solo curaban la mitad de los casos, provocaban muchos efectos adversos y eran de larga duración. Actualmente se utilizan combinaciones de medicamentos antivirales, denominados "antivirales de acción directa" (AAD) que curan en casi el 98 % de los casos y son válidos para cualquiera de los genotipos del virus de la hepatitis C. Estos medicamentos se dispensan directamente en la farmacia del hospital. Son los siguientes:
    • Glecaprevir 100 mg y pibrentasvir 40 mg
      • 3 comprimidos al día en una sola toma, durante 8 o 12 semanas
      • Oral
    • Sofosbuvir 400 mg y velpatasvir 100 mg
      • 1 comprimido al día durante 12 semanas
      • Oral

Otras combinaciones que se utilizan teniendo en cuenta el genotipo son:

    • Grazoprevir 100 mg y elbasvir 50 mg:
      • 1 comprimido al día
      • Se puede añadir ribavirina en casos específicos
      • Oral
    • Sofosbuvir 400 mg, velpatasvir 100 mg y voxilaprevir 100 mg
      • 1 comprimido al día
      • Oral
  • Virus de la inmunodeficiencia humana

    No existe un tratamiento específico para eliminar el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y, por lo tanto, es un trastorno que se volverá crónico.

    El VIH se puede tratar con combinaciones de medicamentos antirretrovirales denominadas "tratamiento TARGA" (tratamiento antirretroviral de alta eficacia), que reducen la cantidad de partículas víricas libres en la sangre e impiden que el virus se reproduzca, lo que ayuda al sistema inmunitario a recuperarse de la infección. Esto evita que se desencadene el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

    Por lo tanto, estos tratamientos serán crónicos, incluso si la persona nunca presenta ningún signo o síntoma.

    La ingesta debe ser estrictamente diaria ya que, de no ser así, el virus podría volverse resistente e inmune a la terapia. A pesar de realizar el tratamiento correctamente, hay que tener en cuenta que la persona tratada aún podría transmitir el virus a través de las relaciones sexuales o por la sangre.

    Se trata, por tanto, de una combinación de 2 o 3 fármacos diferentes, generalmente bien tolerados, aunque en ocasiones pueden tener efectos secundarios. Se trata de los siguientes fármacos, clasificados por familias según el momento en el que actúan sobre la replicación del virus:
    • Inhibidores de la transcriptasa inversa: actúan sobre la enzima del VIH que convierte el ARN del virus en ADN, que se integrará en el material genético de la célula CD4 humana (célula del sistema inmunitario). Estos son: didanosina, emtricitabina, estavudina, lamivudina, zidovudina, tenofovir, efavirenz, etravirina, nevirapina, rilpivirina y doravirina.
    • Inhibidores de la proteasa: utilizados desde 1996. Inhiben la acción de la enzima que interviene en la formación de nuevos virus. Estos son: atazanavir, darunavir, fosamprenavir, lopinavir, saquinavir y tipranavir.
    • Inhibidores de la entrada: Inhiben la entrada del VIH en la célula CD4 humana (célula del sistema inmunitario). Estos son: enfuvirtida y maraviroc.
    • Inhibidores de la integrasa: inhiben la integración del VIH en el material genético de la célula humana infectada. Estos son raltegravir, dolutegravir, elvitegravir y bictegravir.
Otros
  • Condilomas o verrugas genitales y anales:
    • Imiquimod (no en embarazo)
      • 3 veces por semana, máximo 16 semanas
      • Aplicación tópica en los condilomas
    • Podofilotoxina (no en el embarazo)
      • 2 veces al día, durante 3 semanas y descanso, cada 4 semanas
      • Aplicación tópica en los condilomas
    • En el embarazo
      • Exéresis o extirpación quirúrgica o crioterapia (terapia en la que se utilizan temperaturas bajas para eliminar los condilomas)
  • Sarna o escabiosis

    El tratamiento que se utiliza habitualmente es:
    • Permetrina al 5 %:
      • Tópica y aplicada en toda la superficie corporal, insistiendo en las zonas más afectadas, es decir, entre los dedos de las manos y los pies, en las palmas y las plantas de los pies, en las axilas, en el pliegue debajo de los pechos, en la areola mamaria, en los genitales y las nalgas, evitando el contacto con las mucosas. Las uñas también deberían tratarse, ya que pueden quedar ácaros o huevos como resultado del rascado.
      • En niños y ancianos, la infección podría extenderse al cuero cabelludo y al rostro y, por lo tanto, también se debería aplicar el tratamiento, evitando el contacto con los ojos y la boca.
      • Se recomienda hacerlo por la noche y esperar entre 10 y 15 minutos antes de volver a vestirse, y dejar actuar entre 8 y 14 horas. Transcurrido este tiempo, se puede retirar con agua.
      • La aplicación debe repetirse después de 7 días.
    • Ivermectina oral:
      • Oral
      • Dosis única y según el peso de la persona
      • Repetir la dosis en 2 semanas si hay nuevas lesiones y presencia de parásitos

Se recomienda aislar y desinfectar toda la ropa y los tejidos que hayan estado en contacto con la persona afectada en los siete días anteriores al inicio del tratamiento y durante el mismo. La ropa lavable debe lavarse durante al menos 10 minutos a 60 °C o secarse en secadora durante 20 minutos. Todo lo que no se pueda lavar debe cerrarse herméticamente en una bolsa durante al menos 7 días antes de volver a usarse. Las superficies blandas con las que la persona ha estado en contacto deben lavarse con jabón y aspirarse con una boquilla pequeña. Las superficies duras deben desinfectarse con lejía.

Se pueden usar antihistamínicos o incluso cremas tópicas con corticosteroides para aliviar la comezón.

Las personas con las que se haya convivido y haya habido contacto piel con piel deben recibir el mismo tratamiento y al mismo tiempo. Será conveniente cambiarse toda la ropa, ropa de cama y toallas a diario.

Hasta 24 horas después del tratamiento, no deben compartirse tejidos ni tener contacto piel con piel, se deben desechar todos los productos de higiene que hayan estado en contacto con la piel afectada y no se debe acudir al lugar de trabajo o a la escuela.

  • Pediculosis púbica o ladillas

    El tratamiento para eliminar la pediculosis púbica o ladillas es similar al tratamiento de la sarna. La persona afectada y su pareja sexual deben recibir tratamiento.
    • Champús con un 1 % de lindano
    • Crema de permetrina al 1 %

Se debe aplicar el champú o crema sobre la zona afectada, bien seca, durante al menos 5 minutos y enjuagar. La zona debe peinarse con un cepillo de dientes o con un peine espeso para eliminar las ladillas adheridas al pelo.

Si es necesario, la aplicación debe repetirse 7 días después.

Se recomienda aislar y desinfectar toda la ropa y todos los tejidos que hayan estado en contacto con la zona afectada en los siete días anteriores a la aplicación del tratamiento. La ropa lavable debe lavarse durante al menos 10 minutos a 60 °C o secarse en secadora durante 20 minutos. Todo lo que no se pueda lavar debe cerrarse herméticamente en una bolsa durante al menos 7 días antes de volver a usarse.

 

2. Profilaxis previa a la exposición (PrEP)

La profilaxis previa a la exposición o PrEP (Pre-Exposure Prophylaxis) es un método preventivo indicado para personas no infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o seronegativas que, por su situación personal o en determinados momentos vitales, pueden tener una alta probabilidad de exposición al VIH, dejando claro que no se trata de una vacuna.

En Cataluña, la profilaxis PrEP se ha implementado desde 2019, recomendada para hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, mujeres transexuales y personas que practican la prostitución sin usar preservativo, y está más indicada si cumplen los siguientes requisitos:

  • Haber tenido más de 10 parejas sexuales diferentes en el último año.
  • Haber practicado sexo anal sin protección.
  • Haber consumido drogas en un contexto de relaciones sexuales sin protección.
  • Haber tomado profilaxis posterior a la exposición (PEP) en varias ocasiones.
  • Haber tenido al menos una infección bacteriana de transmisión sexual.

El medicamento utilizado en la PrEP combina dos fármacos, la emtricitabina y el tenofovir, que actúan bloqueando el VIH e impidiendo que se reproduzca. Por lo tanto, incluso si ha habido contacto con el virus, se consigue bloquear la infección.

El efecto protector del medicamento será efectivo solo mientras se tome. Por tanto, dependiendo de las necesidades de las personas, se puede seguir una pauta diaria, respetando siempre el mismo horario, y teniendo en cuenta que hasta la cuarta dosis no comienza el efecto protector y que hasta la séptima dosis no se adquiere el nivel máximo. En otras situaciones vitales, puede ser preferible seguir una pauta "a demanda" durante los períodos de actividad sexual, teniendo que tomar dos comprimidos juntos 12 horas antes de tener relaciones sexuales, o a lo sumo 2 horas antes, un tercer comprimido 24 horas después de los anteriores y un cuarto al día siguiente, siempre, eso sí, a la misma hora, aproximadamente. Si se tienen relaciones sexuales durante dos o más días seguidos, se debe tomar un comprimido adicional por cada día que se desee seguir protegido, tomando la última dosis 48 horas después de la última relación sexual.

Esta guía de PrEP a demanda, siempre supervisada por el equipo de salud, solo es efectiva en los hombres. En mujeres cisgénero y transgénero se deberá seguir la pauta diaria para garantizar su protección.

 

3. Profilaxis posterior a la exposición (PEP)

3.1 Profilaxis posterior a la exposición (PEP) al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH); 3.2 Profilaxis posterior a la exposición a otras infecciones de transmisión sexual (ITS).

 

3.1 Profilaxis posterior a la exposición (PEP) al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)

Según la OMS, la PEP es actualmente la única forma de reducir el riesgo de contraer la infección por el VIH en las personas que han estado expuestas a ella, por exposición ocupacional (accidente laboral) o no ocupacional (debido a relaciones sexuales sin protección, violación o uso de materiales de inyección contaminados) y, por lo tanto, su uso está muy extendido como parte integral de la estrategia general de prevención, si se realiza hasta 72 horas después de la exposición, lo que reduce el riesgo hasta en un 80 %.

Las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre la PEP se actualizaron en 2014 y, por primera vez, las recomendaciones de la PEP cubren todos los tipos de exposición y todos los grupos de población, incluidos los adultos, los adolescentes y los niños.

Es un tratamiento antirretroviral que debe iniciarse antes de que hayan transcurrido 72 horas desde la exposición y durante un ciclo completo de 28 días.

La pauta de PEP recomendada es la siguiente:

  • En adultos:
    • Tenofovir
    • + (según criterio médico) lamivudina o emtricitabina
    • + (según criterio médico) lopinavir con ritonavir
  • En niños: niños de 10 años o menos
    • Zidovudina
    • + (según criterio médico) lamivudina

3.2 Profilaxis posterior a la exposición (PEP) en otras infecciones de transmisión sexual (ITS)

Ante la posible exposición a otras ITS, ya sea por parte de víctimas de agresión sexual con penetración o que, sin conocer el estado serológico de la pareja o parejas sexuales, hayan sufrido una rotura accidental del método de barrera, se debe seguir la siguiente guía de tratamiento con antibióticos:

  • En adultos:

    Profilaxis antibiótica contra gonococia, clamidia y tricomoniasis:
    • Ceftriaxona 500 mg vía intramuscular, dosis única.
    • + (según criterio médico) azitromicina 1 g vía oral, dosis única.
    • + (según criterio médico) tinidazol 2 g vía oral, dosis única.
    • En personas alérgicas, 2 g de azitromicina vía oral + 2 g de tinidazol vía oral en una sola dosis.
    • Si la mujer está embarazada, 2 g de metronidazol vía oral en una sola dosis en lugar de tinidazol.
  • En niños: consultar "Tratamiento de las infecciones en Pediatría - Guía rápida para la selección del tratamiento antimicrobiano empírico". Abuso sexual (prevención de las infecciones de transmisión sexual)".
    • Ceftriaxona:
      • 500 mg, i.m., dosis única.
      • Otras opciones terapéuticas: Cefixima 8 mg/kg/día v.o. (vía oral) en caso de abuso anal o sospecha de proctitis.
    • Azitromicina:
      • 1 g en adultos (15 mg/kg en <25 kg), v.o., dosis única.
      • Alternativa: Doxiciclina 100 mg/12 h, v.o., durante 7 días (en >8 años de edad); en menores, valorar Eritromicina 40 mg/kg/d durante 1 semana.
    • Metronidazol:
      • Metronidazol 2 g v.o. dosis única, >15 años (15 mg/kg/dosis).
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Control de la situación de salud
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Para que la persona con una infección de transmisión sexual (ITS) pueda llevar una vida normal y tener un nivel óptimo de autonomía en el cuidado personal, es fundamental que asuma la responsabilidad de su situación de salud y participe activamente en su control.

1. Fuentes de información; 2. Aplicación de los tratamientos; 3. Cuidado y control de las lesiones anogenitales y cutáneas; 4. Control y manejo del picor; 5. Control y manejo del dolor; 6. Alimentación; 7. Autoestima y aceptación; 8. Relaciones con otras personas; 9. Infecciones de transmisión sexual y COVID-19.

 

1.  Fuentes de información

Vivimos en una época en la que disponemos de una gran cantidad de información. La información sobre las ITS puede ser compleja, confusa y, a veces, poco veraz. La forma de encontrar información precisa y actualizada es mediante el uso de fuentes fiables y prestigiosas, como revistas especializadas, centros y organizaciones especializadas en ITS y sus respectivos sitios web, organizaciones de profesionales de la salud y agencias gubernamentales. Es especialmente importante que las fuentes de información de Internet utilizadas sean seguras y de calidad y, en este sentido, existen instrumentos de apoyo fáciles de usar para todos los públicos, como el cuestionario para evaluar las páginas web de salud según los criterios europeos, que ayudan a discriminar si una fuente es fiable o no.

 

2. Aplicación de los tratamientos

Se distinguen los siguientes tipos de tratamiento: 2.1 Tratamientos tópicos; 2.2 Tratamientos orales y 2.3 Tratamientos por vía parenteral.

 

2.1 Tratamientos tópicos

En algunas de las infecciones de transmisión sexual (ITS), esta vía se suele utilizar para tratar localmente las lesiones derivadas, y habrá que tener en cuenta las recomendaciones generales de administración, así como las específicas de cada fármaco.

Los tratamientos tópicos (para la piel y las mucosas) pueden ir desde pomadas hasta cremas, champús y geles.

Es importante que, para optimizar el efecto de los tratamientos tópicos, se tengan en cuenta algunas recomendaciones al aplicarlos:

  • Es necesario garantizar la aplicación regular de aceites o cremas hidratantes. Esto mejorará la penetración en la piel de los principios activos de los tratamientos tópicos.
  • Se recomienda aplicar los tratamientos tópicos después de la ducha o el baño, ya que la piel, al estar más hidratada, absorberá mejor el tratamiento.
  • Las pomadas o cremas deben aplicarse en pequeñas cantidades sobre la lesión y con un masaje de 2 a 4 minutos, extendiéndolas hasta conseguir una capa fina y homogénea.
  • Si se prefiere, se pueden utilizar guantes para aplicar el producto, pero no debe hacerse con gasas o algodón, ya que el roce puede provocar más lesiones o traumatismos en la piel afectada y, además, el producto se desperdicia.
  • El producto solo debe aplicarse en las lesiones, nunca sobre la piel sana, a menos que se prescriba lo contrario, como por ejemplo en casos de sarna, escabiosis, pediculosis o ladillas.
  • El exceso de crema o pomada debe retirarse con una toalla. No se puede dejar ahí.
  • Deben seguirse siempre las recomendaciones de la enfermera o del personal sanitario con respecto a la aplicación de los tratamientos tópicos.

 

2.2 Tratamientos orales

La mayoría de los tratamientos utilizados en las ITS suelen ser por esta vía, y habrá que tener en cuenta las recomendaciones generales de administración, así como las características específicas de cada medicamento.

 

2.3 Tratamientos por vía parenteral

La mayoría de los tratamientos que se utilizan en las ITS suelen ser orales o tópicos, pero en los casos más graves, puede ser necesaria la hospitalización y la administración de medicamentos por vía parenteral o sanguínea. Habrá que tener en cuenta las recomendaciones específicas indicadas por los profesionales de la salud.

 

3. Cuidado y control de las lesiones anogenitales y cutáneas

Las lesiones cutáneas causadas por una infección de transmisión sexual (ITS), ya sea en la zona urogenital o perianal, o en cualquier otra zona del cuerpo, suelen ser molestas y provocar dolor y, a veces, picor. Estas se deben cuidar para poder restaurar la integridad de la piel.

Será necesario seguir las recomendaciones específicas de los profesionales de la salud para cada una de las lesiones.

Sin embargo, en el caso de heridas leves, se deben tener en cuenta los siguientes consejos:

  • Es necesario lavar la herida con agua y jabón para desinfectarla. 
  • Se debe aplicar un antiséptico, siempre que lo indique un profesional de la salud, para prevenir infecciones. En cualquier caso, si se decide poner uno, la povidona yodada sería la última opción, ya que es el más citotóxico. Antes, son preferibles otros antisépticos, como los derivados de la polihexanida o incluso la clorhexidina o la hexetidina.
  • Es recomendable cubrir la herida con gasas o apósitos estériles.

 

4. Control y manejo del picor

El picor o prurito se define como un hormigueo o irritación en la piel que provoca el deseo de rascarse, cuyo origen se encuentra en la respuesta del sistema nervioso central a las agresiones tanto del exterior como de las propias células de la piel. Algunas de las infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden causar picor, ya sea en la piel en general, como la sarna o escabiosis, o localizado, en la zona anogenital, como la pediculosis o las ladillas, o algunas formas de vaginitis causadas por algunas bacterias.

El picor es una consecuencia directa de la ITS y, por lo tanto, cuando se resuelve, el picor desaparece, aunque mientras tanto puede alterar el sueño, el estado de ánimo, la capacidad de concentración e incluso el apetito, lo que puede provocar sufrimiento.

Recomendaciones:

  • Debe mantenerse una buena hidratación de la piel, ya que mejora la salud cutánea y disminuye el enrojecimiento y la inflamación, siempre que no esté expresamente contraindicado.
  • Se debe aplicar frío local, como compresas frías, guardadas en el congelador, o incluso guardar las cremas y aceites hidratantes en el refrigerador y aplicarlos en frío. No se deben aplicar cubitos de hielo directamente sobre la piel.
  • Debe usarse gel de baño con un pH ligeramente ácido, entre 4 y 4,5.
  • Se debe usar ropa holgada y se deben evitar las telas sintéticas.
  • Se recomienda aplicar arcilla verde, compresas humedecidas con manzanilla o gel de aloe vera (si se tolera bien), siempre que no esté expresamente contraindicado.
  • Se recomienda consultar con el especialista sobre la posibilidad de utilizar fármacos con función antihistamínica o incluso anestésica tópica.
  • Se recomienda fomentar el tiempo de ocio y las actividades para distraer la atención.
  • Se recomienda evitar el consumo de alimentos excitantes como el café y las bebidas de cola.

 

5. Control y manejo del dolor

En las infecciones de transmisión sexual, el dolor puede presentarse principalmente en la zona anogenital, ya sea por lesiones o úlceras derivadas de algunas de estas o por la inflamación de los tejidos urogenitales, del aparato urinario o incluso del colorrectal, es decir, del aparato digestivo. También pueden producirse otros dolores localizados en otras áreas del cuerpo como resultado de complicaciones avanzadas.

El dolor agudo relacionado con las lesiones cutáneas o de las mucosas en la zona anogenital puede empeorar con el contacto directo y puede mejorar una vez que cicatricen y se resuelvan. Las personas que lo manifiestan pueden tener dificultades para moverse, eliminar, es decir, orinar y defecar, así como para tener relaciones sexuales con penetración.

El dolor relacionado con la inflamación urogenital y colorrectal también provocará dificultades en la eliminación, así como un dolor persistente que solo remitirá con el tratamiento.

El dolor es un síntoma que puede afectar a la calidad de vida de las personas que lo padecen.

Este influye en el estado de ánimo y puede provocar decaimiento y ansiedad y, al mismo tiempo, se verá afectado por el estrés de la propia enfermedad, lo que desembocará en un círculo vicioso en el que el dolor genera ansiedad y la ansiedad aumenta el dolor. Para poder salir de este círculo vicioso es importante comunicárselo a los profesionales de la salud para que puedan llevar a cabo el tratamiento adecuado para eliminarlo o aliviarlo.

Consulta los consejos de la enfermera ante el dolor

 

6. Alimentación

Las personas con una infección de transmisión sexual (ITS), como cualquier otra persona, deben tener hábitos alimenticios saludables. Existe mucha controversia en torno a la dieta de las personas con ciertas ITS de tipo crónico, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis B (VHB), estando categóricamente desaconsejado el consumo de alcohol en este último. Sin embargo, hay ciertas recomendaciones expresas, algunos alimentos poco recomendados, y en ningún caso habrá alimentos con efectos milagrosos, que deben consultarse con la enfermera, el médico o el especialista. Lo que sí es cierto es que una alimentación saludable garantizará la ingesta de nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.

 

7. Aceptación y autoestima

Desde el momento en que se diagnostica a una persona una enfermedad crónica, como en el caso de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis B (VHB), comienza un proceso dinámico hacia la aceptación del nuevo estado de salud. El reconocimiento de este nuevo estado se identifica con un sentimiento de pérdida, y esto nos hace vivir un duelo. Este duelo es similar al que se sufre cuando se pierde una persona, un animal o un objeto querido. Lo mismo ocurre cuando se trata de la propia salud, algo que forma parte de la persona. Hay diferentes etapas, pero no siempre se pasará por todas ellas, ni todas las personas lo harán en el mismo orden, ni durante el mismo tiempo, ni todas podrán llegar a la aceptación. Incluso habrá quienes puedan quedarse estancados en alguna etapa. Todo esto dependerá de las características de cada persona, de la información de la que disponga sobre la enfermedad, de los recursos personales y del entorno al que pueda acceder, de la etapa vital que esté viviendo, de la enfermedad en sí y de lo avanzada que esté. La relación con los profesionales de la salud que acompañan este proceso también será un factor clave en la evolución de la persona hacia la aceptación.

Hay varios autores que hablan de este proceso. En este caso, se explican las etapas descritas por Elisabeth Kübler Ross sobre el proceso de aceptación:

  • Negación: la persona, tras conocer el diagnóstico, no podrá creer lo que le está ocurriendo, pensará que se trata de un error de diagnóstico e incluso puede abandonar el tratamiento y no seguir las indicaciones. Esta reacción sirve para amortiguar el dolor que provocará el diagnóstico y dar tiempo a la persona para que se acostumbre a la nueva situación de salud. Si la persona no avanza en el proceso de aceptación y se queda estancada en esta etapa, podría resultar contraproducente.
  • Ira: la persona ya no niega el diagnóstico, estará enojada y furiosa por lo que le está sucediendo y se preguntará por qué lo padece. Esta etapa puede ser positiva siempre que ayude a la persona a adoptar una posición activa con respecto a la enfermedad.
  • Negociación: no habrá más ira. La persona intentará buscar acuerdos para mejorar su salud y calidad de vida. Se creerá que se encontrará una cura milagrosa. Este es el momento en que se buscan soluciones.
  • Depresión: se toma conciencia de la realidad del estado de salud e, inevitablemente, se hace una comparación con los demás y con uno/a mismo/a cuando no había ninguna enfermedad, haciendo hincapié en las deficiencias y pérdidas que se han tenido. Esto provoca tristeza, desánimo y temores relacionados con el futuro.
  • Aceptación: esta es la etapa más adaptativa, ya que la persona acepta su estado de salud. No es una etapa de conformismo o resignación en la que la persona permanece pasiva, sino todo lo contrario: la persona acepta las limitaciones relacionadas con la enfermedad, pero desempeña un papel activo en el que habrá una predisposición al autocuidado y una buena adherencia al tratamiento. Sin embargo, es posible que no sea la última etapa, ya que podría volver a cualquiera de las otras, según las circunstancias, como puede ser en un brote.

Este proceso de aceptación de la enfermedad influirá y al mismo tiempo se verá influido por el estado emocional de la persona y su nivel de autoestima. Si la persona se encuentra en un buen momento de la vida, con un alto nivel de autoestima, esto le favorecerá de manera positiva en el proceso de aceptación. Asimismo, el nivel de autoestima puede reducirse si la persona elabora el proceso de aceptación con dificultad.

En este sentido, será importante que para aceptar la enfermedad se trabaje en buscar el confort en el cuerpo, realizando acciones que acerquen a la persona a su cuerpo, al autocuidado, y evitando aquellas que la alejen o que oculten la realidad.

En el caso de las infecciones de transmisión sexual (ITS) crónicas como el VIH y el VHB, la persona se conecta inmediatamente con el estigma social que las acompaña históricamente, invirtiendo mucha energía en esconderse incluso con las personas más cercanas, como la pareja. Será importante que poco a poco la persona consiga desconectarse del estigma social y conectarse con su estado de salud real, que inicialmente no suele presentar complicaciones y no lo hará si hay un buen control y seguimiento, al menos hasta que hayan pasado muchos años.

Por lo tanto, solo será importante tener en cuenta las medidas para evitar la transmisión a otras personas y el autocuidado del propio estado de salud y, sobre todo, no dejar de realizar las actividades de la vida diaria o lo que se desee.

 

8. Relaciones con otras personas

  • Con personas de un entorno cercano

    Para las personas con una infección de transmisión sexual (ITS), especialmente si es crónica o de larga duración, como es el caso de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis B (VHB), puede resultar difícil compartir los sentimientos que se derivan de la carga del diagnóstico. Sin embargo, será de vital importancia evitar el aislamiento y encontrar la manera de mantener el vínculo positivo con el entorno.

    Será importante que el entorno más cercano conozca el diagnóstico para que puedan entender sus sentimientos o, al menos, contar con una o algunas personas de confianza con quienes compartirlo, así como la forma en que se lleva a cabo el diagnóstico en el día a día, especialmente al principio, y cómo esto hace sentir a la persona. Es importante que estas personas sean empáticas y sensibles, y que puedan ofrecer apoyo aunque no compartan o no entiendan ciertos aspectos de la otra persona, es decir, acompañen sin juzgar.
  • Con la pareja

    Una persona con una ITS, especialmente si es crónica o de larga duración, como es el caso del VIH y el VHB, no debería tener ninguna dificultad añadida para encontrar pareja. Lo que realmente puede ser la causa de estas dificultades es el papel que desempeñará la aceptación de la nueva situación de salud o el impacto de los estigmas sociales en la persona. El nivel de autoestima y autoconcepto en términos generales será lo que pondrá barreras a la persona a la hora de querer acercarse o aceptar un acercamiento más íntimo con la persona que le gusta. Es importante que se valore a la persona en su conjunto, no solo como un diagnóstico de salud. Ni la infección ni el propio cuerpo deberían ser los actores principales, sino la persona con su conjunto de cualidades.

    Al comienzo de una relación de pareja, y cuando se esté seguro de los sentimientos mutuos, será importante encontrar una manera de explicarle a la otra persona que se tiene una ITS, de qué se trata y qué sentimientos están asociados con ella. Si la persona valora la relación, la situación de salud no será un problema, sino todo lo contrario: puede convertirse en un aliado que ayudará en todo el proceso y que se convertirá en un gran apoyo.

    Lee el apartado sobre Sexualidad.

9. Infecciones de transmisión sexual y COVID-19

Una persona con una infección de transmisión sexual (ITS), especialmente si es de larga duración o crónica, como la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y el virus de la hepatitis B (VHB), corre el mismo riesgo de infectarse por el virus que causa la COVID-19, el SARS-CoV-2, que una persona que no tiene ninguna ITS, independientemente del tratamiento que siga.

Por otro lado, es importante saber que la persona con una ITS que está en tratamiento y se ha infectado de COVID-19 no debe interrumpir el tratamiento. Sin embargo, debe consultar con el profesional de la salud para ver cuál es la recomendación que debe seguir.

Tener una ITS no predice un mal desarrollo de la COVID-19 en caso de infección. En cambio, el riesgo de empeoramiento aumentará debido a la presencia de comorbilidades como: enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades renales crónicas y cáncer. Solo en el caso de la infección por el VHB en personas con una carga vírica indetectable, ya sea porque ya la han pasado o porque están en tratamiento actual, habrá que prestar especial atención en el caso de complicaciones del SARS-CoV-2, ya que en este caso se suele tratar con fármacos inmunosupresores que podrían reactivar el virus de la hepatitis B.

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Etapas del ciclo vital
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Las infecciones de transmisión sexual (ITS) se pueden contraer desde el inicio de las relaciones sexuales. Algunas ITS también se transmiten por transmisión vertical o maternofilial, es decir, de la madre al bebé. En principio, más allá de la edad adulta, no hay cambios en la forma de abordarlas, pero sí es necesario prestarles una atención especial en la etapa de la adolescencia. La persona con una infección de transmisión sexual debe poder acceder a la información necesaria y adecuada para comprender todos los aspectos de la misma y poder adquirir un nivel óptimo de independencia en el cuidado y control de su salud.

1. Infecciones de transmisión sexual en la concepción, el embarazo, el parto y la lactancia; 2. Infecciones de transmisión sexual en la infancia; 3. Infecciones de transmisión sexual en la adolescencia; 4. Infecciones de transmisión sexual en la edad adulta y en la vejez.

 

1. Infecciones de transmisión sexual durante la concepción, el embarazo y la lactancia

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son diferentes trastornos de salud producidos por la infección o infestación de diferentes microorganismos vivos como virus, bacterias y otros parásitos que se transmiten de una persona a otra a través de relaciones íntimas o sexuales principalmente por la vía sexual, pero también por la vía sanguínea y vertical o maternofilial en el caso de alguna de estas.

Es importante recalcar que algunas de estas pueden transmitirse al feto en el momento de la concepción, el embarazo, el parto o la lactancia, y aunque no afectarían en ningún caso a la capacidad reproductiva de la persona que la tiene, sí podrían hacerlo los tratamientos que se estén tomando tanto antes como durante este periodo, además de provocar efectos no deseados en el feto o el recién nacido. Por lo tanto, es importante consultar con el equipo de salud.

1.1 Concepción; 1.2 Embarazo; 1.3 Parto; 1.4 Lactancia.

 

1.1 Concepción

En el caso de las infecciones de transmisión sexual (ITS) curables, si se quiere concebir, hay que tener en cuenta que si se hace durante una infección activa existe un alto riesgo de transmisión de esta, tanto a la pareja sexual como al feto a través de la placenta, por lo que no sería recomendable hacerlo. El momento recomendado sería después de la curación, y se debería consultar al equipo de salud exactamente en qué momento ya no habría riesgo.

Si se desea concebir si se está realizando un tratamiento para una infección de transmisión sexual curable, tanto si se trata de un hombre o de una mujer, el momento debería planificarse con la enfermera y con el especialista. En caso de estar tomando algún tratamiento, habría que valorar con el especialista si es compatible con la concepción y, en el caso de que no lo sea, cuánto tiempo habría que esperar una vez finalizado el tratamiento, tanto en la mujer, por sus efectos teratogénicos (malformaciones en el feto), como en el hombre, ya que este último podría ver reducido el recuento de espermatozoides. Por ejemplo, en el caso de los antivirales utilizados en el tratamiento del virus de la hepatitis C, sería necesario esperar hasta 6 meses después del final del tratamiento.

En el caso de las ITS crónicas, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis B, si se desea concebir, se debería consultar con los profesionales de la salud en qué momento y cómo sería más seguro hacerlo. En el caso del VIH, cuando se encuentra en un momento de carga vírica indetectable durante un período de más de 12 meses, el riesgo de transmisión del virus es muy bajo, pero no nulo. Otro método que podría usarse es la profilaxis previa a la exposición (PrEP), con la que la protección es casi completa pero no total.

Otros métodos de concepción pueden ser la reproducción asistida o la fecundación in vitro.

 

1.2 Embarazo

Es importante informar a la comadrona y al obstetra, desde la primera visita, de que se tiene una infección de transmisión sexual (ITS) y de los tratamientos que se han seguido o se están realizando. En cualquier caso, en el primer y segundo trimestre, se realiza un análisis de ITS a todas las mujeres embarazadas, de acuerdo con los protocolos establecidos.

En el caso de las ITS curables como la sífilis, además de afectar a la mujer embarazada, también se pueden transmitir al feto, pudiendo provocar sífilis congénita, aumentar el riesgo de aborto espontáneo o muerte fetal, o provocar ciertas malformaciones y discapacidad intelectual en el recién nacido. Por este motivo, deben tratarse lo antes posible y se recomienda el uso de preservativo para evitar la reinfección.

En cuanto al herpes genital, si hay antecedentes de infección, podría reaparecer un episodio durante el embarazo y se debería realizar un tratamiento, especialmente en las últimas semanas y hasta el parto, para prevenir episodios y favorecer un parto vaginal de forma segura. Si se sospecha que puede haber un contagio sexual, se recomienda el uso del preservativo desde que comienzan las molestias hasta que cicatrizan las úlceras y, especialmente, si las lesiones las presenta la pareja sexual.

En la infección por el virus del papiloma humano (VPH) durante el embarazo, pueden aparecer verrugas genitales o condilomas, que desaparecerán después del parto de forma espontánea o, si corresponde, se pueden eliminar con un láser. El VPH se considera una infección de bajo riesgo para el bebé y solo se recomendaría la cesárea si los condilomas obstruyen el canal de parto. En presencia de condilomas, se recomienda el uso de preservativo. Por otro lado, se recomienda la vacuna contra el VPH en las mujeres embarazadas.

En cuanto a las ITS crónicas, el virus de la hepatitis B no se transmite al feto ni le causa ningún daño, pero el virus de la inmunodeficiencia humana podría transmitirse al feto si la mujer embarazada se infectara durante este período o si ya lo estuviera y no siguiera ningún tratamiento. Es importante mantener una carga vírica indetectable en todo momento.

 

1.3 Parto

Durante el parto, el riesgo de transmisión de infecciones de transmisión sexual (ITS) es alto, por lo que será importante resolver previamente las que son curables y, para las que son crónicas, será necesario un seguimiento por parte de los profesionales de la salud.

En algunos casos, el recién nacido infectado puede presentar síntomas específicos. En otros, como la sífilis, la infección puede pasar desapercibida al nacer y provocar secuelas físicas y mentales permanentes en el bebé, o convertirse en una infección crónica.

En el caso del herpes genital, podría transmitirse al recién nacido durante el parto, especialmente si se trata de un primer episodio. La infección del recién nacido puede ser muy grave y aparecer a los pocos días del nacimiento, provocando lesiones en la piel, los ojos o el sistema nervioso central. En estos casos, para prevenir el contagio, se recomendaría una cesárea.

Tanto la clamidia como el gonococo podrían pasar desapercibidos durante el embarazo y transmitirse al recién nacido en el momento del parto, produciendo, sobre todo, una infección ocular grave, una infección pulmonar en el caso de la clamidia o una infección generalizada en el caso del gonococo. Para evitar las infecciones oculares, se recomienda aplicar a todos los recién nacidos una pomada para los ojos después del parto.

En el caso del virus de la inmunodeficiencia humana, el riesgo de transmisión es muy bajo si se hace un seguimiento, especialmente en los días previos al parto, para asegurarse de que la madre tiene una carga vírica indetectable. El riesgo aumenta si la bolsa de líquido amniótico se rompe mucho antes del parto, si el futuro recién nacido ingiere parte de este líquido, si el parto es engorroso y duradero o si no se limpia el interior de la boca del recién nacido al nacer. En las mujeres en las que se detecta carga vírica, se recomienda realizar una cesárea antes del inicio de las contracciones de parto.

En el caso del virus de la hepatitis B, el riesgo de transmisión durante el parto es muy alto, ya sea por vía vaginal o por cesárea. Este riesgo casi desaparece si se administran inmunoglobulinas específicas contra el virus de la hepatitis B al recién nacido inmediatamente después del parto y se inicia la pauta de vacunación profiláctica contra la hepatitis B. En el caso del virus de la hepatitis C, la transmisión durante el parto tiene un riesgo bajo, ya sea un parto vaginal o por cesárea. Sin embargo, este riesgo irá en relación con la carga vírica de la madre.

La coinfección por varias ITS aumentará el riesgo de transmisión al recién nacido durante el parto, por lo que será muy importante iniciar el seguimiento con el equipo de salud desde antes de la concepción.

 

1.4 Lactancia

No todas las enfermedades de transmisión sexual se transmiten a través de la leche materna. Será necesaria la valoración por parte del equipo de salud para evaluar el riesgo.

En el caso del virus de la inmunodeficiencia humana, dado que se elimina a través de la leche materna, presenta un alto riesgo de transmisión al recién nacido. Por lo tanto, se aconseja no dar el pecho. Sin embargo, si la madre tiene una buena adherencia al tratamiento antirretroviral y tiene una carga vírica indetectable, el riesgo de transmisión disminuye. Por este motivo, sería necesario valorar con el equipo de salud si se podría llevar a cabo la lactancia o no.

En cuanto a los virus de la hepatitis C y B, si la profilaxis posnatal se ha realizado correctamente, presentan un riesgo muy bajo, casi nulo, de transmisión a través de la leche materna. Por lo tanto, no se desalentaría la lactancia materna.

 

2. Infecciones de transmisión sexual en la infancia

2.1 Transmitidas por vía vertical o maternofilial; 2.2 Transmitidas por abuso sexual a menores.

 

2.1 Transmitidas por vía vertical o maternofilial

Algunas infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden transmitirse de madre a hijo/a verticalmente, como el virus de la inmunodeficiencia humana, el virus de la hepatitis B y C, la sífilis, el virus del papiloma humano, la Chlamydia trachomatis, el gonococo, el Treponema vaginalis o el virus del herpes simple.

Consultar el apartado sobre las ITS en la concepción, el embarazo, el parto y la lactancia.

En el caso de las ITS curables, el bebé infectado debe ser tratado de manera temprana, según los protocolos para cada una de las diferentes infecciones, para no presentar complicaciones posteriores. En los casos de niños de otros países en los que no ha habido seguimiento ni control de estas infecciones, el tratamiento debe abordarse lo antes posible.

En el calendario de vacunación aprobado en Cataluña y España se establecen las dosis necesarias para generar anticuerpos contra el virus de la hepatitis B, que se administra a partir de los 2 meses de vida con el fin de obtener una buena protección.

En el caso de las ITS crónicas, debe haber un buen control y un tratamiento adecuado de la infección, si corresponde, para así evitar complicaciones de salud. Esto permitirá al niño llevar una vida absolutamente normal.

Es importante que el niño participe en la administración del tratamiento. Es fundamental fomentar una buena relación con los profesionales de la salud que lo acompañan, ya sea la enfermera, el médico de atención primaria o el especialista.

A los niños se les debe explicar de manera comprensible cuál es la infección que tienen para que no se creen tabúes en torno a ellos. Se debe trabajar para aumentar su autoestima y evitar que se sientan avergonzados o cohibidos. Al mismo tiempo, más allá de los padres y la familia, los amigos cercanos del niño deben conocer y comprender la infección para normalizarla y poder acompañarlo en todo momento.

 

2.2 Transmitidas por abuso sexual a un menor

Según lo establecido en el «Pla funcional d’ITS. Protocol clínic. Àmbit Metropolità Sud», elaborado por la Generalitat de Catalunya (2018), el abuso sexual de menores, niños o adolescentes, es una realidad infradiagnosticada en nuestro entorno. Si a un niño o niña se le diagnostica una infección de transmisión sexual (ITS), lo cual es poco frecuente, se trata de un indicador claro de abuso sexual. Este problema es más común en las niñas que en los niños. Si existe tal sospecha, es necesario derivar a una unidad especializada para completar el diagnóstico de manera multidisciplinaria, donde se evaluará el entorno social, el estado psicológico y los posibles datos de la exploración física.

Desde el punto de vista de las ITS, el diagnóstico en la infancia será el mismo que para el adolescente y el adulto, aunque no estarán indicadas ciertas técnicas.

En cuanto al tratamiento profiláctico de las ITS en el niño prepúber, es decir, que aún no ha entrado en la pubertad, generalmente estará contraindicado si está asintomático y tendrá que ser valorado por los profesionales del equipo de salud.

 

3. Infecciones de transmisión sexual en la adolescencia

Desde el punto de vista de los aspectos más físicos, tanto los mecanismos de transmisión como las manifestaciones clínicas, el diagnóstico y el tratamiento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) en el adolescente no difieren de los del adulto.

Lo más destacado en esta etapa vital es la vulnerabilidad que presenta el adolescente frente a las ITS. En esta etapa se vive un desarrollo psicosocial y un aumento de la autonomía y la capacidad de tomar decisiones que pueden llevar al adolescente a exponerse a situaciones de riesgo, en este caso a contraer ITS.

Por otro lado, la adolescencia es una etapa de la vida en la que, aparte de una serie de cambios físicos, se produce un posicionamiento y una reafirmación de la persona en su entorno como un ser social en el que se definirá su personalidad. Este momento vital requiere una cierta fortaleza interna, que podría verse disminuida, o al menos no alterada, ante el proceso de aceptación de una nueva situación de salud en caso de que el adolescente se infecte con una ITS.

Según lo establecido en el «Pla funcional d’ITS. Protocol clínic. Ámbit Metropolità Sud», elaborado por la Generalitat de Catalunya (2018), es un factor de riesgo la edad temprana de las relaciones sexuales y el tiempo transcurrido desde el inicio de las mismas. Así, se ha observado que el 25 % de los chicos y chicas en el primer año de relaciones sexuales presentan la primera ITS, con frecuentes recidivas. Según la encuesta de 2016 sobre los Factores de Riesgo en la Escuela Secundaria (FRESC) entre adolescentes de la ciudad de Barcelona, el 25,1 % de los chicos y el 22,7 % de las chicas de 4.º de la ESO habían tenido alguna relación sexual con penetración, y en el segundo año de bachillerato y en los ciclos formativos de grado medio, la cifra aumentaba hasta el 53,7 % en el caso de los chicos y hasta el 52,8 % en las chicas, con un porcentaje superior al 80 % que habían utilizado un método anticonceptivo eficaz (preservativo, píldora o anillo vaginal) en la última relación sexual con penetración. El preservativo sigue siendo el método anticonceptivo más utilizado, aunque está en declive, a diferencia de la píldora del día después, que ha aumentado en los alumnos de 4.º de la ESO, en la que los chicos afirman haberla usado en un 17,0 % y las chicas en un 23,0 %.

Hacer controles rutinarios en el adolescente sobre las probabilidades de contraer ITS es fundamental, aunque muchas veces no ocurre, ya que, a pesar de reconocer el concepto de menor maduro, existen dudas por parte de los adolescentes sobre la confidencialidad y la privacidad, lo que puede convertirse en una barrera a la hora de buscar consejo médico.

El profesional de la salud debe ser cuidadoso al hacer una anamnesis en términos de sexualidad, pero al mismo tiempo claro, directo, explícito, no debe tener prejuicios y también debe incluir aspectos sobre el riesgo de contraer ITS. Debe tenerse en cuenta que al realizar una exploración física de la zona genital puede haber malestar por parte del adolescente, especialmente en las chicas.

Se recomendará un cribado para detectar la clamidia y el gonococo en la adolescente sexualmente activa asintomática.

Cuando la adolescente ha sido víctima de abuso sexual o informa que ha tenido una relación sexual de riesgo, se debe aplicar el protocolo de profilaxis de las ITS y, si es necesario, de acuerdo con los criterios del protocolo, también el tratamiento profiláctico del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

En el caso de los adolescentes diagnosticados de una ITS, especialmente en el caso del VIH, será importante acompañar al adolescente para que no organice su vida en función de la enfermedad, sino que se sienta como cualquier adolescente capaz y digno de hacer todo lo que se proponga. Será conveniente que aprenda a vivir esta nueva situación de salud como algo que forma parte de la vida de la persona, no como lo que la define o contra lo que es necesario luchar o huir.

Forma parte del cuidado de la salud ayudar a entender la responsabilidad que conlleva la posibilidad de transmisión si no se tienen en cuenta las medidas de protección. También es importante la comunicación con los padres del adolescente, quienes en la mayoría de los casos también deberán pasar por un proceso de aceptación de la nueva situación de salud y serán quienes deberán acompañarlo desde una posición activa y respetuosa.

Es interesante conocer a otras personas del mismo grupo de edad que se encuentran en la misma situación de salud y poder formar parte de un colectivo o una red asociativa en torno a ella, para así encontrar puntos en común y compartir tanto los problemas e inquietudes como los aspectos positivos.

Para evitar el aislamiento que puede provocar la nueva situación de salud, podría ser interesante que el adolescente comparta, explique e incluso se involucre en la difusión de información veraz sobre la enfermedad, y así evitar la estigmatización debida a la desinformación.

 

4. Infecciones de transmisión sexual en la edad adulta y en la vejez

Las personas con infecciones de transmisión sexual (ITS) curables no suelen presentar alteraciones ni complicaciones en sus ciclos hormonales una vez la infección ha sido tratada y curada, en el caso de que se haya abordado antes de la aparición de los trastornos relacionados.

Las personas con ITS crónicas sometidas a tratamiento y seguimiento por parte del equipo de salud tampoco verían alterados sus ciclos hormonales más allá de la casuística personal, como ocurriría con las personas no infectadas, siempre y cuando no hubieran aparecido trastornos relacionados antes de iniciar el tratamiento y el seguimiento.

El adulto mayor con una infección de transmisión sexual crónica, como el virus de la inmunodeficiencia humana, no tendrá diferencias degenerativas específicas por este motivo en comparación con un adulto mayor que no la tenga.

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Situaciones de vida relacionadas
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Es importante conocer el manejo de las infecciones de transmisión sexual (ITS) en diferentes situaciones de la vida:

1. Sexualidad; 2. Vacunaciones; 3. Donaciones de sangre y tejidos; 4. Madres y padres con hijos con una infección de transmisión sexual; 5. Vivir con una persona con una infección de transmisión sexual; 6. Ámbito laboral; 7. Derechos y deberes; 8. Asociaciones y grupos de apoyo.

 

1. Sexualidad

La persona con una infección de transmisión sexual (ITS) curable, antes y durante el tratamiento, debe tomar precauciones al tener relaciones sexuales, ya que podría transmitir la infección a sus parejas sexuales. Una vez que la infección esté curada, como cualquier otra persona, tendrá que tomar las precauciones habituales para no volver a infectarse.

La persona con una ITS crónica o prolongada, del mismo modo, debe tomar precauciones al tener relaciones sexuales, ya que podría transmitir la infección a sus parejas sexuales y también coinfectarse de otras. Vale la pena conocer los métodos de protección actuales y valorar el mejor uso de los mismos.

Más allá del riesgo de transmisión asociado a las relaciones sexuales, desde el momento del diagnóstico aparecerán muchos factores que influirán en la gestión de la propia sexualidad en las personas con una ITS, así como en sus parejas sexuales:

1.1 Estigma social,1.2 Lesiones genitales,1.3 Baja autoestima,1.4 Tratamientos que modifican la libido.

 

1.1 Estigma social:

El diagnóstico de una infección de transmisión sexual suele ser, al menos, impactante. Algo que marca un antes y un después, no solo por las implicaciones que uno cree que tendrá en la propia salud física, sino también por las implicaciones relacionales, tanto con el entorno más cercano e íntimo como con el resto de las personas en general. Todo esto es consecuencia del estigma social histórico que existe para algunas de las infecciones de transmisión sexual (ITS), porque hoy en día la mayoría de estas son curables con relativa rapidez y facilidad, y las que se cronifican, gracias al tratamiento y al seguimiento, tienden a tener una buena evolución.

Este estigma social afecta principalmente a la esfera sexual de la persona que tiene la ITS, ya que esta, durante el proceso de aceptación del nuevo estado de salud, posiblemente verá afectada la visión de la propia sexualidad.

Históricamente, las ITS en general han tenido largos períodos de mal pronóstico, provocando lesiones y complicaciones dolorosas e incluso la muerte, como es el caso de la sífilis primero y del virus de la inmunodeficiencia humana después. La falta de tratamientos eficaces abocaba a las personas que se infectaban a enfermedades derivadas de ellas y, especialmente, a los juicios morales de la época.

Las personas que desarrollaban estas enfermedades y complicaciones eran juzgadas por su moralidad y excluidas de la sociedad por miedo al contagio.

La ignorancia y la desinformación de las comunidades sociales y el uso de la moralidad por parte de los poderes opresores de los estamentos religiosos y políticos han sido, a lo largo de la historia, la base del estigma, aún actual, de la mayoría de las ITS.

Hoy en día, a pesar de disponer de fuentes de información veraces y accesibles para todos, todavía existe un rechazo y un miedo inicial hacia las ITS, un hecho que desaparece cuando se informa a la persona de la facilidad de tratamiento y de la buena evolución de estas infecciones.

 

1.2 Lesiones en la zona genital:

Las lesiones en el área genital que pueden ocurrir en algunas de las infecciones de transmisión sexual pueden provocar picor, escozor o ardor, así como una disminución de la elasticidad de la piel que incluso puede llegar a provocar grietas o heridas. Estas pueden aparecer tanto en la piel de la zona púbica como en la zona perineal o en las mucosas de la zona interna de la vagina o el ano.

Estas lesiones pueden llegar a dificultar las relaciones sexuales. Se debería reducir la fricción con lubricantes, evitar las telas de licra o sintéticas, siendo mejor de algodón y transpirables, además de garantizar una buena higiene de la zona íntima pero evitando una higiene excesiva (menos de 2 veces al día, incluidas las duchas), y el uso de toallitas íntimas.

Será de gran importancia seguir el tratamiento, tanto oral como tópico en el caso de que se recomiende, para la curación de las lesiones de la zona íntima.

 

1.3 Baja autoestima:

Existe una creencia errónea que relaciona la satisfacción sexual con el atractivo físico normativo construido desde las grandes empresas de publicidad, no a partir de la realidad de las personas.

El diagnóstico de una infección de transmisión sexual puede provocar un cambio en la imagen corporal, ya sea por la aparición de lesiones en la zona íntima o por el estigma que todavía acompaña a estas infecciones en la actualidad, pudiendo influir en la autoestima de la persona.

Cuando esta disminuye, puede llevar a la no aceptación del propio cuerpo, a la vergüenza y al miedo al rechazo por parte de los demás. Esto puede hacer que la persona evite el contacto íntimo con otras personas. Será muy importante generar una relación de confianza antes de tener relaciones íntimas, y será recomendable poder hablar sobre ello y compartirlo con la pareja sexual y expresar lo que se siente y lo que se necesita para que ambas personas puedan actuar con respeto y comprensión.

Aun así, habrá personas que tal vez no estén preparadas o no quieran compartirlo con sus parejas sexuales porque no se han establecido vínculos de confianza.

 

1.4 Tratamientos que disminuyen la libido o provocan disfunción eréctil

Consultar con un profesional de la salud acerca de los posibles efectos adversos relacionados con la libido y la funcionalidad sexual si se sospecha que puedan estar relacionados con el tratamiento que se está siguiendo.

El tratamiento de la esfera sexual de las personas que tienen una infección de transmisión sexual, ya sea curable o crónica, es algo de suma importancia, y no siempre se hace debido a que todavía existen tabúes a la hora de abordar este tema, tanto por parte de la persona como por parte del profesional de la salud. Cuando una persona presente alteraciones en este sentido, deberá comunicárselo al especialista, al médico o enfermera y, si procede, se requerirá un abordaje multidisciplinar.

 

2. Vacunaciones

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) en sí mismas no presentan ninguna contraindicación para la vacunación, tanto con las vacunas convencionales y periódicas como con las excepcionales. Las precauciones a este respecto siempre estarán relacionadas con el tratamiento que se esté siguiendo.

Será necesario consultar con los profesionales del equipo de salud si se recomienda la vacunación en cada enfermedad y si alguno de los tratamientos que se están siguiendo puede influir en ella.

En el caso de personas con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, se recomienda garantizar la vacunación para:

Por otro lado, hoy en día existe la vacunación para prevenir algunas ITS, que habrá que tener en cuenta:

 

3. Donaciones de sangre y tejidos

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) curables, por lo general, pasado el tiempo establecido por los protocolos de donación una vez que la infección ha sido tratada y curada, no limitan a la persona a la hora de poder donar sangre o tejidos. Sin embargo, en algunas personas no será posible donar, como por ejemplo en el caso de la sífilis o el virus de la inmunodeficiencia humana. En el caso de las parejas sexuales de una persona con una ITS, también pueden existir ciertas limitaciones a la hora de hacer una donación. Por este motivo, se recomienda consultar directamente con el Banco de Sangre y Tejidos (hacer clic aquí para consultar si se puede donar).

 

4. Madres y padres con hijos con una infección de transmisión sexual

El adolescente al que se le haya diagnosticado una infección de transmisión sexual (ITS), especialmente si es crónica, necesitará el acompañamiento del equipo de salud para poder abordar su nueva situación de salud, así como para saber cuáles son los cuidados y las precauciones que deberá tener en cuenta. Asimismo, este acompañamiento debe hacerse con su entorno familiar más cercano: padres y hermanos. A cada uno le generará unas dificultades y desarrollará mecanismos para poder elaborar su propio proceso de aceptación.

Antes de intentar entender la experiencia de los padres con un hijo adolescente con una ITS, será importante saber cómo se siente este con el diagnóstico respecto a sus padres:

  • El adolescente experimentará la enfermedad de una manera y los padres la experimentarán de otra. Por lo tanto, es posible que no estén en el mismo nivel de aceptación psicoemocional, y esto puede generar conflictos a la hora de gestionar las emociones. En ocasiones, los padres tienen más dificultades para aceptar un diagnóstico, especialmente en las ITS crónicas o de larga duración, y se sienten más afectados y pueden extrapolar este sentimiento en el adolescente en lugar de intentar valorar de forma objetiva la vivencia del mismo.
  • En el adolescente con padres sobreprotectores, si no aprende a enfrentar los desafíos vitales que puedan surgir, carecerá de recursos en el futuro. Dependiendo de la forma en que los padres se involucren en la gestión de la infección, el adolescente, en lugar de evolucionar hacia una persona autónoma, independiente y con capacidad de autogestión, puede convertirse en una persona dependiente de los cuidados y las decisiones de sus padres.

Los padres, por otro lado, también experimentarán sentimientos propios que los influirán en la gestión de la ITS de su hijo o hija. Como este o esta, también tendrán que elaborar su propio proceso de aceptación. Algunos de los sentimientos que se pueden manifestar son:

  • Miedo, por la evolución de la infección y por la experiencia del hijo o hija. En resumen, miedo por el posible sufrimiento del hijo o la hija.
  • Confusión, especialmente si no se conoce a nadie cercano de quien se pueda conocer su experiencia.
  • Culpa y responsabilidad propia por no haber podido evitar que el hijo o la hija se hayan infectado.
  • Enfado y negación de la infección del hijo o hija. A veces incluso crean tabúes en torno a ella y no permiten que la gente hable sobre algunos temas que el hijo o la hija pueden necesitar compartir. Esto suele ocurrir cuando los padres no aceptan el diagnóstico.
  • Frustración, si la mejoría es lenta.
  • Sobreprotección del hijo o la hija, distanciándolo/a de la responsabilidad del autocuidado y de la toma de decisiones, y necesidad de aislarlo/a del mundo para evitar el sufrimiento de enfrentarlo.
  • Necesitad de saber todo sobre la infección de transmisión sexual, a veces incluso buscando otro diagnóstico o remedios milagrosos.
  • Dificultad para tomar decisiones sobre el tratamiento por miedo a cometer un error o a sentirse cuestionados por su entorno o por los profesionales de la salud.
  • Tristeza, transmitiéndola en el entorno familiar y provocando actitudes obsesivas en el hijo o hija.
  • Distanciamiento físico debido a la creación de ciertas barreras emocionales, permitiendo el contacto físico únicamente en la aplicación de cuidados o tratamientos. Esto provocará un sentimiento de rechazo inconsciente.
  • Conflictos de pareja por desacuerdos a la hora de involucrarse en el cuidado y a la hora de tomar decisiones.

Como tercer elemento, estarán los hermanos, que también tendrán que elaborar su propio proceso de aceptación y tendrán la necesidad de participar activamente en situaciones familiares en las que la infección del hermano sea el foco. Estos pueden manifestar:

  • Envidia y celos al sentir que el hermano que tiene la infección parece tener más privilegios y recibe más atención por parte de los padres y del entorno en general.
  • Resentimiento hacia los padres por no dedicarle el mismo tiempo que al hermano.
  • Necesidad de fingir enfermedades, crear situaciones conflictivas, enojarse e irritarse con facilidad, o incluso tener una actitud agresiva y hostil para castigar a los padres por no sentir igualdad de trato. Todos estos suelen ser comportamientos inconscientes.

 

Algunas de las recomendaciones que pueden ayudar a los padres a gestionar mejor la enfermedad del hijo o hija y que, al mismo tiempo, permiten fortalecer las relaciones entre los miembros de la familia son:

  • Hablar abiertamente sobre la infección con el hijo o hija y sus hermanos y sobre los sentimientos que esta provoca.
  • Nunca castigar cuando se trate de problemas relacionados con la infección, ni utilizar los tratamientos o las visitas a profesionales de la salud como castigo.
  • Implicarse por igual en el acompañamiento.
  • Aprovechar los conocimientos sobre las ITS, buscar información en fuentes fiables
  • Vivir el presente y evitar obsesionarse con lo que pueda venir.
  • Evitar la negatividad y fomentar el optimismo.
  • Buscar el acuerdo entre ambos progenitores y evitar conflictos.
  • Abordar la infección como una característica más del adolescente, pero no como el único rasgo que lo identifica y como algo a lo que hay que cuidar y prestar atención.
  • Tratar al adolescente con normalidad.
  • Mostrar al adolescente que no es la única persona con dificultades, que todos tienen algo que tienen que vigilar y que muchas personas, aunque no lo parezca, también pueden tener algún trastorno al que prestar atención.
  • Fomentar la independencia y el autocuidado.
  • Manifestar las emociones, ser afectuosos y afectivos, abrazar y nunca evitar el contacto ni limitarlo solo a las curas. El tacto será fundamental para la relación y para el vínculo afectivo entre los miembros de la familia.
  • Acompañar al hijo o hija, ayudarle y, a medida que crezca y madure, dejar que tome sus propias decisiones y que poco a poco vaya asumiendo más responsabilidades.
  • Motivar al hijo o hija para que no deje de hacer lo que quiere y, si no puede, ayudarle a buscar alternativas.
  • Estar disponibles emocionalmente para cuando el hijo o la hija necesite compartir sus sentimientos, sin crear tabúes.

 

5. Convivir con una persona con una infección de transmisión sexual

Todas las personas, incluidas las que tienen una infección de transmisión sexual (ITS), son seres sociales, en mayor o menor medida, convivirán o se rodearán de otras personas.

Las personas con trastornos crónicos, como las ITS crónicas, aunque estos no alteren el día a día de la persona, tienden a no querer preocupar a los demás por las complicaciones que pueden acompañar a la infección. Esta no sería la situación ideal. Tanto si la infección está bien controlada como si no, la persona debe poder compartir su vivencia de salud con alguien cercano y de confianza. Será de gran importancia, no solo para el bienestar emocional sino también para el proceso y para el control de la infección, que la persona pueda sentirse acompañada y que pueda recibir comentarios positivos del entorno.

La noticia del diagnóstico de una ITS hace que en ocasiones surjan situaciones y circunstancias negativas en las relaciones que la persona tiene con su entorno.

La familia suele ser el apoyo directo de la persona con una ITS y, en concreto, siempre habrá una persona que será el apoyo principal y que tendrá que soportar la carga del acompañamiento, especialmente si surgen dificultades. También formarán parte del mismo el entorno cercano, como los amigos más cercanos, o las personas del entorno más institucional, como los profesionales de la salud, las organizaciones no gubernamentales o los grupos de ayuda.

Quienes conviven con una persona con una ITS o están cerca de ella deben tener en cuenta que:

  • Están viviendo con una persona que está pasando por un momento difícil.
  • La persona puede demandar más atención, hecho que podría provocar el recelo de otros miembros como hermanos, hijos, pareja, etc., y estos, aunque quizás de forma involuntaria, pueden expresar cierto resentimiento.
  • La nueva situación de salud puede provocar cambios relacionales y de roles dentro de la familia debido a la no aceptación, lo que podría desestabilizar a todos los miembros y forzar la creación de nuevos roles.
  • Pueden producirse cambios en el ámbito socioeconómico, tal vez por la renuncia a ciertas actividades, el miedo al rechazo o el estigma.
  • Es habitual sentir malestar, sobre todo al principio, sentimiento de culpa, frustración, impotencia, etc.
  • La persona con ITS puede mostrarse distante, física y emocionalmente. Por ejemplo, la sexualidad puede verse afectada en la pareja.

Vivir con una persona con ITS significará acompañarla en la superación de las fases del proceso de adaptación, entendiendo que en algunos momentos negará la infección, buscará remedios milagrosos, estará triste y puede volcar su rabia por la infección de manera injusta hacia la familia y el entorno cercano. Todo esto será necesario para seguir avanzando en esta aceptación. En ocasiones, la ira se dirige hacia las personas de confianza, precisamente porque se sabe que podrán contenerla e incluso tomarla como una reafirmación del vínculo. También debe entenderse que no todas las personas tendrán la misma tolerancia ante las dificultades.

Si la persona afectada es un adolescente, puede haber dificultades en la relación con los hermanos y entre los padres debido a desacuerdos a la hora de acompañarlo en la toma de decisiones.

La pareja de la persona con una ITS puede sentir la necesidad de huir e incluso sentir rechazo o pena en momentos puntuales. En ocasiones, la infección puede preocupar más a la pareja que a la persona que la tiene, y la impotencia de no conseguir la implicación de la persona que la tiene puede provocar desacuerdos.

La persona que conviva directamente con alguien que ha recibido un diagnóstico reciente de una ITS debe, con respecto a la persona con una infección de transmisión sexual:

  • Tener paciencia con los cambios de humor, ya que no son contra la persona, sino contra la infección.
  • No presionar para seguir las recomendaciones, los controles o los tratamientos. Respetar la capacidad de decisión de quien tienen la ITS.
  • Respetar que la persona necesita en algún momento olvidarse de la infección y concederse un pequeño descanso.
  • Nunca tomar decisiones por la otra persona.
  • Evaluar otros aspectos de la vida más allá de la infección.
  • Escuchar y mostrar empatía.

Y, con respecto a sí misma, debería:

  • Disfrutar de sus propios momentos y de su independencia, aunque se esté pasando por un momento difícil.
  •  Vivir el presente y disfrutarlo, y no pensar solo en lo que podría pasar.
  • Vivir la infección como parte de la vida, pero no como lo único o lo que la dirige.
  • Compartir sus sentimientos con sinceridad, sean buenos o no tan buenos, y también sus dudas e inquietudes.

 

6. Ámbito laboral

Las personas con una infección de transmisión sexual (ITS) pueden sentir dificultades añadidas en el ámbito laboral y profesional, sobre todo relacionadas con el estigma histórico que estas provocan socialmente todavía a día de hoy.

Los trastornos crónicos, especialmente si tienen limitaciones asociadas, provocan un impacto negativo en la situación laboral de las personas que los padecen. Además, esto se agrava en grupos con factores de vulnerabilidad, como el bajo nivel educativo, ser mujer o en profesiones muy exigentes. Según el documento «Situación laboral de las personas con infección por el VIH en España» publicado en 2018 por el Plan Nacional sobre el Sida del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, según estudios realizados a principios de la década de 2000, se determinó que la infección por el VIH dificultaba el acceso, el mantenimiento y la reinserción laboral del grupo de edad más productivo de la población activa debido a la gravedad de la enfermedad y a la discriminación asociada al diagnóstico. En la actualidad, con los avances en el tratamiento de la infección, las personas diagnosticadas de VIH han mejorado su calidad y esperanza de vida y pueden llevar una vida saludable y contribuir a la fuerza laboral de las comunidades. Según los datos de 2021 del registro de vigilancia epidemiológica en España, más del 97 % de los nuevos casos de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se encuentran en edad laboral (16-64 años). Más datos presentados en este informe se refieren a una encuesta realizada a una muestra con una representación moderada de la población con VIH residente en España, en la que se concluye que las personas con este diagnóstico tienen diferencias en el acceso al mercado laboral según el nivel académico, siendo únicamente aquellas con un nivel educativo bajo las que realmente presentan tasas de desempleo superiores a las de la población general. Por otro lado, es evidente una mayor brecha de género en esta población, siendo las mujeres con la infección las presentan un menor nivel de educación, una mayor incapacidad laboral, una mayor duración del desempleo y un mayor porcentaje de empleos a tiempo parcial.

En ocasiones, una ITS crónica podría utilizarse como elemento de exclusión en algunas profesiones o en el acceso a algunos puestos de trabajo, sin una explicación médica plausible. Pero la realidad es que las personas con VIH pueden desempeñar cualquier ocupación con la misma capacidad que cualquier otra persona, sin tener la obligación legal de comunicar el estado serológico ni a la empresa ni a las personas del entorno laboral. Los servicios de prevención de riesgos laborales o las mutualidades no deben informar a la empresa de este diagnóstico. El derecho a la intimidad es un derecho fundamental protegido por la Constitución española y también incluido en el Estatuto de los Trabajadores entre los derechos laborales individuales básicos.

Por lo tanto, es muy importante no permitir que se etiquete a las personas en función de un diagnóstico, sino hacer valer sus capacidades de manera objetiva a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Hay que tener en cuenta en todo momento que los trabajadores, tengan o no un trastorno crónico, disfrutan del derecho a poder compaginar la vida laboral con su propio control de la salud. También será interesante en algunos casos, con el apoyo de las asociaciones de pacientes, luchar contra las administraciones y presionarlas para que cambien aquello que vulnere estos derechos.

 

7. Derechos y deberes

En ocasiones, las personas pueden sentir que se vulneran sus derechos como ciudadanos en relación con su salud. Además, en ocasiones, no se sabe cuáles son los deberes de cada uno. Para saber a qué se tiene derecho, a qué se puede acceder, qué se puede esperar del sistema de salud y de los profesionales que trabajan en él y, al mismo tiempo, qué forma parte de las responsabilidades de los ciudadanos, se puede consultar:

Derechos y deberes de los ciudadanos 
 

8. Asociaciones y grupos de apoyo

Las asociaciones de personas afectadas por un trastorno de salud, o en este caso que tienen una infección de transmisión sexual (ITS), son organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan por el empoderamiento de las personas y su entorno, ofreciendo apoyo e información veraz.

Hoy en día existen muchas asociaciones dirigidas a estas personas. La Generalitat de Catalunya recomienda toda una serie de asociaciones y centros a los que acudir no solo en caso de infección por el VIH, sino también de otras infecciones de transmisión sexual.

Hacer clic en: Dónde dirigirse.VIH/ SIDA.Canal Salut

La acción y la presencia de estas asociaciones influyen positivamente en la calidad de vida de las personas con una ITS. Las personas que tienen un vínculo con ellas suelen estar más y mejor informadas y sentirse más y mejor acompañadas, no solo por los profesionales de la salud que trabajan en ellas, sino también por otras personas en la misma situación que forman parte, ya sea como voluntarias o como colaboradoras. También se ha observado que estas asociaciones a veces pueden convertirse en una herramienta terapéutica que los propios profesionales de la salud (médico, especialista, enfermera...) pueden utilizar para ayudar a mejorar la gestión del estado de salud.

 

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Problemas de salud relacionados
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Las infecciones de transmisión sexual (ITS), más allá del diagnóstico de estas, pueden acompañar o ir acompañadas de trastornos o complicaciones.

Los problemas de salud relacionados con las ITS se pueden dividir en:

1.    Comorbilidades o enfermedades prevalentes asociadas 

2.    Trastornos psicológicos asociados 

3.    Hábitos de vida poco saludables relacionados  

1. Comorbilidades o enfermedades prevalentes asociadas

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) curables, si se detectan y curan a tiempo, no dejarán secuelas.

Según el "Pla funcional d’ITS. Protocol clínic. Ámbit Metropolità Sud", elaborado por la Generalitat de Catalunya, las ITS se convierten en un importante problema de salud pública debido a:

  • Alta morbilidad. Son la segunda causa entre las enfermedades infecciosas declaradas en Europa, después de las infecciones respiratorias.
  • La discapacidad y las secuelas producidas si no hay un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado. Por ejemplo, en el caso de la clamidia y la gonorrea o gonococia, con enfermedad inflamatoria pélvica, embarazos ectópicos e infertilidad; o, en el caso de los hombres, afectación de los testículos, la próstata y la uretra. Y, en el caso de la sífilis, si esta permanece latente y asintomática, con el tiempo podría provocar la afectación del tejido nervioso o vascular.
  • La relación con otros trastornos de salud, por ejemplo con el virus del papiloma humano o con los cánceres de cuello uterino, anal, vulvar y bucal, así como el de pene en los hombres.
  • La transmisión transplacentaria o vertical en mujeres embarazadas, que provoca complicaciones asociadas en la mujer y en el feto/bebé.
  • Transmisión en el parto o en la primera etapa de la vida debido a la estrecha relación entre la madre y el bebé, lo que provoca a este último complicaciones oculares y pulmonares, entre otras.
  • El aumento de la coinfección por el VIH en personas que tienen otras ITS.

 

2. Trastornos psicológicos asociados

Ansiedad y depresión

El diagnóstico reciente de una infección de transmisión sexual, especialmente en el caso de infecciones crónicas o de larga duración, puede dar lugar al desarrollo de trastornos psicológicos de ansiedad y depresión. Este hecho podría tener lugar por motivos muy diversos, pero, en cualquier caso, se observa una relación de estos trastornos con la aceptación del diagnóstico y la autoestima, con el estigma social histórico y también con el control de la enfermedad. Muchas personas identifican tener rasgos depresivos o de ansiedad pero los incorporan en su día a día sin buscar una solución. Será importante hablar con el equipo de salud si se observan síntomas de desánimo o ansiedad y, si procede, se debe derivar al profesional de la salud especializado, ya sea psicólogo o psiquiatra, y realizar un seguimiento multidisciplinario.

 

3. Hábitos de vida relacionados

Consumo de tabaco y alcohol

Existe una relación entre el elevado consumo de drogas legales e ilegales y los grupos de personas con una mayor prevalencia de infecciones de transmisión sexual. Será importante tener en cuenta los factores y las conductas de protección.

 

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Factores y conductas de protección
pP@)

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son diferentes trastornos de salud producidos por la infección de diferentes microorganismos vivos, como virus, bacterias y otros parásitos, que se transmiten de una persona a otra a través de las relaciones íntimas o sexuales.

Las ITS son evitables, pero hay varios factores que pueden poner a la persona en riesgo de contraerlas o, en el caso de que ya las tenga, precipitar los trastornos derivados de ellas.

Por lo tanto, será importante conocer y promover ciertos factores y ciertas conductas de protección para ayudar tanto a la prevención como al control de la infección y/o sus trastornos derivados, si los hubiera.

 

1. Medidas de prevención primaria; 2. Medidas de prevención secundaria.

 

1. Medidas de prevención primaria

Las medidas de prevención primaria en las ITS se refieren a aquellas que evitarán contraer cualquiera de las infecciones antes mencionadas mediante el contacto sexual o íntimo a través de la modificación de las conductas de riesgo. Será importante conocer la siguiente información relacionada:

1.1 Métodos preventivos: de barrera y otros métodos de profilaxis previa a la exposición (PrEP); 1.2 Vacunación; 1.3 Exposición a factores de riesgo; 1.4 Cribado de infecciones de transmisión sexual.

 

1.1 Métodos preventivos: de barrera y otros métodos de profilaxis previa a la exposición (PrEP)

Existen varios métodos para prevenir la transmisión de las ITS:

Abstinencia y exclusividad sexual; métodos de barrera; métodos de protección previa a la exposición (PreP).

1.1.1 Abstinencia y exclusividad sexual:

Aunque no es una decisión tomada por todos, el método que reduce por completo la posibilidad de contagio y transmisión por vía sexual es la abstinencia de las relaciones sexuales y la relación exclusiva entre dos personas no infectadas.

En cuanto al número de parejas sexuales, el riesgo de contraer algunas ITS está directamente relacionado con el número de parejas sexuales. Un mayor número de parejas sexuales diferentes se corresponde con un mayor número de exposiciones, una mayor exposición a personas potencialmente infectadas y un menor control sobre quién ha tenido conductas de riesgo.

 

1.1.2 Métodos de barrera:

Los métodos de prevención de barrera que existen en la actualidad y que protegen eficazmente contra el virus de la inmunodeficiencia humana y contra la mayoría de las demás ITS son los preservativos. Hay diferentes tipos de preservativos: Preservativo masculino; preservativo femenino.

  • Preservativo masculino:

    El preservativo masculino es y ha sido históricamente el método de barrera más eficaz para prevenir las ITS. Si se usa de manera correcta y sistemática, protege contra el virus de la inmunodeficiencia humana, el gonococo, la sífilis, las infecciones, la clamidia, las tricomonas y el herpes genital. En otras ITS, como la infección por el virus del papiloma humano, no es 100 % eficaz, pero sí reduce significativamente el riesgo de contagio.

    Hay personas que tienen una hipersensibilidad o incluso alergia al látex, que se manifiesta desde una afectación local, con urticaria o angioedema, hasta trastornos respiratorios, como rinitis o asma por inhalación de polvo de látex, o incluso pueden derivar en un cuadro generalizado grave de anafilaxia. En este caso, se deben usar preservativos de poliuretano o vinilo.

    Recomendaciones sobre el uso del preservativo masculino:
    • Usar siempre preservativos de látex, poliuretano o vinilo.
    • Utilizar un preservativo nuevo para cada relación sexual con penetración.
    • No reutilizarlo nunca.
    • Colocarlo en el momento de la erección y antes de la penetración, evitando que quede aire en el extremo.
    • Retirarlo después de la eyaculación, evitando que el contenido se derrame.
    • Cuando se retire el pene de la vagina o el ano, después de la eyaculación, sostener el extremo del preservativo para evitar que se quede dentro.
    • Si se usan junto con lubricantes, estos solo deben ser a base de agua o silicona
    • En caso de rotura, si es antes de la eyaculación, retirarlo y colocar uno nuevo inmediatamente. Si es después, será necesario ir a una farmacia para solicitar un tratamiento poscoital en caso de conocer el estado serológico de la pareja (parejas sexuales de bajo riesgo), o a un centro de salud de urgencias para valorar la posibilidad de un tratamiento profiláctico posterior a la exposición (PEP), si se desconoce el estado de salud o serológico de la pareja (parejas sexuales de alto riesgo).
    • Guardar los preservativos en un lugar oscuro y fresco.
    • Tirar los preservativos, ya sean usados o no, a la basura.
    • Si se usan juguetes sexuales, también se requerirá el uso del preservativo en las diferentes parejas.
    • No utilizar junto con el preservativo femenino.
  • Preservativo femenino:

    El preservativo femenino de poliuretano o nitrilo, al igual que el preservativo masculino, reduce significativamente el riesgo de infección y transmisión de las ITS.El uso de este preservativo, según lo recomendado por el fabricante, solo se recomienda para la penetración vaginal, no anal. Si se usa por vía anal, existe un mayor riesgo de hemorragia rectal y desplazamiento del preservativo en comparación con el preservativo masculino.

    El uso de este preservativo no ha recibido una gran aceptación por parte de las usuarias, especialmente por el precio, la textura y el sonido cuando se usa. Los preservativos de nitrilo sintético parecen tener una mayor aceptación.

    Recomendaciones sobre el uso del preservativo femenino:
    • Utilizar siempre preservativos de poliuretano o vinilo.
    • Utilizar un preservativo nuevo para cada relación sexual con penetración.
    • No reutilizarlo nunca.
    • Colocarlo antes de la penetración, hasta 8 horas antes, asegurándose de su correcta colocación. Tiene forma de bolsa, con dos anillos flexibles, uno para el interior y otro más grande para el exterior de la vagina. Para un uso correcto, el anillo interior debe insertarse presionándolo en forma de «8», y el exterior se fijará por fuera de los labios vaginales.
    • Retirar después de la eyaculación evitando que el contenido se derrame, girando el anillo exterior y estirándolo suavemente hacia afuera.
    • Si se usan junto con lubricantes, estos solo deben ser a base de agua o silicona.
    • En caso de rotura, si es antes de la eyaculación, retirarlo y colocar uno nuevo inmediatamente. Si es después, será necesario ir a una farmacia para solicitar un tratamiento poscoital en caso de conocer el estado serológico de la pareja (parejas sexuales de bajo riesgo), o a un centro de salud de urgencias para valorar la posibilidad de un tratamiento profiláctico posterior a la exposición (PEP), si se desconoce el estado de salud o serológico de la pareja (parejas sexuales de alto riesgo).
    • Guardar los preservativos en un lugar oscuro y fresco.
    • Tirar los preservativos, ya sean usados o no, a la basura.
    • Si se usan juguetes sexuales, también se requerirá el uso del preservativo en las diferentes parejas.
    • No utilizar junto con el preservativo masculino.
  • Otros métodos:

    Existen otros métodos que se utilizan como anticonceptivos pero que no son eficaces para prevenir las ITS, como los espermicidas vaginales, es decir, pomadas o geles que se aplican en el interior de la vagina y alteran la movilidad de los espermatozoides o los matan.

    La esponja anticonceptiva vaginal protege contra algunas ITS, como la gonorrea y la clamidia, pero su uso aumenta el riesgo de candidiasis.

    El diafragma protege contra la gonorrea, la clamidia y la tricomoniasis, pero su uso con espermicida podría aumentar el riesgo de infecciones bacterianas de las vías urinarias en las mujeres.

    El uso de anticonceptivos hormonales ha demostrado un aumento del riesgo de contraer ITS dada la disminución de la percepción del riesgo.

 

1.1.3 Profilaxis previa a la exposición (PrEP)

La profilaxis previa a la exposición (PrEP) es un método preventivo indicado para personas no infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana o seronegativas que, por su situación personal o en determinados momentos vitales, pueden tener una alta probabilidad de exposición al virus, dejando claro que no se trata de una vacuna.

 

1.2 Vacunación

La vacunación contra algunas ITS es una medida preventiva eficaz que se utiliza en muchos países del mundo, al igual que se hace con otras enfermedades o trastornos. Algunas de estas vacunas están incluidas actualmente en el calendario de vacunación comunitario, pero su uso también estaría relacionado con factores como la edad, el tipo de trabajo, los estilos de vida, la exposición a factores de riesgo, las coinfecciones, etc.

Las vacunas contra las ITS disponibles actualmente son contra la hepatitis A y B, combinadas o no, y contra algunos tipos de virus del papiloma humano.

 

1.2.1 Vacunas contra la hepatitis A y B, combinadas o no 

El virus de la hepatitis A no se considera una infección de transmisión estrictamente sexual, ya que su vía de transmisión es la fecal-oral y la parenteral o sanguínea.

Actualmente, en los países de renta alta, la transmisión suele ser por contacto directo, de una persona con una infección aguda a una persona no infectada. El virus se elimina a través de las heces, por lo que en algunas prácticas sexuales podría existir riesgo de contagio.

Se recomendaría la vacunación contra la hepatitis A para las personas exposición de riesgo, como los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, en caso de brotes locales de hepatitis A en personas de grupos de población con una alta prevalencia de anticuerpos contra el VHA.

En relación con el virus de la hepatitis B, cualquier persona sexualmente activa estaría en riesgo de contraerlo si desconoce el estado serológico de sus parejas sexuales.

La vacuna contra la hepatitis B que se encuentra actualmente en España y otros países está incluida en el calendario de vacunación de los niños, en las fórmulas vacunales que incluyen otras vacunas, y también combinada con la vacuna contra la hepatitis A, dirigida a personas que forman parte de poblaciones con alto riesgo de transmisión y contagio, o que incluso ya tienen algún diagnóstico de ITS.

 

1.2.2 Vacuna contra el virus del papiloma humano

El virus del papiloma humano (VPH) está relacionado con la aparición de displasia cervical (células anómalas en la superficie del cuello uterino) y cáncer de cérvix, así como con lesiones displásicas o alteración del crecimiento celular, lesiones vulvares y condilomas o verrugas genitales.

Se recomienda para mujeres de entre 9 y 26 años, preferiblemente antes de iniciar las relaciones sexuales, ya que su efectividad disminuye una vez que ya son sexualmente activas.

La vacuna protege contra el 70 % de los tipos de VPH responsables del posible desarrollo del cáncer de cuello uterino, siendo dos tipos de estos los principales responsables. Para el 30 % restante, no será efectiva. Sin embargo, será necesario continuar con los cribados, es decir, buscar de forma sistemática en la población para identificar a las personas que podrían verse afectadas por el VPH a pesar de la vacunación. Actualmente se vacuna a todas las niñas de 11 a 12 años.

 

1.3 Evitar la exposición a factores de riesgo

La exposición a factores de riesgo para contraer infecciones de transmisión sexual (ITS) estará relacionada principalmente con el estilo de vida y con la aplicación de medidas de protección.

El nivel de exposición al riesgo en una relación sexual no siempre es fácil de determinar, ya que estará relacionado con el tipo de práctica sexual, así como con el riesgo o la posibilidad de que la pareja o parejas sexuales con las que se tenga relaciones sexuales tengan una ITS.

Una tabla descrita en el documento «Guia pràctica sobre ITS» de 2009, publicado por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, enumera el nivel de riesgo de mayor a menor según la práctica realizada:

  • Coito anal receptivo sin protección
  • Coito vaginal receptivo sin protección
  • Coito anal insertivo sin protección
  • Coito vaginal insertivo sin protección
  • Felación con ingestión de semen
  • Contacto oroanal sin método de barrera
  • Cunnilingus sin método de barrera
  • Compartir juguetes o utensilios sexuales sin protección
  • Penetración anal manual o instrumental
  • Coito anal o vaginal con protección
  • Felación sin ingestión de semen
  • Besos húmedos con intercambio de saliva

Otras prácticas asociadas a ciertas ITS serían:

  • Sexo oral sin protección, que se asocia con un mayor riesgo de infección por sífilis.
  • Contacto directo de piel y mucosas, que se asocia con ITS como la sífilis, el virus del papiloma humano y el herpes genital, en el que el uso de un preservativo solo protegería las áreas cubiertas por él.

 

1.4 Cribado de infecciones de transmisión sexual

El diagnóstico precoz de las infecciones de transmisión sexual (ITS) será de gran importancia tanto a nivel de la propia salud, para evitar trastornos derivados de estas, como a nivel de salud comunitaria, en la transmisión de estas a otras personas. Esto será posible gracias a los cribados que se realizan desde los centros de salud especializados en salud sexual, que son los centros de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva (ASSIR), para las mujeres, y Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC), en el caso de los hombres. Sin embargo, hay muchas otras instituciones centradas en las personas y comunidades de riesgo que también desarrollan campañas de cribado de ITS, es decir, buscan sistemáticamente en una población específica para identificar a las personas que podrían tener una infección.

Según el «Pla funcional d’ITS. Protocol clínic. Ámbit Metropolità Sud», elaborado por la Generalitat de Catalunya, para evitar la pérdida de seguimiento de los casos detectados o potencialmente de riesgo, se han establecido circuitos de derivación en los que se crearán censos de personas con contactos de alto riesgo por determinadas prácticas sexuales (hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, trabajadores sexuales comerciales y hombres usuarios del sexo comercial) reclutadas por profesionales de la salud de cada área, que serán estudiadas y derivadas al ASSIR o a MFyC, o directamente a las unidades clínicas de ITS, si así lo prefieren (para evitar ir a sus centros de atención primaria de referencia).

 

2. Medidas de prevención secundaria

Las medidas de prevención secundaria en las infecciones de transmisión sexual (ITS) se refieren a aquellas medidas que tendrán como objetivo detectar la infección en etapas tempranas y pueden impedir su progresión. Será importante conocer la siguiente información relacionada:

2.1 Profilaxis posterior a la exposición (PEP) al virus de la inmunodeficiencia humana; 2.2 Postexposición al virus de la hepatitis A; 2.3 Postexposición al virus de la hepatitis B; 2.4 Postexposición a otras posibles infecciones de transmisión sexual.

 

2.1 Profilaxis posterior a la exposición al virus de la inmunodeficiencia humana (PEP)

La profilaxis posterior a la exposición será eficaz en la prevención secundaria de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en los siguientes casos:

  • En mujeres embarazadas, para prevenir la transmisión vertical al feto/bebé.
  • En personas que han estado expuestas al VIH a través de relaciones sexuales, especialmente en casos de violencia sexual, o por pinchazo accidental con material potencialmente contaminado en el consumo de drogas por vía parenteral.

En otras situaciones, su indicación debe valorarse individualmente, como puede ser en situaciones de menor riesgo de transmisión, si han transcurrido más de 72 horas desde la exposición o si se prevé un cumplimiento deficiente de la pauta profiláctica.

 

2.2 Postexposición al virus de la hepatitis A

La profilaxis posterior a la exposición al virus de la hepatitis A (VHA) consiste en la administración de inmunoglobulina humana polivalente, y estará indicada en los siguientes casos:

  • En personas que tienen contacto sexual con una persona con hepatitis A, especialmente en las prácticas oroanales.
  • En personas con inmunodepresión, ya que en este grupo la vacuna es menos eficaz. La profilaxis posterior a la exposición al VHA se puede administrar junto con la vacuna contra el VHA (antes de los 14 días).

 

2.3 Postexposición al virus de la hepatitis B

La profilaxis posterior a la exposición al virus de la hepatitis B consiste en la administración de inmunoglobulina específica homóloga en las primeras 48 horas.

 

2.4 Postexposición a otras posibles infecciones de transmisión sexual (PEP) 

La profilaxis posterior a la exposición a otras posibles ITS está indicada sobre todo para aquellas personas que han sido víctimas de una agresión sexual con penetración o que, sin conocer el estado serológico de la pareja o parejas sexuales, han sufrido una rotura accidental del método de barrera. 

En cuanto a las acciones que la persona debe llevar a cabo para promover conductas de protección:

  • Responsabilizarse en el uso de medidas de protección primaria, como el uso de métodos de barrera, la vacunación, etc.
  • Utilizar fuentes de información acreditadas y rigorosas para adquirir conocimientos que permitan tomar decisiones saludables. Contrastar esta información siempre que sea necesario con el equipo de salud (enfermera, médico, especialista...).
  • Controlar y evitar los factores y las conductas de riesgo relacionados con las ITS.
  • Identificar la red de recursos (personales, familiares y sociales) que cada persona pueda necesitar y utilizarla, como por ejemplo las asociaciones de pacientes.
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Factores y conductas de riesgo
P@)

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son diferentes trastornos de salud causados por la infección de diferentes microorganismos vivos, como virus, bacterias y otros parásitos, que se transmiten de una persona a otra a través de las relaciones íntimas o sexuales.

Las ITS son evitables, pero hay varios factores que pueden poner a la persona en riesgo de contraerlas o de precipitar trastornos derivados de ellas. Los factores de riesgo son los siguientes:

  1. Factores de riesgo no modificables: no habría ninguno.
  2. Factores de riesgo modificables: relacionados con el estilo de vida y con el hecho de que no se tengan en cuenta los factores y las conductas de protección en las relaciones sexuales.

 

Repercusiones, personales, familiares y sociales
pP@)

Cualquier diagnóstico de salud que implique cronicidad, en mayor o menor medida, provocará modificaciones en la vida personal, familiar y social de la persona, y tendrá que identificarse y gestionarse adecuadamente.

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) no deberían modificar la vida diaria de una persona, pero inevitablemente influirán de alguna manera en la dinámica personal, laboral y familiar, en el ocio y en las relaciones sociales, especialmente al principio. Una vez transcurrido el tiempo, el diagnóstico de una infección crónica de transmisión sexual se convertirá en una característica más de la persona, dejando de influir en su vida.

Las respuestas y estrategias que adopte cada persona (recursos de ayuda personal, grupos de apoyo, asociaciones de personas con la misma enfermedad...) serán fundamentales para el proceso de aceptación y para la normalización del diagnóstico.

Será importante seguir las recomendaciones en el control de la situación de salud.

  1. Repercusiones personales; 2. Repercusiones familiares; 3. Repercusiones sociales

 

1. Repercusiones personales

  • La aceptación de la infección y de su concepto de cronicidad, en el caso de las ITS crónicas, y la percepción y la gestión del nivel de autoestima. Será importante trabajar en este proceso de aceptación.
  • La normalización del diagnóstico, el nuevo concepto de autocuidado y de control de la infección, la nueva situación de salud que habrá que adquirir e internalizar a partir del conocimiento del diagnóstico. Hasta entonces, es posible que la persona no haya tenido que preocuparse demasiado por su salud. Desde el momento del diagnóstico, aparece la responsabilidad del autocuidado, muy importante para el control de la enfermedad.
  • La adherencia al tratamiento.
  • El hecho de compartir el diagnóstico con las personas más cercanas, ya sea la propia pareja, familiares o amigos más cercanos.

 

2. Repercusiones familiares

  • En ocasiones, un trastorno crónico como son las ITS crónicas, incluso si no alteran el día a día de la persona, puede tener repercusiones relacionales con la familia debido al propio estigma de estas infecciones, como la sobreprotección por parte de ciertos miembros de la familia. La persona con ITS tendrá que decidir con quién quiere compartir su diagnóstico, si es que quiere hacerlo. Esto puede ser importante para poder compartir la propia vivencia.
  • La relación entre padres e hijos adolescentes con una ITS también tendrá que pasar por un proceso de aceptación y normalización.

 

3. Repercusiones sociales

  • Cambios en la forma de establecer relaciones interpersonales debido a la baja autoestima o a la no aceptación de la infección, lo que puede llevar al aislamiento social y, al mismo tiempo, al miedo al rechazo.
  • La estigmatización y el rechazo social relacionados con el desconocimiento de la infección y con el concepto erróneo histórico de contagio. Esto es algo que hay que combatir y un factor en el que hay que trabajar. Las asociaciones de pacientes llevan a cabo campañas de concienciación y sensibilización.
  • El ámbito laboral, profesional y académico no debería alterarse, pero el estigma social histórico puede llevar a situaciones desagradables que habrá que denunciar.
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Última modificación: 09/07/24 19:06h

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